Marte es un objetivo prioritario para la astronáutica por sus peculiares condiciones, y es normal que sea objeto de una atención especial. Abrigo el convencimiento de que, antes o después, una parte de la humanidad se establecerá en el Planeta Rojo, por lo que considero muy positivas todas las misiones destinadas a estudiarlo. Incluso es posible aprender de fracasos como el de la sonda europea, que se ha estrellado recientemente contra su superficie. Pero a mi juicio, y salvo que existan proyectos lunares no publicitados todavía, que todo puede ser, creo que el primer objetivo que deben plantearse las agencias dedicadas a la exploración espacial es el de establecer asentamientos permanentes en la Luna.
Nuestro enorme satélite natural ofrece, en mi opinión, grandes posibilidades a la humanidad. Su cara oculta puede ser el lugar ideal para instalar grandes telescopios, que tendrán el universo a sus pies. En la Luna existen materias primas susceptibles de ser aprovechadas, y debe haber sin duda otros materiales, de cuya existencia todavía no sabemos, que también podríamos aprovechar. Como el agua dispersa por su superficie en gran cantidad y en forma de cristales de hielo. Por no hablar del maravilloso Helio-3, que podría solucionar los problemas energéticos de la Tierra en un futuro más o menos próximo, y de una forma muy limpia.
Pero además, una base permanente en Selene facilitaría enormemente nuestros intentos por enviar naves exploratorias al espacio profundo. En la Luna se podrían ensayar los sistemas de supervivencia imprescindibles para conquistar el cuarto planeta, y gracias a su baja gravedad sería posible construir en su órbita las naves necesarias para el largo viaje a Marte.
Es evidente que el regreso a la Luna y la construcción allí de un asentamiento humano fijo sería una empresa muy costosa y no exenta de peligros. Pero la lógica nos dice que nuestro satélite natural es, de hecho, el lugar ideal para establecer la primera base avanzada de la humanidad, desde la que iniciar, con muchísimas posibilidades de éxito, nuestra expansión y colonización del Sistema Solar, tarea que la humanidad emprenderá antes o después.