Especial Stanislaw Lem, 3
Dos lecturas de Solaris
por Dixon Acosta

No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Un solo mundo, nuestro mundo nos basta, pero no nos gusta como es. Buscamos una imagen ideal de nuestro propio mundo.

SOLARIS (Novela, 1961)

Stanislaw Lem, pareciera no haber escrito un libro de ciencia-ficción, sino un manual de psicología avanzada para físicos o una cartilla de física para psicólogos. Su propósito quizás es descubrir o redescubrir los recovecos de la mente (si se quiere el alma) humana, mientras unos hombres de laboratorio (a cambio de ratas) duermen en un diván, al vaivén de un misterioso océano en un remoto planeta.

Solaris más que un planeta es un mar. El mar siempre ha originado en los hombres sueños y miedos. Antes de lanzarse a viajar por los aires, el primer fluido que brindó la posibilidad de desplazarse o sumergirse fue el agua, así nació la profesión de navegante que ahora se aplica por igual, sin discriminación, tanto a pilotos como a digitadores de textos en Internet.

La novela, plantea las intrincadas relaciones de los hombres con sus congéneres pero sobre todo, consigo mismos. Para ejemplificar mejor su objetivo, retoma la relación más compleja de todas, la del amor entre un hombre y una mujer, pero apenas es una excusa más para condimentar su elucubración sobre el sentido de la vida humana, no es ni mucho menos una novela romántica, aunque algunos pudieran darle esa interpretación. Surge una pregunta transformada en múltiple, es acaso ese mar misterioso una criatura viviente? Es más, podría tratarse de un ser poderoso, con la capacidad de entrar en la mente de los hombres, revolver recuerdos, recrear miedos o deseos íntimos? Mucho más, podría equipararse a alguna especie de Dios juguetón, que gusta divertirse, entristecerse o enfurecerse con sus creaciones? O toda la intrincada trama sólo es fruto de la mente de un hombre, que se encarna en una masa, un músculo blando, con capacidades ilimitadas pero desconocidas? Solaris, no es más que un cerebro infantil en pleno crecimiento?

Cada lector aportará su propia respuesta.

SOLARIS (Película, 2002)

Al hablar de la película, me referiré a la cinta de Steven Soderbergh, no a la de Andrei Tarkovsky. Es comprensible que Lem renunciara avalar la versión estadounidense de su novela, con una lacónica sentencia: no me entendieron. Obviamente todo el complejo planteamiento de la obra literaria, sobre las relaciones, acciones y reacciones de la mente humana, en medio de un entorno desconocido, es muy difícil de llevar a la pantalla, lo lamentable es reducir todo a un sensiblero drama.

Es casi seguro que los espectadores de la película se aburran o se decepcionen con la novela si llegan a leerla, al encontrarse un abigarrada estructura, plena de teorías físicas y psicológicas, descripciones geográficas imposibles, arquitecturas extrañas, lo cierto es que los lectores que hayan sido atrapados por el relato, se llevarán una peor impresión con la película. Leer la novela es compartir el encierro de los protagonistas y sus fantasmas, sufrir hasta cierto modo claustrofobia. La película queda a medio camino, se enfoca en el drama personal del protagonista y un recuerdo con nombre de mujer. Si la historia original se resumiera en la tragedia romántica, podríamos decir que cumpliría su función.

El filme no es malo, pero tiene como gran sombra en su contra la versión literaria. Si se tratara de un guión original, seguramente tendría una buena calificación porque se aleja del esquema tradicional de las space operas, que ubica las fábulas medioevales en relucientes naves espaciales. En este caso, se recrea una tragedia humana, inmensa como la de quien pierde el ser amado y se enfrenta a su recuerdo tangible. Sin embargo, al ser versión de la novela surge la duda y la deuda, el verdadero protagonista, Solaris, queda reducido al fondo del escenario y obviamente los interrogantes que se plantearon al leer la novela, aquí ni siquiera se formulan.

La película no fue muy taquillera a pesar del rol protagónico de George Clooney, lo cual sería mucho más explicable si el filme fuera totalmente fiel a la obra literaria. En su momento no llegó a la mayoría de países latinoamericanos en el ciclo comercial, en mi caso, tuve oportunidad de apreciar esta cinta en una programación de cine arte. De todas formas, para quienes buscan películas de ciencia-ficción diferentes, puede ser un buen aperitivo. Por lo menos, incita e invita a ver algún día a SOLYARIS (1972), la película de Tarkovsky, e intentar una triple lectura, la cual por el momento queda pendiente.

© Dixon Acosta
(753 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Alfa Eridiani nº 17