¿Qué tiene la novela negra que no tenga la ciencia-ficción?
por Francisco José Súñer Iglesias

Esta pregunta se la hacen frecuentemente los aficionados que, comprobando el tratamiento de favor que se le da a la llamada novela negra, no comprenden porque se margina la ciencia-ficción mientras se ensalzan los supuestos valores de las aventuras detectivescas.

Ambos géneros salieron del mismo horno, los pulp, con Astounding, y Black Mash como referencias ineludibles en cada caso, y siguieron trayectorias paralelas, hasta que a cierto segmento de la intelectualidad de los cincuenta y sesenta le cayó en gracia el relato policiaco yanki del periodo de entreguerras, sacándolo del guetto de la literatura popular.

¿Qué tiene la novela negra que no tenga la ciencia-ficción? Literariamente nada, ambas son hijas de una época en la que la literatura popular era, junto a la radio y de forma más esporádica el cine, los únicos medios de escapismo al alcance de las masas de trabajadores de niveles medio-bajo. Resulta sorprendente hacer un repaso por las publicaciones pulp de los años 20, 30 40 y 50. Prácticamente todos los temas, desde el romántico hasta el deportivo se trataba en ellos, y desde luego, los relatos detectivescos y fantásticos. En esas revistas, había cabida literaria para todo, desde lo delezbable hasta lo admirable, y es precisamente esto último lo que ha sobrevivido; Asimov, Heinlein, Hammett, Chandler, Himes, y otros tantos. Y lo más determinante de todo; muchos autores aprovechaban su habilidad narrativa sin importarles el género, el Fredric Brown, de MARCIANO, VETE A CASA, o UNIVERSO DE LOCOS es el mismo de LA NOCHE A TRAVES DEL ESPEJO o EL ASESINATO COMO DIVERSIÓN.

¿Por qué entonces esa diferenciación entre géneros? Se ha intentado justificar esa elevación a los altares de la novela negra (ojo, no la novela policiaca clásica, según esta escuela crítica, Agatha Christie o Conan Doyle eran simples garbanceros) por su acercamiento a la realidad social de cada momento, su bajada al infierno de las drogas y la delincuencia, y su teórica labor de denuncia social.

Estupideces. Los relatos de detectives, como la ciencia-ficción, sólo pretendían transportar a sus lectores a escenarios míticos, que no por cercanos eran menos exóticos. El lector quería verse inmerso en todas aquellas aventuras sórdidas de las que tenía abundantes noticias por la prensa, pero de las que desconocía los detalles reales. Los autores les daban esos sucesos condensados e idealizados, sin más interés personal que el puramente crematístico. Obviamente, gentes como Hammett, ex-Pinckerton, sabía muy bien de lo que hablaba, pero no por ello sus novelas dejan de ser un simple producto de entretenimiento.

Por mi parte creo que, teniendo en cuenta el tipo de público al que iba dirigida, la novela negra era muy asequible para el analista interesado, al que resultaba extremadamente sencillo extraer complejos análisis políticos y sociales de la misma; hablaba de aspectos marginales de un mundo idealizado, pero real. Por si esto fuera poco, el crítico no tenía que complicarse la vida averiguando si las premisas científicas y tecnológicas en las que se basaba el argumento eran acertadas. Es más, la ciencia-ficción podía llegar a ser amenazadora para cierto segmento de la intelectualidad de izquierdas, obras como 1984 eran peligrosas puesto que denunciaban el estado de cosas a las que podía llevar la ideología comunista-prosovietica de moda, y eso, removía demasiadas conciencias.

© Francisco José Súñer Iglesias
(548 palabras) Créditos