Dion, un chaval de ocho años desarrolla repentinamente poderosos superpoderes que ni entiende ni sabe manejar. Su madre, viuda y en el paro, deberá bregar con las repentinas habilidades del chaval, igualmente desde el más absoluto desconcierto.
El argumento parece prometedor, pero una ejecución anodina y mediocre lo echa a perder. ¿Hasta que punto? Mucho: por un despiste me salté el segundo episodio... y la continuidad no se resintió. El segundo episodio, sencillamente, sobra, no sirve de nada, no aporta nada, ni adelanta nada, ni resuelve nada. Lo normal es que durante el tercer y el cuarto (que fueron los que vi hasta que me di cuenta de la omisión) algo me alertara, hubiera flecos sueltos, claves perdidas. Nada. La transición entre el primer y el tercer episodio es tan suave e indolora
que, sencillamente, ni me he molestado en ver ese segundo episodio.
El resto de la serie peca de lo mismo. Largos diálogos que no resuelven ni aportan nada, cuestiones personales que solo hacen de la serie un relato costumbrista, personajes tan estereotipados como insulsos, en definitiva, Educar a un superhéroe, sin ser un desastre total, que de cuando en cuando apunta maneras, es una producción perfectamente prescindible que no mejorará tu vida si la ves, pero tampoco te sentirás desplazado en el trabajo durante el descanso del café si no la ves.
¿Qué es lo destacable? Naturalmente los personajes disruptivos
, el supervillano de turno, representado por un gigantesco monstruo-relámpago, que se presenta envuelto en una tenebrosa tormenta y va exterminando, o asimilando, que no queda claro, a un super tras otro, y Charlotte Tuck (Deirdre Lovejoy) una super, cínica y descreída, que tiene como único objetivo en la vida no dejarse atrapar por el monstruo-relámpago, pero que cede al sentimentalismo y toma a Dion bajo su protección.
Otro personaje interesante es Brayden Mills (Griffin Robert Faulkner), un pequeño telépata que, pese a unas apariciones más bien episódicas, tiene todas las papeletas para convertirse en un formidable supervillano en próximas temporadas, si es que las hay.
De los demás poco que decir, Dion, interpretado por Ja´Siah Young, se comporta como se comportaría un niño de ocho años en esas circunstancias, su madre Nicole (Alisha Wainwright), se comporta igualmente como una madre desesperada, que todavía no a superado su viudedad y además está siempre al borde del desempleo, si bien tiene un gran apoyo en Pat (Jason Ritter), amigo y compañero de su marido. Es Pat, no obstante, un personaje irritante, enamorado de Nicole, carece de toda habilidad social lo que le hace rondarla de una forma tan torpe que acaba por hacerse odioso.
Como secundarios importantes tenemos a Suzanne Wu (Ali Ahn), jefa de Pat, y en el pasado del marido de Nicole, que está muy interesada por las habilidades de Dion, y los compañeros de éste, Esperanza (Sammi Haney), que confinada en su silla de ruedas intenta por todos los medios que esto no sea una limitación, y Jonathan (Gavin Munn), que en principio se comporta como un matoncete de patio de colegio, pero que también esconde su lado humano y talentos propios, aunque no superheroicos, que desarrolla cuando es obligado a interactuar con Dion y Esperanza.
Podría decirse que es una historia de superhéroes atípica, pero en realidad es una historia de superhéroes aburrida, hay quien la ha querido poner al mismo nivel que Stranger Things, pero está muy lejos de lograrlo. No es lo mismo una historia basada en la narrativa de Spielberg que en la de Spike Lee, la primera es idónea para este tipo de aventuras, pero la segunda sencillamente no, de hecho en Educar a un superhéroe prima la componente social (racismo, inseguridad ciudadana, paro, inadaptación, problemas económicos) sobre el leitmotiv principal, eso la hace más humana
, pero si además esto se relata de forma pausada y sin gran entusiasmo, ni sentido del espectáculo, el resultado es pobre para lo que debería ser una aventura superheróica.