Sinopsis
Fecha estelar 45959.1. La Enterprise arriba a La Tierra, siguiendo las órdenes del mando de la flota, pues en una caverna de San Francisco se han hallado diversos objetos del siglo XIX, además de haberse descubierto rastros de ondas triólicas en ese lugar. Puesto que en La Tierra no existe una forma de energía semejante, las autoridades suponen que una avanzada alienígena exploró en el pasado la California decimonónica. Lo más inquietante, y lo que ha motivado la presencia de la Enterprise, es que en la gruta también se ha encontrado una cabeza androide, que Data identifica como suya. LaForge detecta una célula fósil en la caverna, que parece indicar que los extraterrestres provenían de Devidia II, planeta del sector Marrab. La nave estelar se dirige hacia allí, mientras la tripulación se muestra muy afectada por la posible muerte del oficial Data. Poco después, durante el transcurso de un experimento para intentar contactar con los alienígenas, Data desaparece, resultando transportado al pasado. Picard y sus oficiales, siguiendo a los extraterrestres, también viajan al siglo XIX, donde el equipo de misión empieza a investigar las extrañas muertes que está provocando una epidemia de cólera. Beverly descubre, en la Morgue del San Francisco de la época, que mucha gente ha muerto no a consecuencia de la epidemia, sino porque la energía electroquímica de sus cerebros ha sido drenada de algún modo, y aventura la espeluznante posibilidad de que los alienígenas la estén utilizando como alimento.
La Nueva Generación sigue viva, con buena salud y creciendo.
Michael Piller
La noticia de que se estaba preparando una nueva serie trek, DS9, entusiasmó a bastantes trekkies, pero otros muchos empezaron a temer que eso significara el fin de TNG. De forma que el rodaje de un episodio doble, que enlazaría la quinta y sexta temporadas, fue publicitado al máximo, ya que los productores de La Nueva Generación querían tranquilizar a los fans de la producción, transmitiéndoles su intención de seguir adelante al menos durante un año más.
Aunque el tema de las alteraciones o distorsiones temporales había sido tratado con profusión a lo largo de la serie, LA FLECHA DEL TIEMPO es original por presentar la primera incursión real de Picard y su gente en otro periodo histórico. Menosky y Piller tenían claro desde el principio que el primero en viajar al pasado sería Data. Pero, ¿a qué época enviar al androide, al que luego seguiría el resto de la tripulación, salvo Worf? Las opciones que se barajaron fueron 1930, 1960 y 1990. Sin embargo, pronto fueron descartadas, ya que Kirk había visitado La Tierra de 1930 en LA CIUDAD EN EL LÍMITE DE LA ETERNIDAD, la de 1960 en EL MAÑANA ES AYER y MISIÓN: LA TIERRA, y la de 1986 en STAR TREK IV-MISIÓN: SALVAR LA TIERRA. Esto determinó que los guionistas decidieran ambientar buena parte de la acción a finales del siglo XIX, en el San Francisco de 1890.
Para Brent Spiner este es uno de los episodios más queridos, porque en el mismo se revela a los fans que, a pesar de su naturaleza artificial, que le otorga una longevidad extrema, Data también acabará muriendo, como todos nosotros. La primera parte del episodio plantea varios interrogantes relacionados con las misteriosas criaturas alienígenas, pero lo más interesante, con diferencia, es la reacción de la tripulación ante el descubrimiento de que Data, al que todos admiran, respetan y consideran casi invulnerable físicamente, va a perecer. Cada uno responde, más o menos, como los trekkies esperamos de él. La reacción más conmovedora es la de LaForge, que considera al androide su mejor amigo. Geordi necesita hablar de ello, tal vez para enfrentarse a sus sentimientos sobre su propia mortalidad. Riker reacciona de un modo visceral, pues no acaba de comprender que Data asuma con tanta frialdad la posibilidad de morir en el pasado. El capitán apenas dice nada, pero las miradas de tristeza que ocasionalmente dirige a su oficial científico son harto elocuentes. Y luego tenemos a Worf, que, como buen klingon, desearía encontrar una muerte honorable junto a su superior. La consejera, por su parte, le recuerda a Riker la definición que Data hace de la amistad, tal y como él la percibe dada su naturaleza. Las palabras de Deanna llegan al corazón de todo trekkie, que comparte la tristeza y la sensación de impotencia de los compañeros del androide ante su más que previsible deceso.
En realidad, Picard y los demás, como los espectadores, siempre hemos sabido que la existencia de Data no podía ser eterna. Lo que cambia las cosas es la presencia en la caverna de la cabeza medio destrozada del androide, como recordatorio de la inexorabilidad del destino. Es un truco de guión sencillamente magistral, que sirve para poner un escalofrío en la espalda de los trekkies, inmediatamente antes de los créditos iniciales de la primera parte, y como inquietante imagen fija final de la segunda.
Trasladado al siglo XIX, Data nos demuestra su extraordinaria adaptabilidad, no importa lo desconcertante o confusa que sea la situación. Nadie es capaz de acomodarse a la realidad del momento y sacar partido de ella como nuestro admirado robot humaniforme, que diría el Buen Doctor. En un abrir y cerrar de ojos domina la situación, lo que da pie a algunos pasajes cómicos, como su relación con el pícaro botones, la facilidad con que despluma a los tahúres profesionales con su cara de póquer, o que trate de justificar su extraña y pálida apariencia presentándose como francés. Por cierto, la identidad del botones fue una agradable sorpresa para este trekkie, ya que se trata de uno de mis escritores preferidos.
Picard también tiene ocasión de lucirse, ya que, en un inesperado e inteligente giro del guión, tendrá ocasión de encontrarse por vez primera con Guinan..., algo que la interesada le había advertido previamente que tenía que pasar. De ahí que Jean-Luc, contraviniendo las ordenanzas y la costumbre de la Flota Estelar, por la que los capitanes raras veces comandan equipos de misión, se pone al frente de su gente para viajar al pasado. La idea era mostrarnos el origen de la amistad entre el capitán y Guinan, y en ese sentido funciona a la perfección. El problema es que... ¡Guinan es negra! De modo que nadie que conozca bien la historia de USA puede creerse que la Guinan decimonónica viva rodeada de lujo y adoración, codeándose con la flor y nata de la alta sociedad del San Francisco de 1890. En este punto concreto, el episodio es tan políticamente correcto que bordea el absurdo, porque es imposible que una mujer negra (no afroamericana como dicen los idiotas) viviera así en aquel tiempo y lugar. No obstante, como LA FLECHA DEL TIEMPO es un capítulo tan bueno, puede perdonársele esta mínima concesión a la corrección política.
Hacer que nuestros héroes interactúen nada menos que con Samuel Clemens, más conocido por su seudónimo literario de Mark Twain, aumenta el interés del episodio. El novelista es presentado como un tipo extremadamente curioso, un tanto irreverente llegado el caso y bastante metomentodo, que se las arregla para descubrir las verdaderas identidades de Picard y su gente y el motivo por el que están allí. De hecho, incluso llega a viajar brevemente al siglo XXIV, a conocer el para él inimaginable nave estelar y a quedarse perplejo ante Worf, al que confunde con un hombre lobo. Jerry Hardin realizó una interpretación memorable, y en algunos momentos brilla al mismo nivel que los actores fijos.
Algo que me gustó del episodio es la determinación del capitán a la hora de acabar con las execrables prácticas alienígenas en el siglo XIX. Jean-Luc intenta razonar con la mujer extraterrestre moribunda, ofreciéndole a su especie la posibilidad de buscar otra fuente de alimento para ellos. Ante la actitud intransigente de la criatura, Picard opta por la única solución viable: destruir el medio que utilizan esos seres para viajar al pasado. Esas entidades observan un comportamiento similar al de los vampiros espaciales de FUERZA VITAL (LIFEFORCE Tobe Hooper, 1985). Como ellos, ni piden ni dan cuartel. Por tanto, se impone combatirlos por todos los medios necesarios. Es evidente que al capitán no le gusta lo que tiene que hacer, porque podría significar la extinción de esa raza, pero no duda en hacerlo porque es lo justo y necesario. De rodarse el episodio hoy, los guionistas tendrían que hacer encaje de bolillos para salvar a los alienígenas, y evitar que el capitán tuviera que adoptar una postura tan fascista. Nunca me cansaré de repetir que los responsables actuales de la franquicia, desde Discovery para acá, han perdido por completo los papeles, prostituyendo la impronta humanista conocida como espíritu Roddenberry, que impregnó TOS, TNG, DS9 y VOY, introduciendo con calzador en el universo trek los delirantes postulados ideológicos post-modernos, con arreglo a los cuales la destrucción de esas criaturas tan peligrosas sería políticamente incorrecta y por tanto muy reprobable. De traca, vamos. Afortunadamente, en los años 90 del siglo pasado la sociedad estadounidense no estaba tan emponzoñada e idiotizada por la dogmática progre como hoy.
LA FLECHA DEL TIEMPO es un episodio trepidante, lleno de acción, con abundancia de persecuciones y peleas, además de sorpresas varias y pasajes verdaderamente hilarantes, en el que priman, sobre todo, la aventura y el humor. Un aperitivo ideal para adentrarnos en la sexta temporada, plagada de capítulos excelentes, algunos memorables, y sólo empañada por el decididamente prescindible AQUIEL.