Hace unos meses se desató una notable algarabía alrededor de ciertos objetos volanderos que atravesaron el espacio aéreo de Estados Unidos y que provenían de la mismísima China. A partir de entonces se desataron todo tipo de especulaciones muy alejadas de ese asunto, que por los artilugios y peripecias entroncaba más con las películas del James Bond. De nuevo surgía, y con fuerza la posibilidad de que los extraterrestres nos estuvieran visitando regularmente y las Fuerzas aéreas de diversos países siguen lanzando declaraciones más o menos ambiguas confirmando, o algo así, la veracidad de esas afirmaciones.
Incluso la NASA en manifestaciones recientes ha dicho que se va a poner seria con el asunto, porque al menos hay un 5% de esos avistamientos que no hay forma de explicar de ninguna manera, y se van a arremangar para aclarar todos esos misteriosos casos. Eso si, también ha dicho que nos olvidemos que un posible origen extraterrestre.
Sin embargo tal y como se levantó la polvareda se asentó, y entre guerras, quiebras bancarias e inflaciones desatadas no se ha vuelto a hablar mucho del tema. No obstante, sigue siendo interesante comprobar como los muy convencidos están dispuestos a agarrarse a la mínima anécdota para confirmar estas visitas del exterior.
Pero olvídense de ello. Pese a lo que digan otras fuentes estoy con la NASA: no están aquí. Al igual que con los fantasmas y otros seres fantásticos, la prueba definitiva de que los ET no andan entre nosotros es que con los cientos de miles (si no millones) de imágenes y videos que se graban al día con los móviles, nadie, nunca, ha capturado uno de ellos. Eso, o que en vista de tanta tecnología en manos de cualquier común de a pie se ocultan demostrando una timidez poco creíble. Vale, alguna prueba
chusca circula por ahí, y las he visto, pero así, a bote pronto, no me veo viajando a un planeta extraño para luego andar desnudo por él. Cuando menos, desconcertante.
Hay además otras muchas cuestiones y experiencias previas que hacen dudar en gran medida de la presencia extraterrestre en la Tierra.
Por lo pronto hay una componente económica clara. Un viaje desde el planeta extrasolar de tipo terrestre más cercano, Alpha Centauri Bb, llevaría más de cuatro años a la velocidad de la luz. Solo imaginar que clase de tecnología y recursos serían necesarios para organizar semejante viaje resultan mareantes, y no solo eso, sino que el organizador de la expedición lo haga con la certeza de que va a encontrar en las inmediaciones del Sol, o como lo llamen, vida digna de ser estudiada. De lo contrario sería tirar el dinero, aunque sin tener muy claro como funciona la mente alfana podríamos suponer que llegar a la estrella más cercana ya es un premio gordo.
Con todo, el planeta que tiene más papeletas para albergar algo parecido a una civilización capaz de saltar al espacio es Gliese 667c, que está a veintidós años luz, por tanto el coste se multiplica por diez respecto al viaje de los alfanos. En cualquier caso, un dineral que no creo que nadie en el universo tenga ganas de derrochar.
Eso significa que los viajeros, una vez llegados a la Tierra, quizá no establecieran contacto por simple prudencia, es que a lo mejor no tendrían como. De llegar antes de las invenciones de Marconi simplemente no serían escuchados, puede que observados, pero sin forma de establecer contacto, so pena de aterrizar, algo que sabemos que no ha ocurrido ¿Por qué afirmo esto cuando las evidencias
de las visitas de Dioses astronautas son tan palmarias
? En una sola palabra: América.
Cuando las naves castellanas al mando de Cristóbal Colón arribaron a La Española no se tardó ni medio milisegundo en reclamar la isla para la Corona y establecer un asentamiento que en un par de siglos ya se extendía en mayor o menor grado por todo el continente. No duden que una expedición extraterrestre hubiera hecho lo propio, o al menos intentado establecerse en la Tierra tras un viaje tan caro, largo y agotador. Hasta los vikingos que llegaron quinientos años antes en condiciones muchísimo más precarias que Colon se establecieron en el norte de Canadá, aunque no era el lugar más idóneo para perdurar.
¿Y si permanecen ocultos para revelarse cuando menos nos lo esperemos? Tampoco parece una idea especialmente brillante. Por lo pronto es bastante probable que su morfología les haga ser bastante llamativos, eso de andar parasitando
a huéspedes humanos tampoco parece muy plausible por dos cuestiones: la biología de unos y otros con igual probabilidad sería incompatible, y eso de los poderes mentales
tampoco parece respaldado por una evidencia empírica indiscutible. ¿Robots? Bueno, no es imposible, pero nos queda el asunto de cómo entrar y salir del planeta. Esto no es Star Wars, aquí cada objeto que se desplaza por la atmósfera es detectado con diligencia, y no, los extraterrestres no van a construir deliberadamente artefactos invisibles al radar por la sencilla razón de que esa no es una premisa de ingeniería: no se gasta dinero en imprevistos que no se pueden prever.
En fin, que despreocúpense. No están aquí, ni siquiera han llegado al Sistema Solar. Como argumento para obras del género sigue siendo rabiosamente atractivo, pero no es una realidad
https://www.elconfidencial.[...]ocidos-explicacion_3656903/
Esto es, que no se trata del típico gigante gaseoso al estilo de Júpiter o Saturno, sino algo de las características sólidas
de Mercurio, Marte y, por supuesto, la propia Tierra.
En realidad soy un extraterrestre que escribe esta clase de cosas para intoxicar y tranquilizar acerca de la inminente invasión.