Las palabras pueden ser conectores que nos lleven de un universo a otro con tan solo un puñado de letras que podemos encontrar por ahí. Y en este juego de palabras voy a viajar entre la literatura y la música de una forma un tanto extraña dado que las expresiones artísticas suelen alimentarse entre sí. Esa, a su vez, es la frase perfecta que suele esgrimirse como excusa para hablar de todo un poco y con un mínimo hilo conductor del que me hago responsable, a saber: ¿Qué relación podemos encontrar entre Trafalgar Medrano y la música?
En una anterior entrega, a la que me remito: https://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op02974.htm, hemos abordado algunas de las literatas precursoras de la ciencia-ficción en Latinoamérica hacia fines del s. XIX y comienzos del s. XX. Allí nos dedicamos a Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla de García, Adela Zamudio y Soledad Acosta.
En esta oportunidad volvemos sobre el tema, a poco más de un año de su fallecimiento, recordando a otra de las más importantes precursoras de la ciencia-ficción en Latinoamérica, la gran escritora Angélica Gorodischer.

Angélica Beatriz del Rosario Arcal de Gorodischer nació en Buenos Aires, Argentina, en 1928 y falleció en la ciudad de Rosario, lugar donde vivió casi toda su vida, un 5 de febrero de 2022. Fue una destacada escritora argentina, en particular cultora y pionera de la ciencia-ficción y la fantasía. Es considerada una de las voces femeninas, y feministas, referentes dentro de la ciencia-ficción en Iberoamérica, junto con escritoras de la talla de Elia Barceló.
Si bien su obra es amplia y prolongada en el tiempo, vivió casi 94 años, los amantes de la ciencia-ficción y la fantasía no podemos dejar de mencionarla como una referente en esas áreas. De una imaginación desbordante, para ella leer es adueñarse del mundo
.
En sus innumerables entrevistas reconoce como sus más importantes influencias literarias a las CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury, Lafferty, Philip K. Dick, Julio Verne e Isaac Asimov. Asimismo se declaraba admiradora de escritoras de la talla de Virginia Woolf, o las argentinas Silvina Ocampo y Victoria Ocampo.
Comenzó a publicar hacia 1960 y en materia de ciencia-ficción cuenta con títulos memorables como TRAFALGAR, KALPA IMPERIAL, B BAJO LAS JUBEAS EN FLOR, CASTA LUNA ELECTRÓNICA, OPUS DOS, LA NOCHE INOCENTE, FÁBULA DE LA VIRGEN Y EL BOMBERO, y un largo etc. que en otra oportunidad merecerán un comentario.
Sus obras más importantes en estos rubros son TRAFALGAR y KALPA IMPERIAL, esta última obra traducida en 2003 al inglés por Ursula K. Le Guin, máxima figura femenina de la ciencia-ficción anglosajona, de quien se sabe que mantuvieron una relación de amistad y admiración mutuas.
En esta ocasión traigo a colación a quizás su
gran personaje de la ciencia-ficción, al gran Trafalgar Medrano, para rendirle culto y honor a esta excelente escritora, pilar de la ciencia-ficción en Iberoamérica que tan bien supo captar la idiosincrasia del canchero urbano con ojo sociológico.
La novela

Esta es una novela publicada en Argentina en el año 1979. Se encuentra compuesta por una breve nota biográfica sobre Trafalgar Medrano, que le da una cierta entidad de personaje histórico, a la par que lo entroniza como una persona real. Y un conjunto de nueve relatos cortos sin más conexión entre sí que la presencia como principal protagonista en todos ellos de Trafalgar Medrano, quien se come el libro con su agradable caradurez y desparpajo, propias del argentino canchero
, o las referencias cruzadas entre los cuentos.
Cabe acotar que la autora, también presente en la novela como personaje, hace la siguiente sugerencia para quien así lo desee: se deben leer los capítulos o cuentos en el orden en que se presentan, aunque nada impide leerlos por separado o salteados.
El título TRAFALGAR de este libro hace referencia a un personaje del interior de la Argentina, un acomodado comerciante, viajante de comercio, que no tiene nada que ver con los accidentes geográficos ni las batallas que se han librado con ese nombre.
Los relatos incluidos son: A LA LUZ DE LA CASTA LUNA ELECTRÓNICA (único relato datado en 1973, el resto de 1979), SENSATEZ DEL CÍRCULO, DE NAVEGANTES, EL MEJOR DÍA DEL AÑO, LA LUCHA DE LA FAMILIA GONZÁLEZ POR UN MUNDO MEJOR, TRAFALGAR Y JOSEFINA, EL SEÑOR CAOS, CONSTANCIA, TRAFALGAR Y YO.
En EL MEJOR DÍA DEL AÑO, Trafalgar llega a un planeta en el que, mientras se aloja en un hotel, despierta cada día en una realidad diferente sin que se lo hayan advertido antes, por lo que Trafalgar hasta que capta lo que está sucediendo se ve envuelto en dudas y miedos propios de los saltos cuánticos.
En CONSTANCIA, Trafalgar Medrano se cruza con una bella dama que dice haber sido una esclava, pero que es todo lo contrario a la sumisión que pregona.
En SENSATEZ DEL CÍRCULO Trafalgar se encuentra con unos investigadores, antropólogos espaciales quizás, que estudian una civilización lindante con la bestialidad
y casi extinguida
que pasa sus día descansando y bailando. Lo cierto es que esta civilización en tiempos inmemoriales ha alcanzado la cima del conocimiento para que después el hastío y el aburrimiento acaben derrumbándola dejando solo en pie el afán de bailar como única forma de expresión.
En EL SEÑOR DEL CAOS Trafalgar se encuentra en el planeta Aleigarca, en donde al parecer reina un absoluto orden natural y racional pero que al poco de escarbar en la sociedad se descubre la brutal represión hacia los disidentes. El concepto de normalidad es abordado desde la indagación acerca de la locura.
En TRAFALGAR Y JOSEFINA, nos encontramos en Serprabel, un planeta organizado a través de un despótico régimen de castas. Fiel reflejo de la sociedad en el planeta Tierra, los personajes comentan, con ironía, que este sistema que impide la movilidad social pero tiene como ventaja la de evitar el desorden, a la par que aplaca toda posibilidad de una revolución.
Entonces y dadas las circunstancias, nos encontramos ante una falsa democracia en donde la máxima autoridad es elegida entre las castas inferiores, pero en realidad es solo una marioneta de los verdaderos dueños del poder que mantienen así sumidos en la ignorancia al pueblo. Trafalgar se ve envuelto en un conflicto relacionado con la violencia que se ejerce sobre el pueblo por lo que se ve obligado a huir.
En DE NAVEGANTES lo absurdo, junto a una Ucrania encubierta, lo lleva a Trafalgar a toparse con un planeta similar a la Tierra pero en vísperas del descubrimiento de América
, él presiona para que la historia, que en definitiva no es la historia de ese planeta sino el de la Tierra, se empareje con la de nuestro planeta, es decir, logra que los Reyes Católicos financien y avancen en tal empresa, siendo la reina Isabel quien se lleve todos los méritos en detrimento de la iglesia católica y el rey Fernando que se ven desprestigiados.
En CASTA LUNA ELECTRÓNICA desprestigia el discurso utopista feminista donde con ironía el matriarcado reinante haca que el planeta sea un sitio decadente por el manejo despótico del mismo.
En definitiva, la autora utiliza el recurso del cuento indirecto con maestría para narrar las peripecias de su personaje, haciendo que Trafalgar las relate siempre en un ambiente cerrado y controlado, sentado a una mesa de bar o club, normalmente en un cafetín
muy propio de Buenos Aires, con sus clásicos muebles de madera frente a un desfile interminable de tazas de café y a un oyente que jamás consigue reprimir su curiosidad, es que Trafalgar Medrano, un pícaro comerciante rosarino, compulsivo fumador y adicto al café, es un consumado narrador de historias y de sus experiencias por el éter. Es un canchero al cual uno nunca llega a saber si es en verdad un gran charlatán, por esto de la magistral suspensión de la credulidad que tan bien maneja Gorodischer en estos relatos.
El lenguaje utilizado es llano, casi espontáneo y esa es la mejor definición pues Angélica Gorodischer huye de la verborragia florida dado que está transcribiendo diálogos de gente común, y eso hace de los relatos algo agradable de leer: el lector tiene la sensación de estar escuchando a hurtadillas una verdadera conversación entre amigos, desde la mesa de al lado, en la que la conversación fluye sin que uno se detenga a pensar más de lo necesario en la verosimilitud de lo que oye.
Trafalgar suele reunirse con la cronista que, espera, plasme en un libro sus desventuras y entre taza y taza de café, en un bar, un domicilio, la biblioteca de Rosario, le narra sus peripecias galácticas.
En la mejor tradición del relato popular de club, de mesa de bar, hay diálogos limpios, extensos monólogos, pequeñas acotaciones, siempre sin perder ese toque de oralidad que invita a leer en voz alta. Cada capítulo del libro corresponde a un relato de un viaje diferente, contados a distintos interlocutores, pero estos interlocutores forman parte de un grupo de amigos de clase media y de mediana edad de una ciudad grande como Rosario que suspenden su credulidad y dan por sentado que los viajes de Trafalgar son en verdad algo rutinario.
La autora presenta los relatos de una manera casual, casi como algo irrelevante, cotidiano, con un cierto aire jocoso, hasta costumbrista se podría acotar. Trafalgar no se permite que el relato golpee contra la banquina de lo absurdo pues todo en él debe ser muy creíble. Y todos comienzan más o menos así, como en A LA LUZ DE LA CASTA LUNA ELECTRÓNICA:
Ayer estuve con Trafalgar Medrano. No es fácil encontrárselo. Siempre anda de aquí para allá en esos negocios suyos de exportación e importación. Pero de vez en cuando anda de allá para aquí y le gusta sentarse a tomar café y charlar con un amigo. Yo estaba en el Burgundy y cuando lo vi entrar casi no lo reconocí: se había afeitado el bigote...
La mecánica es la misma en todos los relatos, Trafalgar le cuenta sus viajes a sus amigos y conocidos y por eso cada capítulo viene a ser un relato independiente de un viaje a algún planeta de por ahí. Así es, de por ahí, porque no hay referencia cartográfica alguna. Y ese es un aspecto interesante y muy logrado de la novela: no saber a ciencia cierta si Trafalgar Medrano es un hombre de mundo y de mundos, un cuentista fabuloso o un desequilibrado mental.
Todas las conversaciones se desarrollan en Rosario, ciudad argentina, en la época actual, con amigos del protagonista que indudablemente jamás han abandonado el planeta y cuyo medio de transporte cotidiano es el autobús o su automóvil. El de Trafalgar es el Cacharro
, como él la denomina, la nave con la que atraviesa el espacio comerciando. De más está decir que a sus interlocutores la idea de viajar a otros mundos les es habitual exclusivamente porque son conocidos de Trafalgar.
¿Es una novela de ciencia-ficción?
Puede haber dos equipos que se atrincherarán en sus puestos y dirán, a favor: Cada historia que cuenta Trafalgar ocurre en un planeta lejano, al que ha viajado últimamente para comerciar. Hay naves espaciales, hechos sorprendentes y tecnologías extrañas, casi una space-ópera. Pero lo importante, lo que pretende enfatizar la autora, son las aventuras: el protagonista se verá envuelto en algún entuerto que puede ir desde un suceso anecdótico hasta una proeza que implique el cambio de todo un mundo. Y por el camino nos va mostrando sociedades extrañas pero arquetípicas. Eventos lindantes con lo absurdo, viajes en el tiempo, ucranias al dar una vuelta al universo y caer en un planeta tierra en la época de Colón, gente muerta que convive con los vivos, mujeres humanoides que lo seducen, etc.
En contra: precisamente las aventuras pertenecen más al mundo de la fantasía que al de la ciencia-ficción, pues las explicaciones científicas son accesorias o inexistentes. Vale un simple ejemplo: los muertos que se levantan en el mundo de González se deben seguramente al efecto del paso de un cometa
. De esa manera los muertos siguen en el mundo de los vivos importunándolos y obligándolos a tomar determinadas direcciones en su vida a los vivos.
No se sabe nada de las distancias entre los planetas y si viaja a velocidades relativistas, con qué tecnología, ni se tienen en cuenta las diferencias relativistas del paso del tiempo en el espacio y en la Tierra.
Salvo que se indique lo contrario, se da por hecho que los personajes que aparecen son humanos aunque difícilmente se pueda achacar a Gorodischer de antropocéntrica, Trafalgar suele tener romances en todos los planetas, lo que de inmediato me trae a la mente al capitán Kirk de la Enterprise, quien suele enamorar seres antropomorfos femeninos y que hablan inglés.
La comunicación no constituye jamás un problema, sin que se hable de un idioma intergaláctico o se presente cualquier otra excusa pertinente. Simplemente queda fuera de la intención de la autora.
En definitiva: no creo que importen las clasificaciones y/o encasillamientos, aunque podría enrolarse dentro de lo que se denomina speculative SF dado que Gorodischer deja de lado la tecnología como un fin en sí misma centrándose en las emociones y actitudes humanas personales o problemas sociales.
Dado su carácter aventuresco, su único fin es el de entretener con un lenguaje llano pero que lleva rápido hacia el siguiente relato. Sin embargo su lectura continuada podría hacerla un tanto pesada por la similitud entre los relatos, pero leído cada uno en forma independiente se disfruta muy bien y tiene la virtud que no ha envejecido para nada pues no hay más elementos de ciencia-ficción que los que introduce Medrano en sus historias.
Asimismo a favor tienen que están muy bien hilvanadas, recordemos que la autora nos insta a leerlos de corrido y sin saltos, hay tantos nombres y situaciones extravagantes que parece imposible que las esté inventando sobre la marcha. Y digo sobre la marcha porque, así son contadas, entre reiterados pedidos de más y más café, en mitad de conversaciones frecuentemente interrumpidas por sucesos externos. Basta que Trafalgar lleve contados dos párrafos de su historia para que el lector haya olvidado sus suspicacias de que no sea real y se vea absorbido por la misma curiosidad que inunda a su interlocutor, la curiosidad de saber cómo consiguió escapar de ésa si las tenía todas en contra.
Rellenan las historias, como ya dije, lugares comunes como el bar Bungury, su mozo, el decorado, los litros de café, el pucho sobre el cenicero y un pícaro al mejor estilo de Ijon Tichy de Stanislaw Lem, un personaje que recorre el universo en busca de aventuras, luchando contra injusticias, como Trafalgar, con quien comparte lo fantástico de sus proezas un tanto inverosímiles como indemostrables. En resumen, pese a que los nueve relatos repiten estructura podemos verlas como historias de un Ijon Tichy argentino.
La importancia del subtexto en la obra de Gorodischer
Gorodischer fue una escritora profundamente consustanciada con la realidad en la que vivió, la Argentina violenta de los sucesivos golpes de Estado y el machismo imperante de la época, contra el que luchó. Eso no le impidió escribir ficción, historias fantásticas, realidades alternativas, aunque como en el caso de Trafalgar con un extrañamiento antropológico que le permiten desarrollar una relación alegórica con la Argentina de la Junta y su Proceso de Reorganización Nacional.
Tengamos en cuenta que TRAFALGAR fue escrito durante la peor de las dictaduras en Argentina (1976/83) y con una gran originalidad utilizó el relato, la literatura evasiva, para mostrar las más diversas distopías regionales y regímenes sociales, las desigualdades sociales, lo duro de esa y otras dictaduras de la región como también a la sociedad tecnificada, la tiranía de los géneros o el peso del pasado sobre el agobiante presente.
Esos mundos tan distintos pero a la vez tan parecidos, luego de raspar un poquito la superficie, nos habla de nuestras miserias y problemas como civilización humana, quizás sin llegar a lo utópico, pero queriendo marcar un camino, tal vez como Ursula K. Le Guin, y en la que se sirve de la ciencia-ficción para plantear los problemas de la identidad argentina en un contexto en el que la identidad se pierde frente al discurso oficial de la historia del poder.
En resumen es este un libro muy entretenido, plagado de aventuras y fantasía bañada con una ciencia-ficción retro que se deja leer y pide otro cuento al final de cada capítulo pero siempre leyéndose sin la intención de verosimilitud propia de la ciencia-ficción dura sino desde la idea de que lo absurdo o extraño están presentes para explicar lo inexplicable. Por supuesto, puede ser la puerta para otras de sus obras, quizás luego puede llegar KALPA IMPERIAL, una obra mucho más densa y oscura de la que en otro momento hablaremos.
Es solamente una excusa para recordar a una precursora de la ciencia-ficción en Latinoamérica desde un lugar en que solía ser bastante difícil escribir libremente, por su género y por las constantes interrupciones a la democracia.
Sin embargo esto del charlatán que con su verba engatusa a sus oyentes de inmediato me lleva a la música. De hecho mi hija de nueve años siempre me suele decir: papá, para cada palabra que yo digo siempre te sabes una canción
y es que me gusta jugar a eso, a encontrar palabras claves que me lleven hacia otro lado y de improviso no puedo dejar de irme hacia un grupo de hip hop estadounidense, creado en 1979, casualmente en el año en que se publica TRAFALGAR.
¡Vieron que todo tiene que ver con todo!

Me refiero, ya deben sospecharlo, a The Sugarhill Gang y su gran éxito sencillo en EE. UU.: RAPPER´S DELIGHT, algo así como El deleite de rapero
o también conocido como Delicias de un charlatán
que pueden escuchar, como también otras canciones relacionadas con la ciencia-ficción, en la siguiente playlist: https://open.spotify.com/.
Aunque no fue la primera canción que se defina como de hip hop, sí ayudó a la popularización de este género en los Estados Unidos y el resto del mundo. Grabaron y publicaron tres versiones de la canción, cuanto lo menos, que varían en duración o en el formato en que se presentó, uno de más de 14 minutos, otra versión de 6 minutos y otra de casi 5.
Cualquiera de las versiones reseñadas de RAPPER´S DELIGHT vienen bien para comenzar la lectura de este libro. Hagan la prueba con este párrafo:
En el Burgundy.
¿Podrías —dijo Trafalgar— escribir un cuento con cada uno de mis viajes?
—Ni loca —le contesté—. En primer lugar los cuentos propuestos por los demás nunca sirven: los cuentos lo eligen a uno; no uno a los cuentos. No me repliques; mirá que el maestro Borges está de acuerdo conmigo.
Fumó y me miró a través del humito azul del corto negro sin filtro pestilente; un asco. Y además se sonrió.
—¿Y en segundo lugar? —dijo al rato.
—En segundo lugar tus viajes son siempre iguales.
—¡Eh; che; pará; cómo siempre iguales!
—Y; sí; te pasan un montón de cosas raras; te le tirás; generalmente con éxito; a la más linda que anda por ahí; ganás pilas de guita; ¿y en qué la gastás? En café amargo; cigarrillos negros y discos de pasta.
—¡Qué! ¿No te parece estupendo?
—No. Sí. Qué sé yo. A veces me dan ganas de matarte. Y a veces te envidio hasta el caracú.
Se rió otra vez; por entre el humo.
—Otro café; Marcos —dijo.