Si, el título de artículo es para que le prestes un poco de atención antes de dispersarte con otros temas, pero a día de hoy (23 de febrero el de la invasión de Ucrania por parte de Rusia) parecería que estamos en puertas de la III Guerra Mundial.
O no. El artículo lo publicaré el día 27 y no tengo ni idea sobre que demonios habrá pasado hasta entonces. O qué pasará después.
Ahora las guerras, o invasiones, no son como las de antes
. Desde que los militarotes prusianos describieron el concepto de Blitzkrieg en los años 1930 y la Wehrmacht la puso en práctica para inaugurar la II Guerra Mundial eso de las declaraciones de guerra formales, el pausado avance de las tropas al encuentro de su contraparte, y las sangrientas batallas campales son cosa de los libros de historia.
Desde 1939 lo que se lleva es lanzar por sorpresa masas de blindados a la carrera para desbordar las sesteantes defensas enemigas, y con el adecuado apoyo aéreo, acabar con cualquier resistencia en muy poco tiempo. Esta doctrina la lleva depurando el ejército ruso (antes soviético) desde que acabó la Gran Guerra Patriótica (como llaman ellos a la II GM), siempre pensando que desde Moscú hasta Bayona, pasando por Varsovia, Berlín Bruselas y París, no hay grandes accidentes geográficos más allá de unos cuantos grandes ríos.
Así que los rusos han cruzado la frontera con Ucrania y han atravesado las llanuras ucranianas a toda pastilla camino de Kiev, aunque esto de Blitzkrieg tiene poco, porque anda que no se llevaba tiempo anunciando el asunto. Desde luego que no voy a analizar los porqués, llevamos una semana que no se habla de otra cosa (bueno, si, de una pelea a navajazos cerca de la Plaza Mayor...), así que todo el mundo está más que enterado de cómo se está desarrollando el asunto, pero lo que es indudable es que estamos muy cerquita del escenario que se nos ha planteado cientos de veces en novelas, películas y relatos.
Ya desde la finalización de la II GM las frías
relaciones entre los Soviéticos y sus hasta entonces aliados llevaron una escalada armamentística donde los artefactos nucleares se llevaron todo el protagonismo. ¿TELÉFONO ROJO? VOLAMOS HACIA MOSCÚ (DR. STRANGELOVE..., Stanley Kubrick, 1964) o PUNTO LÍMITE (FAIL SAFE, Sidney Lumet, 1964) fueron (son) los referentes más conocidos de hasta que punto la tensión prebélica se mascaba en el ambiente.
Sin embargo, de lo que viene a ser la guerra en si no hay mucha producción. La lógica nuclear hacía pensar que iba a ser corta y devastadora, y dedicar tiempo y dinero a describir un suceso tan fugaz no parecía buena idea. No obstante hay buenos ejemplos de ello, desde la emotiva CUANDO EL VIENTO SOPLA (WHEN THE WIND BLOWS, Jimmy T. Murakami 1986) hasta la lisérgica AMANECER ROJO (RED DAWN, John Milius, 1984) pasando por obras más reflexivas como EL DÍA DESPUÉS (THE DAY AFTER, Nicholas Meyer, 1983) o en el extremo opuesto AY, BABILONIA (ALAS, BABYLON, Pat Frank, 1959) donde todo sucede con espeluznante calma.
Pero donde el género ha dado el do de pecho ha sido en el rubro post-apocalíptico. Con la civilización destruida, la humanidad vuelta al salvajismo y la atractiva promesa de mutantes de todas las formas, tamaños y colores la imaginación de los autores se dispara y en las enumeraciones, es inevitable dejar fuera magníficos ejemplos. Incluso hay verdaderos subgéneros dentro del subgénero, desde las del futuro próximo
, como LA HORA FINAL (ON THE BEACH Stanley Kramer, 1959) o EL CARTERO (THE POSTMANM, David Brin, 1998) a otras en un futuro remoto, donde el Apocalipsis queda muy lejano, pero su memoria sigue muy presente en forma de leyenda y religión, como en ESCUDO INVULNERABLE (SHIELD, Poul Anderson, 1962), EL VERANO DEL PEQUEÑO SAN JOHN (ENGINE SUMMERM, John Crowley 1979) o DUDO ERRANTE (RIDDLEY WALKER, Russell Hoban, 1980).
Aunque de momento los acontecimientos se limitan
a la invasión de un estado soberano con un ejército extremadamente débil, por una potencia militar de primer orden, no hay forma de saber donde nos llevará esto, aunque decenas de analistas nos adelantan múltiples escenarios, a cual más desalentador. Por lo pronto, y como en todas las blitzkrieg, más le vale al oso ruso que ésta guerra sea corta y con resultados fulminantes. Si los ucranianos resisten y se alarga, los problemas diplomáticos e interiores (¿o alguien piensan que el ruso de a pie están unánimemente entusiasmado con esto?) enfangarán toda la épica guerrera rusa de una forma que cada vez se hará más difícil de manejar. Por no hablar de que cada vez sería más tentador apretar EL BOTÓN. Crom no quiera que algún desnortao tenga esa intención. En cualquier caso parece uno de los muchos escenarios que WOPR calculaba en JUEGOS DE GUERRA.
Pero aunque los acontecimientos bélicos terminen rápido, nos espera una larga temporada de tensiones diplomáticas en la que todo el mundo va a perder. Si, hasta los chinos, que de momento se regodean viendo como los diablos blancos se chillan y zurran entre ellos. Frédéric Bastiat dijo Si las mercancías no cruzan las fronteras, lo harán los soldados
, que tiene un corolario obvio: si los soldados cruzan las fronteras, dejarán de hacerlo las mercancías
y es una descripción perfecta de lo que está sucediendo y va a suceder. Rusia es un formidable productor de materias primas y un estupendo cliente de manufacturas. Si deja de vender unas y comprar otras, todo el mundo pierde, las industrias se paran, los mercados se desestabilizan y la buena vida
de la población en general se convierte en un recuerdo de los buenos y viejos tiempos.
La historia de Europa se puede leer en forma de Grandes Imperios, la conquista de medio mundo y gloriosas
guerras, pero una guerra es ridículamente cara, drena recursos sin medida y rompe todas las líneas comerciales. Pocas veces se describen, a excepción quizá del desastre de la república de Weimar, las prolongadas y no menos devastadora crisis económicas que las seguían, que a su vez provocaban otras guerras que a su vez... y ésta aventura putinesca es justo lo que nos hacía falta ahora. En 2019 el mundo estaba al borde de una esperada crisis económica natural
fruto de los ciclos económicos. El 2020, más bien el coronavirus, introdujo un elemento que empeoró el panorama mundial de forma imprevista. En 2021 muchas de las soluciones aplicadas (ay, las impresoras de billetes) para recuperarse del caos vírico agravaron las cosas, de modo que la crisis, ya en marcha, se acrecentó de forma brusca, y ahora las pulsiones imperiales de un ex-espía de la KGB han ensombrecido las ya negras expectativas. En un mundo globalizado como el actual, cualquier acontecimiento traumático en un parte del mundo repercute al poco en las antípodas, y de no muy buenas maneras. Realmente es un fastidio vivir épocas interesantes.
¿Lo siguiente? Obvio: la invasión extraterrestre. Y al respecto también hay una larguísima bibliografía.
27/02/2022 00:80 Bien. El embate inicial ruso no ha sido todo lo exitoso que preveían, los ucranianos resisten, como pueden, y la toma de Kiev se retrasa. Putin pide la cabeza de Zelenski, el presidente ucraniano, que se esconde prudentemente, además de extender sus exigencias previas a la invasión a otros países de la orbita occidental
de siempre, como Suecia y Finlandia. La contestación interna a la invasión parece subir de intensidad en Rusia, aunque es difícil decir hasta que punto es significativa. Mucho ucranianos huyen del conflicto hacia Polonia, Bulgaria, Rumanía..., que los reciben con los brazos abiertos, pero que a la larga pueden convertirse en un problema
La comunidad internacional lamenta el incidente, y lanza sanciones económicas contra las finanzas rusas, pero pensándoselo mucho, porque pueden tener efectos de vuelta inesperados.