Sinopsis
Fecha estelar 46154.2. Algunos miembros de la dotación de la Enterprise empiezan a dar muestras de fatiga y estrés, como si no descansaran lo suficiente por las noches. Al mismo tiempo, un extraño fenómeno se manifiesta en una de las bodegas de carga. LaForge y Data piensan que puede tratarse de un acceso a otra realidad alternativa, o a otro universo. Si ambos incidentes están relacionados, Data y Geordei teorizan que es muy posible que, a través de esa especie de puerta, alguien o algo esté sacando tripulantes de la nave, en cada periodo de descanso, con un propósito desconocido.

El secuestro de personas, para ser utilizadas en experimentos médicos llevados a cabo por alienígenas, es un tópico de la ciencia-ficción, sobre todo a partir de los años 50 del pasado siglo, cuando empezaron a menudear los relatos narrados por gente supuestamente abducida. CISMAS trata el mismo tema, aunque gracias a su correcto guión, inspirado en parte por la obra de Lovecraft, adquiere visos casi terroríficos.
No obstante, y como suele ocurrir en todas las series de la franquicia desde los heroicos tiempos de TOS, varias ideas argumentales fueron excluidas del guión final, lo que molestó y no poco a Matthias y Wilkerso n. Los responsables del argumento original querían presentar una situación extremadamente tensa a bordo de la Enterprise, provocada por el comportamiento en principio inexplicable e ilógico de varios miembros de la tripulación. Esta premisa se respetó, pero los argumentistas no quedaron nada satisfechos con la conclusión del episodio, que consideraron decepcionante. Tuvieran razón o no Wilkerson y Matthias, lo cierto es que se trata de un buen capítulo, con cierto aire pulp.
El arranque de CISMAS es muy bueno, pues, sobre todo a través del personaje de Riker, se nos muestra que algo le está ocurriendo a la oficialidad de la nave. En principio, la actitud de Riker y Worf, o la más comedida de LaForg e, podrían deberse a un exceso de trabajo y a la falta de sueño. Pero la aparición de ese extraño fenómeno en una bodega de carga, induce al espectador a sospechar que la cosa es más complicada de lo que parece.
El desarrollo de la acción va sugiriendo la espeluznante posibilidad de que Riker y los otros estén siendo transportados fuera de la nave, para ser sometidos a experimentación en algún lugar del que todos guardan un nebuloso recuerdo. Esos experimentos son puramente biológicos, como apunta Crusher al descubrir que un tripulante abducido ha muerto porque su sangre fue transformada en una especie de fluido polimérico, o que a Will le han apuntado un brazo, reimplantándoselo después mediante una avanzadísima técnica quirúrgica.
Los extraterrestres, que luego se descubrirá habitan en un universo completamente distinto al nuestro, aprovechan las horas de sueño, en las que precisamente somos más vulnerables, para obtener sus especimenes, experimentar con ellos y posteriormente devolverlos a su universo y su nave, borrando la experiencia del consciente de sus víctimas. Pero no se puede borrar un recuerdo por completo. Algo, aunque sea sólo una brizna infinitesimal del mismo, permanece en el inconsciente. Ese algo resulta ser el laboratorio alienígena, del que cada uno de los abducidos recuerda retazos del mismo, que, convenientemente ensamblados, componen un todo. La tensión del episodio alcanza su clímax en la secuencia de la sala de hologramas, donde, gracias a las aportaciones de cada uno de ellos, se acaba generando la imagen de una siniestra camilla de laboratorio, dotada de unos adminículos horripilantes, que la asemejan un poco a una mesa de tortura.
Una vez desvelada la realidad de lo que está ocurriendo, se impone pararles los pies a esos seres, lo que al final se consigue gracias a la decidida actuación de Riker, que no duda en jugarse la vida para acabar con esa monstruosidad.
La conclusión del capítulo, como he dicho, no agradó a los argumentistas, que sostenían que hubiera sido mejor mantener el misterio sobre la apariencia física de los entes. Que Wilkerson y Matthias tenían razón se demostró poco más tarde, tras la emisión de CISMAS. Los fans valoraron el episodio, destacando la solidez de un guión no demasiado original pero eficaz, y la espléndida puesta en escena de Wiemer. Pero la opinión generalizada fue que mostrar a los alienígenas de una forma tan clara y concisa estropeaba el final. Estoy de acuerdo. Tal como yo lo veo, hubiera sido mejor mantener la incógnita sobre su aspecto, mostrándolos, como mucho, embutidos en esa especie de hábitos tibetanos que visten. Además, sus rostros de pez, con grandes y fríos ojos, no resultan nada inquietantes.
A pesar de la tibia acogida de CISMAS, Wilkerson y Matthias abogaron por recuperar a estos extraterrestres en posteriores episodios, más elaborados, pero los productores descartaron la idea. Y es una pena, porque la conclusión de CISMAS no revela ni las motivaciones ni las intenciones de esas criaturas, con lo cual la incertidumbre sobre ellas continúa. Data comenta que, quizá, sólo eran exploradores, pero Riker no comparte esa opinión, entre otras cosas, porque provocaron a sabiendas la muerte de un tripulante, y apunta que tal vez sentían algo más que mera curiosidad. Por si acaso, como más vale curarse en salud, Picard, a sugerencia de LaForge, decide emitir un aviso de prioridad a todas las naves de la Flota, para evitar que sus tripulaciones sean víctimas de esos misteriosos entes de un universo paralelo.
La parte cómica, que contrarresta un poco la tensión del episodio, corre a cargo, para no variar, de Data. Su lectura de poesía es más tediosa que contemplar cómo se seca un mamparo recién pintado. Evidentemente, y como le señala LaForge, aunque la estructura de sus versos es perfecta, les falta sentimiento, algo de lo que el androide toma buena nota.