Si tuviera más espacio también tendría más tiempo.
Argumento
Una larga fila de personas esperan pacientemente a ser atendidos, son los peticionarios, ciudadanos que expresarán una petición en las ventanillas con la esperanza de que les sea concedida. Los hay que quieren cambiar de trabajo, otros de vivienda, algunos quieren solicitar la autorización para tener un hijo. Sam, el protagonista, pretende pedir más espacio.
Las escasas posibilidades de cambio
En realidad no es una fila, son varias filas una junto a la otra de personas que tienen la esperanza de ser atendidos. A veces, como le ha ocurrido al protagonista, el tiempo de espera se prolonga tanto que tienen que abandonar la cola para no faltar al trabajo pero en esta ocasión parece que sí logrará llegar.
Hay unas estrictas normas que deben ser cumplidas o quien las incumpla será obligado a dejar el lugar, una muy importante es no rozar con fines sexuales a otras personas, también los alborotadores son sancionados. Al ser el tiempo de espera largo y el avance lento se producen conversaciones, algunos cuentan lo que esperan conseguir, otros cuentan anécdotas o hechos vividos y mientras que otros se limitan a escuchar.
El texto es en primera persona desde el punto de vista de Sam quien describe lo que ve alrededor, etiqueta a las personas que le rodean según su aspecto y por lo que cuentan, mezcla en lo narrado el presente y el pasado pues ciertos hechos que suceden en la fila o algunas personas cerca de él le recuerdan algún hecho ocurrido en su infancia o juventud. Todo el relato es lo que sucede en esas horas, en la espera y cuando finalmente es atendido. No es un relato de acción en el sentido habitual del término, es un relato intimista, reflexivo sobre las personas, sus deseos de cambio y el muro que encuentran ante ellos que les impide ese cambio. En el mundo de Sam todo está regulado, para cualquier cambio debe pedirse autorización, es un mundo superpoblado con leyes que coartan la libertad hasta límites extremos.
La burocracia atrae a la gente mediocre
Sam recuerda su infancia en la que las cosas eran distintas, las personas podían decidir por ellas mismas sobre aspectos de su vida algo que, en su realidad actual, ya no es así. El motivo del cambio no se acaba de explicar, tal vez ha sido la superpoblación que ha obligado a dejar en manos de otros las decisiones que anteriormente eran propias de cada uno, el hecho real es que se vive en un sistema en el que en pocos aspectos cabe la propia iniciativa.
No hay una acción de los personajes como puede haber en relatos distópicos con un enfrentamiento o lucha declarados, lo que hay es una continua conversación entre los peticionarios y los argumentos y las réplicas a estos en las ventanillas y todo el descontento suele acabar en la llamada Aceptación que podría ser también llamada resignación a la realidad. Sam argumentará su petición pero ¿qué puede ocurrir en un mundo superpoblado la petición de más espacio? Si a él se le concede, ¿quién deberá ceder y contentarse con menos? ¿Hay otras soluciones?
Lo tuyo y lo mío, para mí y para ti, mis derechos, tus derechos, vivir en sociedad, aceptar unas normas impuestas que se suponen para beneficio social pero ¿está ese beneficio común reñido con el individual? Esto en cuanto a los derechos, ¿qué hay de las obligaciones? ¿Son compatibles con los derechos básicos del ser humano o deben ser orientadas hacia el bien social?
La imagen de la portada, un cuadro del pintor René Magritte, ilustra perfectamente la esencia surrealista de esta historia.
El autor
John Hersey (1914-1933) nació en China de padres misioneros protestantes estadounidenses. Allí pasó la infancia hasta que decidieron volver a Estados Unidos en 1925. Fue profesor, escritor y periodista, ganó el Premio Pulitzer con su novela UNA CAMPANA PARA ADANO, que más tarde sería adaptada a la gran pantalla con Henry King como director. Con HIROSHIMA relató las secuelas de la bomba atómica y practicó el llamado nuevo periodismo consistente en usar técnicas de relatos de ficción para reportajes de no ficción. Fue corresponsal en la II Guerra Mundial para Newsweekly y colaboró con Time y The New Yorker. En 1950 Hersey fue investigado por el FBI por su posible relación con el Comunismo, básicamente por sus aportaciones financieras a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, como también lo fueron su hermano y otros periodistas. Fue crítico también con el sistema de enseñanza, en este sentido cabe destacar THE CHILD BUYER, la historia de un enigmático personaje que llega a una pequeña población para comprar un niño superdotado, la historia analiza las escuelas y los test de personalidad e inteligencia. En 1961 el libro fue finalista en el National Book Award.