Década setenta, aquellos pesimistas años
por Antonio Santos

Como reflujo gástrico de EL PLANETA DE LOS SIMIOS (el de Charlton Heston), el cine de los 70, en materia de fantasía y/o ciencia-ficción, debe apreciarse como catastrofista, donde la esperanza tiene papel mínimo-nimio. Empero, hacia el final, detona una supernova, cuya luz atenuó lo tenebroso de las demás producciones. Me refiero a LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, épico hito convertido en prodigioso clásico, casi religión, amenazado de extinción por modas y fetichismos sociales absurdos.

Enumeremos desgracias: crisis del petróleo, una gran concusión que barrenó a Occidente (cuyo reflejo está en la saga MAD MAX, con pre-aviso en NUEVA YORK, AÑO 2012), crisis en Oriente Medio, crisis en Estados Unidos, víctima de la derrota en Vietnam, Caso Watergate, confusión y duda en sus valores a lo Capitán América, primera sensación de debilidad de una superpotencia que se creía invencible, rematada el 11-S 2001. RAMBO sólo prolongaría la agonía. No podría recuperar los ansiados días de gloria. (PRIMERA SANGRE, por cierto, se publicó en 1972.).

Y recordemos la muy memorable/altamente recomendable adaptación musical de LA GUERRA DE LOS MUNDOS de Jeff Wayne. Acaso, ¿no versa sobre un desastre mundial propiciado por los marcianos, a juego con ese aire depresivo de la época?

Occidente y sus creencias, procedentes de la euforia de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, se tambaleaban. Aun Bond, James Bond, empezaba a sentir que sus viejos enemigos comunistas perdían garra. Nuevas, dispersas, ambiguas amenazas su atención atraían. Pese al tenue sesgo de fantasioso sadismo de las novelas, las películas persiguen un gran espectáculo que provocan la tolerancia del espectador, haciendo que los enemigos a los que el espía combatía oscilaran entre el villano de folletín y la mascarada cómica. Es cosa del terrorismo internacional, cuya traslación a Bond produce magnates-supervillanos de TBO. Relativizaban su glamour de conquistador de beldades, espías o concurrentes a la trama.

Agentes aparte, de la racha de filmes catastrofistas debemos destacar las influyentes distopías ROLLERBALL, CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE, EL ÚLTIMO HOMBRE VIVO y la peculiar sátira barata, compensada con planteamientos e ideas muy ingeniosas, de LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000 que, junto a LA FUGA DE LOGAN, plasmaron visiones peligrosas de un futuro más/menos cercano que buscaban hacer reflexionar al espectador, preguntándole: ¿Eso quiero para mis hijos?

No obstante, los sombríos Setenta deben también verse como un fecundo légamo cuya espectacular floración sucedería durante Década 80, la ¡aclamada! y siempre recordada. Los títulos que puedo seguir añadiendo (como NAVES MISTERIOSAS) allanaron el camino a los INDIANA JONES o TERMINATOR que, hoy día, constituyen el pilar de la moderna ciencia-ficción, sobre todo la filmada, que, honrosas excepciones aparte, muestra preocupante mediocridad. (Véase EL DESTINO DE JÚPITER o plaga de cintas juveniles similares para comprender a qué me refiero.).

Década 70 alentó a los jóvenes realizadores, como George Lucas, George Miller, Steven Spielberg o James Cameron, a atreverse a ir más lejos. Los SFX eran mejores; la Sociedad aceptaba propuestas más polémicas pues estaba preparada por las cintas citadas. Lucas, con La guerra de las galaxias, ya dicho, devolvió la ilusión, la esperanza de futuro positivo, recuperando mitos clásicos o iconos como Doc Savage. Luz se vislumbraba al final del túnel. Aunque Terminator casi lo arruina...

Y, esto, en el cine. En papel, el temible Judge Dredd también nació en Década 70, donde revistas como VAMPUS o Rufus publicaban historietas sobre futuros alarmantes, postnucleares, que seguro tuvieron eco en los fotogramas. En resumen: una década sin desperdicio, la de los 70. Perdura su mordiente pese a los años transcurridos.

© Antonio Santos
(599 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Una historia de la frontera el 6 de enero de 2021