Existen muchas maneras de viajar en el tiempo. Puedes sufrir un accidente y, de repente, despertarte más de 30 años atrás, en 1973, sin que sepas qué ha pasado realmente, por qué estás precisamente en ese tiempo y de qué manera puedes regresar a tu época. A lo largo de la primera temporada de Life on Mars, Sam Tyler, su protagonista, sospecha que está en coma (no para de escuchar las conversaciones de los médicos a través de la radio y la tele, y ésta lo hace, además, de una manera bastante inquietante) y se pasa los ocho episodios intentando averiguar qué tiene que hacer para despertar de vuelta en 2006. Además, los casos que debe resolver tienen todos resonancia en su infancia, lo que le obliga a plantearse su propia vida. Por ahí llaman a este serie un policíaco existencialista
, y no andan demasiado desencaminados.
La trama podría ser una vuelta de tuerca a la de, por ejemplo, PEGGY SUE SE CASÓ, pero en las tribulaciones de Sam nunca queda muy claro si realmente está en coma, como él cree. Las constantes alusiones a EL MAGO DE OZ podrían apuntar hacia otro lado, teniendo una función parecida a la que tienen en Perdidos. La segunda temporada, desde luego, promete ser muy interesante, y no sólo porque sea la última. No sé si nos desvelarán qué le pasa a Sam pero, por lo menos, y como ya dejé caer en alguna otra ocasión, tampoco importa mucho porque con lo que se disfruta un montón es con la fauna que puebla esa comisaría de Manchester, sobre todo con el jefe, Gene Hunt (o Gene Genie, el genio Gene, como se autodenomina él). Lo curioso del tema es que los responsables de Life on Mars son tres guionistas con mucha experiencia en la tele británica, incluyendo EastEnders, Doctor Who y la otra serie de la que hablaremos enseguida, Torchwood, y el estupendo dúo que da vida a Sam Tyler y Gene Hunt, John Simm y Philip Glenister, ya habían trabajado juntos con anterioridad en la miniserie State of Play, principal culpable de que David Yates sea el nuevo director de la saga de Harry Potter (algún día habrá que estudiar todo el talento británico detrás de las películas del mago de J. K. Rowling, porque todas estas coincidencias aparecen sin que yo las busque).
Los viajes en el tiempo de Torchwood se refieren, más bien, a la brecha dimensional sobre la que se instala esta agencia especial, dedicada a salvar el mundo de todos los ingenios y los extraterrestres que llegan a la Tierra a través de dicha brecha. Y también se encarnan en su protagonista, Jack Harness, un tipo del que sus subordinados no saben nada en absoluto, pero al que los espectadores de Doctor Who (serie de la que Torchwood no sólo es un anagrama, sino también un spin off), conocen perfectamente como un Agente del Tiempo que viaja hasta el Cardiff del siglo XXI con el propósito de evitar una catástrofe. Resulta muy entretenida, además de tener una deuda con Buffy y Joss Whedon, en general, bastante evidente (¿a nadie más le parece que Harness y Malcolm Reynolds podrían compartir ropero?).