Estrenada originalmente en el Sci-Fi Channel y lanzada posteriormente en vídeo tras el escaso éxito de su antecesora inmediata, SPECIES 3 (2004) falla en lo que hubiese sido la continuación lógica: aumentar aún más las apetencias de serie B de una saga notoria por su falta de vergüenza. Lamentablemente, y quizás debido a la mesura exigida a un producto televisivo, esta tercera entrega de los mujerones alienígenas resulta un traspié tremendo bajo cualquier estándar.
En esta ocasión la película rompe lazos con las entregas anteriores al descartar casi por completo la presencia de Natasha Henstridge, cuya participación se reduce a unos cuantos segundos al principio en uno de los más tristes cameos que he podido presenciar, uno que sólo existe debido a obligaciones de contrato por parte de la actriz, quien se había comprometido a aparecer en dos secuelas de estos hembrones extraterrestres. El resto de la trama sigue la odisea de una nueva alienígena llamada Sarah, hija de Eve y Patrick y un híbrido genéticamente perfecto que es robada al momento de su nacimiento por un inescrupuloso científico (interpretado por Robert Knepper, el T-Bag de Prison Break) con el objeto de criarla como una hija adoptiva y así estudiar de cerca la civilización interplanetaria que ha enviado a su especie a la Tierra. El argumento se toma bastantes libertades con respecto a las reglas establecidas en la primera película, siendo la principal de ellas el hecho de que, en esta ocasión, a la jovencita ya no le vale cualquier semental humano para reproducirse, sino que debe forzosamente buscar un macho de su propia raza. Esta trama se entrecruza con la historia paralela de otros híbridos alienígenas de ADN deficiente que buscan desesperadamente a un ejemplar superior que salvaguarde su línea genética.
La verdad es que no sé por qué hablo de la trama, ya que mis quejas no tienen nada que ver con el típico argumento de guiones malos o actuaciones pobres (si esta fuera mi displicencia principal con una película de la saga de SPECIES estaría yo de psiquiátrico). Mis problemas, de hecho, son otros. El primero es sin duda el tiempo de metraje; la versión unrated
del DVD dura casi dos horas, un auténtico despropósito teniendo en cuenta que las dos entregas anteriores apenas rozaban los noventa minutos. Dicha duración no se justifica, ya que hay largos trozos de la película en los que no ocurre nada de interés y que, por el contrario, se van en monsergas pseudo-científicas acerca de la investigación genética llevada a cabo por los protagonistas. La trama también tarda mucho en ponerse interesante y todo el rollo de los alienígenas enfermos parece sacado de otra película y no está integrado correctamente al argumento principal. El calificativo de unrated
también es engañoso, ya que el grado de violencia o contenido sexual de esta entrega es alarmantemente bajo. Esto último constituye, de hecho, mi segunda queja: la película nos ofrece mujeres atractivas, pero muy poco sexo (más bien casi nada). Y eso, en la tercera parte de [V:SPECIES (1995), es sencillamente imperdonable.
Sustituyendo a la antigua protagonista tenemos esta vez a Sunny Mabrey, que está muy guapa pero que no llega a los niveles de Natasha Henstridge, ya sea en belleza o presencia en pantalla. De hecho, su personaje va más por los derroteros de una colegiala-virgen-en-apuros cuyo tono es exageradamente frío, distante y sin la voluptuosidad de su predecesora, acentuando aún más si cabe el ya evidente subtexto de represión sexual que desprende toda la cinta. Todo esto hace un muy flaco favor a una saga que necesitaba un tratamiento diametralmente opuesto. Sin negar los atributos físicos de la chica, su presencia no tarda en pasar desapercibida, especialmente cuando, ya casi en el clímax de la película, hace su entrada la espectacular Amelia Cooke, quien hace de la alienígena mala (sabemos que es mala porque se viste de negro) superando tanto en atractivo como en actuación a la rubia protagonista. Sabiendo esto, resulta francamente inexplicable que sólo aparezca en los últimos treinta minutos, cuando ya nada puede salvar una secuela bastante lamentable.