Se puede decir que en septiembre de 2015 el PC está oficialmente deshauciado. Los espasmos de la agonía durarán unos pocos años más, quizá, pero ha entrado en una etapa de encefalograma plano de la que ya no se recuperará jamás.
Este párrafo es obviamente exagerado, pero quería escribir una frase lapidaria del estilo de las que lanzan los gurus y expertos
en la materia. Al PC le queda mucha vida, puede que en el mercado doméstico su retroceso sea más evidente, pero en usos profesionales donde la potencia que da una fuente de alimentación capaz de proporcionar vatios por centenares, y una superficie casi sin limitaciones donde colocar adecuadamente separados, por aquello de la refrigeración, todas las memorias y procesadores necesarios, además de teras de almacenamiento y conectores varios, nunca se verán desbancados.
Pero, ¿desbancados por qué? Todo este preámbulo viene a cuento del anuncio del Acer Jade Primo, un artefacto (bueno un teléfono, un smartphone) capaz de comportarse como un ordenador de sobremesa cuando se le acopla al accesorio adecuado que es, en esencia, una base con conectores para el monitor, teclados, etc.
No es el primer cacharro que es capaz de hacer algo parecido, ya desde hace tiempo el convertible Asus Padfone se transmuta en tablet desde su forma original como teléfono cuando se le acopla al accesorio, en esencia una pantalla más grande, adecuado. El concepto tampoco es nuevo, Canonical, la empresa tras Ubuntu, quizá la más popular distribución de Linux, lleva unos cuantos años respaldándolo y en 2013 estuvo a punto de lanzar Ubuntu Edge, que ya prometía lo que el Jade ofrece, pero la falta de financiación dejó en proyecto en una bonita expectativa.
Bien, diréis, ¿y en que me va a facilitar esto la vida? No hace falta ser muy imaginativo para ver lo que supone. A día de hoy, mucha gente ya no tiene PC, ni siquiera portátil, hasta ha ignorado las tablet por completo. El peso del tratamiento de su información lo lleva el móvil (celular, que dicen en las Américas), el esmarfon
, un aparato que cada día que pasa es más potente, más ¡grande! y se hace más imprescindible para todo, desde hacer la lista de la compra, hasta gestionar las cuentas bancarias pasando por leer libros, ver películas, planificar itinerarios e, incluso, ¡sorpresa! hablar por teléfono.
Ahora bien, esas pequeñas pantallas, incluso las de los phablets
, híbridos entre esmarfon
y tablet
, pese a toda su resolución son eso, pequeñas e incómodas, ni teclados virtuales ni comandos de voz suplen la comodidad de un buen monitor y un teclado decente, por muy nativo digital que seas acabarás echando pestes del aparato cuando tengas que hacer con él algo medianamente elaborado durante un tiempo prolongado, así pues ¿porqué no conectarle teclado, ratón y pantallón?
Incluso se gana en seguridad. Las conexiones wi-fi, wi-max, 3G, 4G ¡5G! etc, están muy bien, pero las ondas van y vienen a disposición de cualquier antena y cualquiera con intención de captarlas y decodificarlas. Donde esté una buena conexión por cable, donde además será posible disfrutar de las bondades de la fibra óptica, que se quite cualquier dispositivo inalámbrico. ¿Qué tampoco son 100% seguras? Nadie lo discute, pero cualquier experto en seguridad te dirá que para hacer cosas delicadas siempre será mejor decantarse por el cable que fiarse de la radio.
La batería tampoco será un problema, la base proporcionará alimentación continua y de calidad
, y se me ocurre que el artefacto podrá funcionar a dos niveles, por un lado el conectado, donde gracias a eso vatios extra de la base podrá dar lo mejor de si, y el desconectado, en el que se restringirán gigahercios y núcleos de procesador para no agotar prematuramente la batería.
La re-re-revolución está servida. Los esmarfon
tienen potencia de sobra para suplir a ordenadores de sobremesa e incluso portátiles, y según pasen los años más todavía. Están más que sobrados para mover cualquier aplicación ofimática, navegar por Internet y suplir a la cacharrería multimedia habitual. A mayores, ni siquiera será necesario que el aparato tenga unas capacidades más allá de las habituales. Podremos tener todo en la nube, sin depender de su memoria. Incluso, mientras sea capaz de mover una aplicación de escritorio remoto y disponga del ancho de banda adecuado, podremos conectarnos a nuestra máquina virtual en la nube donde dispondremos de toda la potencia... que seamos capaces de contratar.
El Tandon, el primer ordenador de mi padre (y mío, paradójicamente nunca he tenido uno propio, o eran heredados, prestados o, como este desde donde escribo, comunales
) era un monstruo de sobremesa con una caja metálica a prueba de bombas donde una disketera de 5,25 se veía acompañada por una ultramoderna de 3,5 y lo más revolucionario, un disco duro de 20 Megas (si, Megas, no Gigas) y una flipante tarjeta gráfica EGA (¡más que las CGA de mis amigos!) Aquel 286 no hubiera sido capaz de arrancar un sistema operativo para móviles, ahora, la capacidad de proceso que cualquier pardillo lleva en el bolsillo multiplica por miles la que se utilizó para poner a Armstrong y Aldrin sobre la Luna.
Y esto es solo el principio.