El futuro en que vivimos, 41
Te robarán la cartera, y serás feliz
por Francisco José Súñer Iglesias

Con la excusa de prevenir miriadas de maldades, desde el terrorismo hasta el porno pedófilo, pasando por el tráfico de drogas, el blanqueo de capitales, defraudar a Hacienda y la reventa de entradas para el Madrí-Barça, los Estados no hacen más que impulsar legislación cada vez más restrictiva que hace la vida del ciudadano medio no sólo sea más incómoda, sino que su independencia y libertad estén cada vez más limitadas.

El asunto del dinero es especialmente sangrante. ¿Tiene la menor lógica económica la insistencia de los gobiernos en hacer desaparecer la moneda física? Ninguna. Ciertamente las transacciones electrónicas son cada vez más versátiles, usadas y, sobre todo en cantidades ya importantes, más cómodas, pero con la excusa de esa seguridad en España se nos ha prohibido pagar en efectivo más de 1000 euros, por servicios profesionales, y encima los bancos deben informar de oficio a Hacienda dependiendo del tipo y cuantía de transacción (ingresos o retiradas de más de 3000 euros, entre otros).

Como guinda del pastel últimamente se está oyendo hablar mucho del euro digital.

¿Eso qué es lo que es?

Primero diferenciemos, de forma simple, entre divisa, dinero y moneda. En principio todos esos conceptos parecen sinónimos, pero hay matices importantes a tener en cuenta: La divisa es el nombre de la unidad de intercambio de cada país, esto es, euros, dólares, libras, yenes... y se usa sobre todo en el ámbito de las operaciones bancarias e intercambios internacionales, estableciendo las equivalencias, los llamados tipos de cambio, entre unas y otras. El dinero es todo aquello con valor intrínseco que sirve como medio de intercambio o reserva de valor. Finalmente, la moneda (y billetes) es la representación física de la divisa, pero sin valor intrínseco. Esto es, las monedas representan las divisas, y pueden ser usadas como dinero, ya que resultan muchísimo más cómodas para el intercambio de bienes que el mero trueque. Obviamente, un doblón de oro o un real de a ocho de plata eran a la vez divisa, dinero y moneda. De ahí que con el tiempo, a nivel popular, se consideren sinónimos.

Se tiende a pensar que la moneda, al contar con la garantía de los Estados, tiene un valor sólido y casi inmutable. Pero no, la emisión excesiva, y por tanto su abundancia hace que baje de valor, con un efecto del que todos hablamos hoy día: la inflación.

Ahora hablemos de las monedas digitales, a las que llamaremos BTC por ser el bitcoin la más antigua y popular. Grosso modo se tratan de fragmentos de código cifrado, llamados token (no es nada esotérico, es símbolo en inglés), que llevan estampados el identificador de su propietario y cualquier otro dato interesante, como la fecha de adquisición, ese identificador solo lo maneja él usuario, por lo que no es fácil saber quien es realmente el propietario de cada BTC, solo que ya pertenece a alguien. Cuando se efectúa una transacción la mercancía cambia de manos y al BTC se le añade el identificador de su nuevo propietario en el ámbito de una red descentralizada, a modo de libro mayor contable, que garantiza esa propiedad. Esta estampación encadenada es lo que se llama blockchain , y en otros asuntos permite el seguimiento de diversas transacciones (desde títulos de propiedad inmobiliaria hasta la firma de los famosos NFT).

¿Qué vale entonces un BTC? Nada por si mismo, exactamente lo que el mercado determine (ya sabe, oferta, demanda...). Piense que un billete en moneda FIAT (euros, dólares, pesos) es un simple trozo de papel, caro, porque es especial, pero por si mismo no más valioso que el que cae por el inodoro. Pues piense igual de un BTC, la diferencia con el FIAT es que a éste es el Estado quien le asigna un valor facial en la divisa correspondiente, y el valor del BTC es construido entre sus usuarios, y se traduce en un tipo de cambio en divisas, generalmente dólares, para poder comprarlos o venderlos fuera del ámbito del blockchain.

Pues bien, ahora los Estados están interesados en emitir su propia moneda digital, La Moneda digital de Banco central, en inglés Central Bank Digital Currency, en su forma abreviada, CBDC.

¿Qué? Pero... ¿y lo que tengo en el banco qué es? Son apuntes contables. Simple moneda FIAT que usted puede hacer efectiva y gastar en lo que le de la gana sin que nadie sepa en qué ni cuando. Además son anónimos en el sentido que en el apunte cada FIAT, sea uno, sean miles, carece de identidad propia. Sin embargo, cada CBDC podrá estar identificado individualmente, mientras lo tenga en su poder tendrá su marca de fecha e identificador de propietario asignado, y no habrá red descentralizada que los gestione, sino un libro mayor controlado por el Estado, de modo que todas sus transacciones tendrán una trazabilidad perfecta sea que se los gaste en drogas (ilegales), casinos (legales) o furcias (están en ello) .

Ahí estará la madre del cordero. Su CBDC solo será suyo mientras quien tenga el control del libro mayor así lo quiera. De acuerdo, también le pueden volatilizar el FIAT del banco, pero si lo mueve a tiempo y es un poco hábil puede ponerlo en su mayor parte lejos de sus garras. Ahora es cuando empiezan las historias de terror. Le podrán contar infinidad de cosas buenas y beneficios de las CBDC, pero conviene que también sepa las malas.

Le podrán poner precio a la tenencia de su dinero, más allá de impuestos y escenarios inflacionarios. Mediante tipos de interés negativos le podrán ir restando CBDC si no los usa en tiempo y forma, e incluso en lo que le digan que se lo puede gastar, es decir, cuando les convenga podrán atacar directamente el ahorro.

Se acabó la privacidad, sabrán en que y como se lo gasta, y podrá ser señalado y cancelado. Tecnológicamente no es necesario, los CBDC podrían ser perfectamente anónimos, pero que o sea así se trata de una opción política y deliberada, como ha señalado con toda claridad Christine Lagarde . ¿Se acuerdan de lo que escribí hace un tiempo sobre las cartillas de racionamiento de CO2 ? Con las CBDC el Estado podrá asignarle con toda facilidad un cupo restringido de energía traducido en bienes y servicios.

No olvidemos tampoco su naturaleza electrónica, un ataque masivo contra el libro mayor podría hacer que nadie pudiera operar: ni compras, ni pagos, ni préstamos. Nada, mientras el libro mayor esté bloqueado. Habrá que suponer que los emisores han tenido eso en cuenta, y el diseño tendrá sus salvaguardas y alguna forma de gestión distribuida, si no, el horizonte puede ser muy negro.

Actualmente las divisas nacionales son convertibles por otras según el tipo de cambio vigente en función de la fortaleza de cada una. Pero ¿alguien querría sus CBDC sabiendo todas las limitaciones que tendrán? Desde luego que no, otra cortapisa más para sus actividades, ya sean viajeras o de simple inversión puesto que esa moneda, fuera de su ámbito, no valdría nada. Eso para los particulares sería un gran engorro, pero para las empresas un desastre casi asegurado, por no hablar de que podrán controlar o limitar sus movimientos impidiéndote cambiar sus euros CBDC por dólares CBDC.

El hecho que estos controles estén pensados para complicar la vida a los malos, los convierten automáticamente en instrumentos de control estricto de la población. Y olvídese de eso de que si yo no hago nada malo no tengo de que preocuparme, mire más allá: si es el gobierno el que decide hacer algo malo con usted, sea cual sea la motivación, (a lo mejor ha expresado en algún foro público su descontento por ciertas políticas Estatales, éste mismo artículo podría ser mi ruina de aquí a unos años), o causa (un simple error al teclear el DNI), dese por perdido.

Un ejemplo comprensible, y no me sea pijotero con las cifras y matices, que es solo eso, un ejemplo. Bien, no es extraño que si tiene turno partido su empresa le pague un suplemento por comida. Al principio su empresa le abonaba ese dinero en nómina como un plus. Digamos 200 euros al mes, de los que usted podía disponer libremente (aunque Hacienda se llevara su mordida). Al cabo de un tiempo, la empresa cambió esos 200 euros en metálico por la cantidad equivalente en cheques específicos para gastar solo en restaurantes. Ya tenemos la primera limitación, donde puede gastar ese dinero extra, pero al cabo no necesariamente en restaurantes cercanos a su trabajo, ni en horario de trabajo, sino en cualquier establecimiento en cualquier momento, y como no caducaban, llevándose la comida de casa los podía acumular y darse de cuando en cuando un homenaje con la familia en restaurantes de postín (que aceptaran esos cheques, claro). Pero las restricciones siguieron, un día los cheques vinieron con fecha de vigencia, limitados a un mes concreto. Bien, durante ese mes podía hacer casi la misma maniobra, pero cuidando los tiempos. Y el siguiente paso fue que la empresa le entregó una tarjeta de crédito, con 200 euros mensuales, a gastar solo en días laborables, que solo se activará entre las 13 y las 16 horas, lo que limita mucho el ámbito geográfico, y con un máximo de 10 euros diarios, así que usted verá que restaurante elige. Y no nos olvidamos de Hacienda, porque desde los cheques su empresa consigna esa cantidad como pago en especie.

Ahí tiene usted en lo que se pueden convertir con toda facilidad las CBDC.

Un dinero que usted no podrá decidir en que lo gasta, donde lo gasta, cuando lo gasta y cuanto gasta. El emisor, esto es, el Estado, constreñirá a qué debe dedicar cada cantidad, y si no lo hace de esa manera, caducará sin la menor posibilidad de ahorro.

Recuerde: el ahorro es la base de la prosperidad, sin ahorro (lo que torticeramente se denomina acumulación de capital que suena más antipático) no es posible embarcarse en empresas atrevidas, porque alguien capaz de eso tiene un grado tal de independencia que, amigos míos, a los Estados les resulta especialmente molesto.

De ahí el nacimiento de las CBDC. El resto de razones, excusas más o menos argumentadas pero solo eso, excusas.

Vale, en vista de lo apocalíptico de este asunto ¿y si no quiero CBDC y me quedo con mi FIAT de toda la vida? Pataleé todo lo que quiera. Como será moneda de curso legal y en paridad con el FIAT, el Estado lo podrá ir introduciendo a su antojo, ¿cobra usted una paguita estatal o le toca la lotería? En CBDC ¿le devuelve impuestos Hacienda? En CBDC, ¿pago de multas, tasas, tributos y cosas menudas como polideportivos o aparcamientos municipales? Tendrá que hacerlo en CBDC, y por tanto ir cambiando su FIAT o haciendo acopio de ellos. Por si fuera poco, el proyecto de DNIe europeo apunta en ese sentido.

A continuación unas cuantas charlas, para echar un ojo con tiempo, que explican detalladamente, y admito que con más claridad que yo, los peligros y alguna que otra ¿ventaja? de las CBDC.


Notas

La normativa explicada según Hacienda: https://sede.agenciatributa[...]2022/Pagos_en_efectivo.html.

La propia IBM detallando que es el blockchain: https://www.ibm.com/es-es/topics/what-is-blockchain.

A modo de curiosidad, que son exactamente los NFT: https://www.xataka.com/basics/que-nft-como-funcionan.

Moneda sin valor intrínseco emitida por los Estados (fíat). Es moneda fiduciaria de curso legal que cuenta del prestigio del emisor, y la confianza del usuario.

Un informe detallado de lo que son las CBDC https://muyfinanciero.com/conceptos/cbdc/.

¡Ah! ¿Se acuerdan de todos aquellos iluminados que clamaban por una banca pública? Pues con las CBDC estamos en puertas.

Vaaale, también existen los putos y diversas formas de comercio sexual, pero es que si no la cosa se me alarga y el chiste no sale. https://www.youtube.com/watch?v=xDIptq6LBMc.

Un análisis extenso sobre los objetivos de la privacidad del Euro digital: https://www.youtube.com/watch?v=Luhl19kxVeU.

Una síntesis de las inquietantes declaraciones de Lagarde: https://www.libremercado.co[...]ncias-efectivo-bce-6964379/.

¿Volverán? las cartillas de racionamiento https://sdcf.es/varios/firmas/f20221127.htm.

Pues si, la Unión Europea también está en vías de implantar un documento de identidad electrónico, que si bien facilitará según que cosas, nos atrapará en otras. https://www.20minutos.es/te[...]ontrasenas-y-pagos-5096956/.

© Francisco José Súñer Iglesias
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