Se habla a menudo en medios de información del llamado intrusismo
, la práctica de un oficio o el hecho de ofrecer un servicio sin tener la preparación o los permisos que tal desempeño deben conllevar. Estas malas prácticas se han visto a menudo y desafortunadamente a veces con resultados fatales en sectores como la medicina o la restauración.
¿Pero qué hay del intrusismo en la ciencia-ficción?
Hay escritores más conocidos como novelistas, dramaturgos o ensayistas que un día se lanzan a escribir una historia futurista o relacionada con el género, a esto no se le puede llamar intrusismo pues son personas que de por sí ya se dedican a la producción literaria y a veces experimentan con otros géneros. Particularmente el caso de John Updike me gusta mucho pues conocido por la serie de su personaje Conejo ha entrado en el campo de la especulación como también lo han hecho otros escritores que conocidos por sus producción han ido un poco más allá con alguna obra de ciencia-ficción.
Dos divertidos ejemplos
Clara Estival (Madrid, 1978) escritora del género romántico ha incluido dentro de la serie Diez Días el título DIEZ DÍAS DE INGRAVIDEZ, donde una joven científica vivirá una historia de amor fuera de la Tierra en un proyecto de investigación. Siendo como es ya en la actualidad algo habitual que un grupo de humanos estén fuera de la Tierra en una estación internacional en el espacio, el libro más que en el campo de la ciencia-ficción es ya del todo dentro del romántico. Por otra parte, no se puede olvidar que Carles Pedrós-Alió en su libro DESIERTO DE AGUA, la recopilación de sus anotaciones en una misión en el Ártico, comentaba que en cada estancia de trabajo científico ha visto nacer una historia de amor, de manera que estos diez días se pueden enclavar en este género en el que la historia de amor tiene un final feliz.
Por otra parte, si Clara Estival hubiera leído VIERNES del gran Heinlein, seguramente hubiera suprimido los párrafos en la que la protagonista narra su pasión desde niña por el espacio. En la novela del prolífico autor el jefe de la protagonista es entre otras cosas autor de best-sellers y parodia este tipo de textos y lo hace de una manera muy divertida.
¿Otro ejemplo? EL CLON, de la archiconocida Danielle Steel.
Este libro lo encontré en mi —creo que ya mencionado de otras veces— punto de reciclaje habitual y favorito, ya que allí he encontrado novelas de las que no tenía idea de su existencia y que me han parecido excelentes. Pues en este fantástico enclave encontré la novela EL CLON en la que una mujer tras sufrir un traumático divorcio, traumático porque para nada se esperaba la decisión del hasta entonces su marido, conoce a otro hombre tan guapo como inteligente y agradable.
Lo que ocurre con este hombre es que debido a un viaje de trabajo que lo tendrá ausente durante un tiempo deja a un doble para que cuide y acompañe en todo momento a la protagonista. Y ¿qué es en realidad este doble? Bueno, la novela se titula EL CLON, por lo tanto...
Pues no.
La señora Steel tal vez ahora ya lo sepa, pero en el año 2001 cuando se publicó el libro, no sabía la diferencia entre un clon y un androide, pues ese doble en realidad es un robot de apariencia exacta a la de su constructor, su nuevo novio, y no una copia a partir de una muestra del humano original. Y no, no es un problema de la traducción.
Pero el relato es divertido, si lo encuentras en un punto de reciclaje, cógelo.
Una pequeña reflexión final
Hay un clásico consejo que se ha repetido una y otra vez y es el de escribe sobre lo que conoces
y desde hace años, concretamente en el campo que en este Sitio nos ocupa, se aconseja a los escritores que si incluyen en su relato temas científicos consulten a fuentes para que los asesoren pues esos datos deben tener coherencia.
La doctora Amalia Lafuente, autora entre otros thrillers de Código genético, comentaba en una charla su agradecimiento a sus colegas por las horas pasadas al teléfono dado que escribía sobre temas ajenos a su especialidad. Otros científicos relacionados con el género advierten sobre el peligro de escribir gratuitamente sin conocer a fondo la temática o sin asesorarse debidamente y es que un relato con tal ausencia se convierte de pronto en algo más en el campo de la fantasía o incluso del terror.
La mezcla de géneros tiene su encanto, pero si la pretensión es un relato hard no es conveniente confundir magia con ciencia o pensar que cualquiera puede ser Greg Egan.