Hace 30 años viajé al futuro, hoy me proyecto al pasado. La década de los años ochenta del sigo XX fue marcada con la invasión de alienígenas audiovisuales y otras especies similares nacidas en el vecindario de la ciencia-ficción, como los viajes en el tiempo a bordo de un DeLorean.
Era tan notorio el dominio de las especies venidas de otros planetas pantalleros
que los peinados de las chicas se denominaban el copete Alf
. Alf era un pequeño extraterrestre que parecía un muñeco de felpa de almacén de saldos y rebajas pero su pelo causó sensación entre las muchachas de la época. Lo de viajar en el tiempo, también se puso de moda entre humanos y robots. Hubo un célebre viajero temporal, un fisicoculturista de tuercas y tornillos que le sacó el jugo a su natural inexpresividad para convertirse en el ideal tormento de Sarah Connor, quien se convertiría en el modelo de la madre soltera cabeza de familia, que en este caso debe velar no solo por su insoportable hijo sino por media humanidad.
Acaban de celebrarse 30 años del estreno de una película que resumió el espíritu de los años 80, una película vuelta trilogía, debido a su éxito taquillero. VOLVER AL FUTURO se convirtió en símbolo para una generación algo desubicada, que en cierta forma añoraba el pasado de sus padres, pero al mismo tiempo era consciente que comenzaba a adentrarse en un tiempo diferente, en el cual todo giraría alrededor de la tecnología como lo suponía el cine. Nos referimos a la generación de jóvenes estadounidenses, que eran el referente para el resto del mundo, al menos en occidente.
En la octava década del siglo XX se recuperaron los colores pasteles de los cincuentas pero con diseños futuristas, la música se volvió más pop que rock y esas mezclas al final contribuyeron a crear una identidad con estética propia. Hoy algunos hablan de los ochentas, casi con la misma nostalgia con la que se mencionan los años sesenta. En España hubo varias movidas
culturales y en América Latina, al menos en el caso de Colombia, se puso de moda algo llamado rock en español
, con conciertos de grupos de toda Hispanoamérica que fueron la semilla de estrellas que luego cobrarían fama cantando en inglés.
VOLVER AL FUTURO, era la síntesis de los 80, una historia entre el romanticismo del pasado y la aventura del mañana. Disparó a la fama a sus dos protagonistas, que ya tenían un prestigio ganado en otros escenarios. Michael J. Fox era la estrella de la serie de televisión Lazos familiares, en donde representaba a un joven yuppie hijo de ex hippies, mejor dicho un muchacho conservador, capitalista y republicano, en nada parecido a sus liberales, ecológicos y demócratas padres. Pero en el cine, es claro que Michael J. Fox siempre será recordado por su personaje de Marty McFly.
Michael J. Fox, se ha convertido con los años en un símbolo de lucha contra la adversidad, pues de forma temprana fue diagnosticado con Parkinson, enfermedad que ha enfrentado valientemente y de manera pública. A pesar de los años y de los estragos del mal, se ha mantenido vigente en la actuación y es un destacado activista, además de conservar los rasgos juveniles que parecían su marca registrada.
En el caso de Christopher Lloyd a pesar de tener una larga trayectoria en la actuación, para bien o para mal, su rostro ha quedado ligado al personaje del Dr. Emmett Brown, una especie de versión amable del genio loco de Frankenstein, que en lugar de criaturas, adapta vehículos de lujo para viajar por el tiempo.
Casualmente en la segunda entrega de la trilogía, Marty y Doc visitan este año de 2015 que se imaginaba muy avanzado en lo tecnológico. Aunque no he visto los monopatines voladores todavía, hace poco casi me estrello en la calle con un chico que iba sobre una especie de patín eléctrico, que en inglés se denomina ruedas inteligentes
(se ve que los dueños del invento confían en la inteligencia del dispositivo sin importar la del piloto), así que quizás no estemos lejos de ver el monopatín volador.
Al final siempre se puede regresar a los ochenta y la mejor forma es su música que fue un elemento muy importante en el desarrollo de esta película y en la identificación del público. Es memorable la versión algo adelantada que hace Marty de Johny B. Goode la canción de Chuck Berry que se considera de las primeras en la historia del Rock, pero sin duda si escuchamos a Huey Lewis & the News con su Power of Love, nos transportará a una sala de cine, en la cual disfrutamos con una película emblemática para la juventud de peinados extraterrestres. Al final, esa es la mejor máquina del tiempo.