Sinopsis
Fecha estelar 47215.5. Mientras trabaja en el rescate de la nave científica Raman, atrapada en la densa atmósfera de un mundo de condiciones extremas, La Forge recibe la noticia de la desaparición de la USS Hera, que capitaneaba su madre. Todo parece indicar que la capitán La Forge ha muerto con su tripulación, pero Geordei se aferra a la esperanza de que siga viva. Dicha esperanza se aviva cuando, mientras maneja la sonda robótica, su propia madre se le aparece en el puente de la nave siniestrada, implorándole ayuda. Todas las evidencias parecen confirmar que aquello fue una especie de alucinación, pero La Forge se obsesiona con la idea de salvar a su madre y a la tripulación de su nave, que, presumiblemente, se encuentra en la superficie del infernal planeta.
En principio, esta historia iba a estar protagonizada por Riker, pero Menosky, considerando que el primer oficial ya había protagonizado demasiados capítulos, la reescribió para La Forge. Esto fue un acierto, ya que, gracias a ello, los fans pudimos conocer por fin a los progenitores de Geordei, mencionados en AMIGA IMAGINARIA. En aquella ocasión se dejó claro que el padre de La Forge era un eminente exobiólogo, y su madre una competente oficial de la Flota.
El tema principal del episodio es el de la reacción de los hijos ante la muerte de uno de sus padres. La verdad es que, en lo que a ciencia-ficción se refiere, el relato no es muy original, ya que los espectadores nos damos cuenta enseguida de que aquella no puede ser, de ninguna manera, la madre de Geordei, puesto que, cuando se perdió contacto con ella, la USS Hera se hallaba a trescientos años luz de allí. Pero la actitud de La Forge ante tal aparición le sirve a Menosky para presentar el problema de fondo, revelándonos que incluso alguien tan centrado y lógico como él puede observar un comportamiento preocupante, cuando está atravesando por una crisis emocional.
Y hablando de lógica, es revelador el comportamiento de Data. Cuando Geordei se dispone a utilizar la sonda para ayudar a su madre, contraviniendo las órdenes explícitas del capitán, el androide, que, no lo olvidemos, es el superior inmediato del ingeniero, opta por secundarle en sus acciones. Cualquiera podría esperar que el androide cumpliera al pie de la letra lo ordenado por Picard, incluso arrestando a Geordei de ser preciso. Pero Data, reaccionando como una persona preocupada por el bienestar de un amigo, y sabedor de que La Forge persistirá en su proceder, decide ayudarle con el control de la sonda. Su actitud es muy humana y revela que, como diría Brent Spiner en más de una ocasión: Data sí tiene sentimientos. Lo que ocurre es que, dada su naturaleza, no es consciente de ello
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Como averiguaremos al final, la capitán Silva La Forge es, en realidad, una forma de vida inteligente que habita la superficie de ese mundo infernal, y que, junto a otros de su especie, se vio atrapada en la Raman en las capas medias de la atmósfera de ese planeta, una zona en la que no pueden sobrevivir durante mucho tiempo. De ahí su insistencia en convencer a su hijo para que haga descender la nave, haciéndole creer que en la superficie se encuentra la Hera con la autora de sus días todavía viva. Este ser, que semeja una llama viviente, se enmascara como una transmisión holográfica de Silva La Forge, pues, gracias al sistema de la sonda robótica que maneja el ingeniero, ha podido acceder a la mente de este y a sus intensos y dolorosos recuerdos sobre su madre.
Lo más interesante del episodio es esta sonda, basada en la realidad virtual, con la que se puede trabajar en lugares en principio inaccesibles a un ser humano, como la peligrosa atmósfera de un gigante gaseoso. Se trata de una tecnología experimental y revolucionaria, que por desgracia no volveríamos a ver.
Los actores que interpretan a los padres de La Forge ya habían trabajado con Levar Burton en Raíces. La intervención de Ben Vereen es muy corta, ya que fue filmada aprovechando la jornada de descanso de este en la obra que representaba en Broadway.
Poco más se puede decir de un episodio de calidad media como este, que, sin embargo, como casi todas las historias que nos ha deparado la serie en sus siete temporadas, resulta muy entretenido. No destaca como uno de los mejores capítulos de TNG, ciertamente; pero, comparado con los bodrios políticamente correctos que nos endosan ahora las tropecientas series que pululan por ahí, es una maravilla.