Especial Decimocuarto Aniversario, 7
Educación
por Enric Quílez Castro

Recuerdo que cuando estudiaba en la universidad y cursaba la asignatura de Física, estaba leyendo por aquella época la novela RAMA 2, de Arthur C. Clarke y Gentry Lee, segunda entrega de las aventuras iniciadas en CITA CON RAMA. Concretamente, recuerdo que en dicha novela aparecía el concepto de velocidad límite, que se debe a las fuerzas de viscosidad y de fricción del aire y que hace posible la eficiencia de los paracaídas. También recuerdo que por aquel entonces, estábamos estudiando ese mismo concepto en Física, pero mediante ecuaciones diferenciales. Pensé por aquel entonces que el relato era muy claro y que serviría perfectamente para explicar de manera mucho más amena el concepto de velocidad límite.

Aunque no siempre es la intención de la literatura de ciencia-ficción, ni si quiera en la ciencia-ficción llamada dura o hard, hay multitud de ejemplos en el género que se pueden utilizar para ilustrar conceptos científicos, para explicarlos y para divulgarlos de manera amplia y comprensible.

Estoy pensando en las explicaciones sobre los pares EPR y la desigualdad de Bell que se dan en EL MUNDO AL FINAL DEL TIEMPO de Frederik Pohl, las disquisiciones sobre agujeros negros y horizontes de sucesos de Tras el incierto horizonte, también de Frederik Pohl, las cuestiones sobre la clonación de LA TORRE DE CRISTAL, de Robert Silverberg o las múltiples explicaciones sobre ingeniería espacial de la Saga de Chanur, de C. J. Cherryh, por citar unos pocos ejemplos.

Como decía, la ciencia-ficción no siempre escoge esta línea de divulgación, ya que muchas veces, más que explicar determinados principios físicos, químicos, biológicos o sociales, se prefiere analizar sus consecuencias. Eso, en mi opinión, también es educativo.

Afirmaba Miquel Barceló, prohombre de la ciencia-ficción española, que en alguna de sus conferencias ante profesionales de carácter humanista, como juristas, él recomendaba que utilizasen la ciencia-ficción para explorar y para analizar posibles mundos en los que las leyes fuesen diferentes. Algo que en la realidad costaría mucho de hacer, la ciencia-ficción permitía explorarlo de manera natural, aunque siempre salvando las distancias, claro.

También las ciencias sociales entran, desde luego, en esta posibilidad de divulgación. Algunos libros de Michael F. Flynn, como EIFELHEIM o EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS, se habla ampliamente de la historia, la economía, la geografía y la estadística desde un punto de vista matemático y divulgador.

Algunos conceptos científicos modernos parecen haber surgido de la ciencia-ficción, aunque no sea así, como la teoría del caos, los fractales o la mecánica cuántica y la teoría de la Relatividad. Ello es así, porque estas materias encajan como un guante en el género a la hora de explicar conceptos y jugar con ellos, extrayendo consecuencias muchas veces inusitadas.

Por otro lado, tanto la mecánica cuántica, como la teoría de la Relatividad, como la teoría del caos, parecen haber surgido de una mente calenturienta y tal vez por ello encajan tan bien en los espacios literarios que define la ciencia-ficción, no necesariamente de la variante hard.

Hay dos elementos claramente fantásticos —al menos todavía hoy día— que son propios del género y que tienen un potencial educativo social enorme: los robots humaniformes inteligentes y los extraterrestres inteligentes.

En ambos casos, estamos antes constructos de la imaginación, pues no tenemos constancia de que existan en el mundo real, al menos todavía. Ambos nos permiten imaginar situaciones sociales comunes desde una óptica muy especial.

Por ejemplo, en la reciente película DISTRITO 9, se trata el tema alien desde el punto de vista de la inmigración tercermundista. Los aliens SON inmigrantes pobres y más o menos indefensos, explotados sin manías por los humanos.

Por otro lado, tenemos los robots asimovianos, sometidos a las famosas tres leyes de la robótica (YO, ROBOT, SUEÑOS DE ROBOT, ROBOTS E IMPERIO, etc) y que nos permiten explorar diferentes códigos éticos, así como sus limitaciones, a partir de premisas muy simples. Asimismo, el choque entre el hombre y la máquina y el tradicional y muy arraigado complejo de Frankenstein, hace que la psicología humana, esta vez ante lo similar, ante una posible competencia, se muestre con toda su crudeza.

Y no podemos obviar el enorme poder prospectivo y educativo de las distopías. Lo que puede ser muy difícil de explicar desde un punto de vista filosófico o recurriendo al ensayo, se hace muy patente cuando se recurre a unos personajes carismáticos en un entorno bien definido. Estoy pensando en novelas tan impactantes del siglo XX, como 1984 de George Orwell, UN MUNDO FELIZ de Aldous Huxley o ESTE DÍA PERFECTO, de Ira Levin.

Otras novelas y relatos del fin del mundo o de una gran catástrofe ecológica, también han hecho mucho por divulgar a los cuatro vientos problemas como la guerra nuclear (LA PARADOJA DE FERMI, de Frederik Pohl) la devastación ecológica (TIERRA de David Brin o DONDE SOLÍAN CANTAR LOS DULCES PÁJAROS, de Kate Wilhelm) el cambio climático (EL MUNDO SUMERGIDO, de J. G. Ballard) o la autodestrucción social (BARBAGRÍS de Brian W. Aldiss o LOS GENOCIDAS, de Thomas M. Disch)

La ciencia-ficción es rica en ejemplos como los anteriormente expuestos. Analizar los errores del presente desde una óptica futurista permite plantear ciertos temas de manera mucho más abierta de lo que de otra manera se haría, aunque sea recurriendo a metáforas y el potencial educativo del género en este sentido es enorme, pues abarca décadas y décadas de novelas y relatos que van en esta línea de visión.

En la antigua Unión Soviética se estimulaba la lectura de la ciencia-ficción porque creían que ello permitiría que la ciencia y la tecnología progresasen y tuviesen más éxito entre los estudiantes. Es una visión algo ingenua, pero no está exenta de una cierta razón. El potencial educativo del género es enorme y no me extraña encontrar a veces ofertas de cursos universitarios con peculiares títulos como La ciencia y la ciencia-ficción o Aprenda física mediante la ciencia-ficción. Al parecer, funciona.

© Enric Quílez Castro
(993 palabras) Créditos
Enric Quilez Castro mantiene el blog El mundo de Yarhel.