Hace ya bastantes años, unos veintitantos (cielos, qué viejo soy) recibí una carta (en aquella época era el método tradicional de comunicarnos cuando no podíamos encontrarnos físicamente; la alternativa a esto, el teléfono, era demasiado cara) de cierto especialista en cine fantástico (omitiré púdicamente su nombre, aunque hoy en día tampoco creo que este le dijera a nadie nada, no sé en qué anda si es que aún lo hace) en el que me mostraba su sorpresa ante el hecho de que pensábamos continuar publicando el fanzine que hacíamos por aquel entonces unos amiguetes y yo, Tránsito, en el que él era un colaborador habitual, dado que ya volvíamos a tener a nuestra disposición —y bolsillo— de aficionados a la ciencia-ficción, una revista profesional dedicada al género (una de tantas que abrió y cerró en aquellos años) Yo le respondí que Tránsito no era una revista profesional, ni lo pretendía, y que nosotros sólo éramos unos humildes aficionados a la ciencia-ficción que queríamos publicar la revista que a nosotros nos gustaría recibir en el buzón y compartirla con otras personas. Que no era un negocio, que no pretendía serlo y que, precisamente por ello, el enfoque que le dábamos, nos parecía diferente —y complementario— al que le podía dar una revista, condicionada siempre por el capital y por un director que tenía que intentar, como fuera, que se vendiera por encima de unos mínimos.
No recuerdo en qué terminó el intercambio epistolar, si yo le convencí o si él me dejó por imposible, probablemente fue esto último, pero el hecho es que Tránsito siguió publicando más o menos regularmente hasta 1989, cuando feneció por muerte natural y agotamiento de sus editores (no cuento un último número publicado en 1993 en un intento fallido de resucitarla) mientras que la revista profesional que nos iba a retirar a todos los faneditores cerraba al cabo de unos meses y unos cuantos números al no poder mantener unas ventas que su editor consideraba mínimas respecto a los recursos invertidos en ella.
No voy a ponerme aquí a pontificar aquí acerca de las virtudes de las publicaciones no profesionales frente a las que lo son, ya lo hice en alguna otra ocasión y siempre creí que no supe hacerme entender correctamente. Pero sí que me gustaría que, aprovechando el ejemplo anterior, reflexionara usted, que tan amablemente pierde su tiempo leyéndome, acerca de los motivos que pueden empujar a una o varias personas a ponerse al frente de un proyecto altruista, a emplear sus horas libres, que muchas veces tiene que robar a la familia, a los libros, a los amigos, para picar textos, maquetarlos, mantener correspondencia con los colaboradores, perseguirlos para que cumplan los plazos de entrega... y eso que, hoy en día, con el invento este del Internet, todo se ha simplificado muchísimo. Incluso la propia edición ha cambiado radicalmente aunque aún nos cueste entenderlo a los que llevamos en esto seguramente demasiados años. Ya no es imprescindible el soporte físico, uno puedo editar en formato electrónico y, si quiere, el lector ya se lo imprimirá en su casa en papel y se lo leerá donde quiera, con el consiguiente ahorro de inversión que precisa para publicar (y el tener que levantar la tirada, buscar un almacén para guardarla, gastarse un buen dinero en distribuirla y conseguir luego cobrar lo que se venda) Evidentemente que somos aún, yo el primero, unos fetichistas del papel y parece que, si no está editado en este medio, al no poder ponerlo en la estantería junto a los BEM o los Nebulae, esa publicación no cuenta... pero aún así existe.
Pero entonces, si no es el fin de hacerse ricos y vivir de esto, ¿qué es lo que motiva a los editores no profesionales a pelarse las cejas noche tras noche en un proyecto que sólo les deparará satisfacciones morales (y algún que otro disgusto, no nos engañemos)? Pues, simplemente, su amor a la Ciencia-ficción, a la Fantasía, al Terror... el pretender añadir su gotita de agua en difundir textos, debatir ideas con otros aficionados y aprender cosas.
Ni más, ni menos.
Y eso me lleva a las bitácoras y a los Portales dedicados a la ciencia-ficción que en los últimos años han ido aparecido (y en ocasiones, desapareciendo) en Internet, más o menos especializados en segmentos concretos: foros, noticias, relatos, artículos y que, sin ninguna duda, compensan los baches editoriales que, más o menos periódicamente, sacuden nuestro panorama cienciaficciónístico nacional. Incido aquí en la actual ausencia de revistas profesionales de ciencia-ficción tras el cierre de la excelente Asimov Ciencia-ficción, la reconversión de Galaxia en un suplemento, la congelación de Solaris, ya parece que definitiva y el impás en el que se halla sumida la más veterana, Gigamesh, tras el cese de su director y que, como ha sucedido siempre, son compensadas por las no profesionales: Tierras de Acero MGZN, Alfa Eridani, Miasma, Sable, Aurora Bitzine, Vórtice en linea y alguna otra que ahora seguro que olvido por lo que pido disculpas a sus editores.
La siguiente pregunta que se me ocurre, visto el panorama actual es si las revistas profesionales de ciencia-ficción tienen aún algún futuro en España o acabarán por desaparecer completamente dentro de unos años. Sinceramente, no lo sé. Será cosa de dejar pasar el tiempo y observar qué sucede.
Y siguiendo con los Portales, no podría acabar este escrito sin dejar de referirme a cierto Sitio que no voy a mencionar aquí, porque me han dicho que mejor que no lo haga, cuyo abyecto coordinador ha tenido la desfachatez de estar diez años actualizándolo semanalmente, con una puntualidad británica, con todo tipo de informaciones, comentarios, artículos acerca de la ciencia-ficción, la fantasía y el terror en todos los ámbitos Y malas lenguas dicen que va a seguir al menos cincuenta años más. ¡Qué terrible panorama!
No, no voy a mencionar ni al sujeto ni a su obra. Pero sí que voy a proponerle a usted que calcule por encima, amigo lector, las horas que dicho tipo lleva invertidas para convertir su portal en un claro referente de la ciencia-ficción española, donde uno puede ir siempre y estar casi seguro que hallará lo que busca. Y sepa que su esfuerzo y sacrificio, en ocasiones, se ha visto recompensado (moralmente) pero han sido las menos. Otras muchas habrá tenido que tragar bilis y aguantar tonterías e impertinencias de gente que menospreciaba su esfuerzo, insisto, sin contraprestación económica, lo cual, en una sociedad que cada vez se mueve más única y exclusivamente por el dinero, es de mucho mérito.
Diez años es mucho tiempo, y aunque yo no lo seguí desde sus tiernos inicios, sí que reconozco que hace años que soy uno de sus visitantes habituales. Y cada semana reincido. Y que sea por muchos años más.