Dar de reír al mundo es una de las cosas más serias que hay
Alfredo Bryce Echenique
La ciencia-ficción, a partir de ahora CF que es mas cortita y yo soy muy vago, aparte de ser dada de lado y menospreciada como un subproducto literario (cópienme cien veces la frase: la CF es cosa de marcianos, verdes y con trompetilla), tiene entre sus muchas objeciones la de ser seria, sesuda (algunas veces) y con referencias interminables hacia las ciencias denominadas duras. Por supuesto salvo un ínfimo numero de estudiosos en ciencias físicas los demás solemos decir: ¿donde vas bacalao? cuando nos encontramos que en medio de la batalla contra la flota de los ornitorrincos asesinos de Orión, el autor, se dedica a desgranar, en 320 páginas de nada, los últimos avances de la teoría de cuerdas y su relación con la supersimetría y las partículas S. La Física (que suspendía siempre), la ingeniería (creo que sirve para que nada funcione como es debido), la química (cuando recuerdo a Hide me entran las siete cosas) o la biología (carrera estudiada por muchas féminas de buen ver, al menos en Sevilla, y sí; es machista, lo siento, poco pero lo siento), son fuentes de creación de esas historias que extrapolan los conocimientos del momento en que se escriben a futuros mas o menos próximo. Fuentes no exclusivas, pero si muy numerosas, que hacen que a la CF se le dedique un adjetivo calificativo, y peyorativo, mas: pesada.
Pero esto también ocurre en la literatura general también en la que se da la tendencia de premiar la rigurosidad, la veracidad, los acontecimientos creíbles y cotidianos en detrimento de otras formas de contar las historias. Es decir: básicamente aburrimiento (y recuérdenme que no debo de emplear gerundios si quiero llegar a destacar en la escribidura). Si nos basamos sólo en la última literatura española veremos que es de llorar, no por lo mala (que también), sino porque los tratamientos de las situaciones inducen a llorar de lo tristes y agobiantes que son. El realismo nos acongoja en una obra si y en otra también.
Pero hay otra manera de contar historias que consiste en usar el humor. Este humor que se constituye en una forma de terapia. Reírse con, y nunca de, las situaciones o los protagonistas es una manera lúdica y agradable de entender la vida.
¿Una historia de CF puede ser humorística? ¡Claro que sí! ¿Por qué no? Sin embargo parece que los autores se han vuelto tan vulcanos, o sea lógicos de parapillo, que lo del humor parece una herejía condenada a la hoguera, o mejor al láser. Pocos son los que se arriesgan a usar el humorismo para explicar una historia o contar una anécdota. Tal vez sea porque los seguidores de la CF son mas pragmáticos y lógicos como para pensar que mediante el humor se pueden conseguir resultados interesantes. Porque, dejémonos de tonterías, la CF tiene mucho de mesiánico y esto está reñido con el humor. No estaría bonito contar que mientras el héroe, Aznar de apellido, (y que no se me mosqueen los aznarkis) ataca al imperio de turno, se le escapaba un cuesco del canguelo al ver que se le venía encima toda la flota thorbod (son los marcianos con trompetilla). Eso resultaría simpático y gracioso pero en modo alguno heroico.
Para terminar, y antes de que me tiren tomates virtuales, y ya que celebramos este aniversario de 2005 (ya pueden rimarlo, no se priven, me doy por hincado) querría efectuar un ruego: se debería (deberían los otros que a mi me da la risa y soy un paquete) incidir mucho mas en el humor que en la tragedia. Es cierto que es difícil pero también es muy agradecido. Ponga una sonrisa en su vida (¿tiene copyright esto? lo digo por vendérselo a una marca de dentífricos), que para llorar ya tenemos los informativos diarios.