Cecil B. DeMille dijo que una película debía empezar con un terremoto y de ahí, hacia arriba, y EL PROYECTO ADAM sigue al pie de la letra estas premisas. Lo primero que tenemos es al propio Adam (Ryan Reynolds) saltando en el tiempo (aunque de la Tierra no se mueve) en una arriesgada y espectacular maniobra hasta el presente
donde va a encontrarse consigo mismo cuanto todavía es un mozalbete bastante tocapelotas, lo que viene a ser una adolescente a uso, vamos. Lo malo es que la vida del Adam adolescente (Walker Scobell) es que pasa el día amenazado por la pandilla de matones habituales y además ha perdido a su padre hace poco, lo que agrava más si cabe su falta de sociabilidad.
El Adam del futuro tiene poco tiempo para tanta tontería (total sabre de sobra que el joven Adam acabará convertido en un hombre de provecho) porque se debe embarcar en la búsqueda de Laura (Zoe Saldana), su mujer, perdida como él en su pasado / nuestro presente. No todo va a ser fácil, por supuesto, porque la malvada Sorian (Catherine Keener) está más que interesada en cargarse al Adam adulto (y al joven, si se pone a tiro) y Laura, lo que lógicamente genera una serie de tiroteos, persecuciones y escenas de acción de los más espectacular.
La película sorprendentemente ochentena por cuanto recupera la mayoría de las claves que hicieron de esa década un referente en lo que respecta al cine de acción y aventuras, esto es, un guión ligero pero consistente, acción trepidante, grandes dosis de humor, protagonistas simpáticos, malos muy malos, y un final feliz.
Igualmente, si le van a buscar la menor coherencia en lo que respecta a los viajes en el tiempo, olvídense, no estamos en eso. De hecho cualquier historia de viajes en el tiempo es tan difícilmente coherente que solo las muy sencillas (pero igualmente complejas) consiguen no dejarse la mitad de los pelos en la gatera.
Los viajes adelante y atrás de Doc y Marty también había que cogerlos con pinzas, pero eso no fue obstáculo para que sus aventuras se hayan convertido en un clásico. Shawn Levy recupera ese espíritu en EL PROYECTO ADAM, lo actualiza y nos deja una película que quizá no pase a la historia del cine como su venerable predecesora, pero que probablemente embelesará a los más pequeños y devolverá a los mayores a otras épocas menos complicadas.
La cuestión es que pese a tratarse de una historia de viajes en el tiempo el argumento es confortablemente lineal. El Adam adulto viaja al pasado, donde se encuentra con el Adam niño, y los sucesivos saltos no rompen esa continuidad, hasta, lógicamente, el desenlace final, que por algo van brincando de ayer para hoy.
De hecho la película no pretende reinventar la rueda ni convertirse en una historia transcente. Ni falta que le hace. He leído unas cuantas críticas que se lamentan de eso, pero para variar, el comentarista de turno no entiende lo que está viendo. No se trata de una profunda reflexión sobre el espíritu humano, ni sobre los conflictos de los adolescentes, ni las familias desestructuradas, ni la ausencia del padre, ni el acoso escolar, esos sencillamente elementos que conforman la personalidad de Adam y que Shawn Levy se limita a mostrar, sin intención de profundizar en ellos porque esta no es esa película.
Esta es una película de tiros y acción.
Eso no quita para que Adam Reynols no le de buenos consejos a Adam Scobell sobre como sobrellevar y reconducir su actual vida de M. porque llegará un momento en el que todo lo que en ese parece una tragedia se diluirá y se irán presentando nuevas oportunidades en la vida que acabarán conformándole como la persona que será. Un mensaje bastante interesante para el público adolescente.
Recuerden, esta es una comedia de acción, no un ensayo videografico Dogma. Si tienen eso meridianamente claro, disfrutarán de la peli como cerdo en charca de barro.