ATTRACTION
ATTRACTION Rusia, 2017
Título original: Pritiazhenie
Dirección: Fedor Bondarchuk
Guión: Oleg Malovichko, Andrey Zolotarev
Producción: Fedor Bondarchuk, Dmitriy Rudovskiy, Mikhail Vrubel
Música: Ivan Burlyaev
Fotografía: Mikhail Khasaya
Duración: 132 min.
IMDb:
Reparto: Irina Starshenbaum (Yulya Lebedeva); Alexander Petrov (Artyom); Rinal Mukhametov (Hijken); Oleg Menshikov (Coronel Lebedev); Sergey Garmash (Vice-Primer Ministro); Nikita Kukushkin (Ruslan); Darya Rudenok (Svetlana Morozova)

Inundados como estamos por la forma de ver la ciencia-ficción por parte de los omnipotentes autores y directores estadounidenese, que de cuado en cuando nos caiga en las manos un ejemplo de cómo se hace y se entiende en otras partes del mundo es tan curioso como refrescante, sobre todo cuando la calidad visual está fuera de toda dura.

El resumen en simple, una nave extraterrestre entra en espacio aéreo ruso, y es derribada (no es algo que solo hagan los rusos, cualquier fuerza aérea del mundo intentará derribar cualquier objeto volador que no se identifique) con tan mala suerte que se estrella en una zona residencial de Moscú organizando una zapatiesta bastante importante. La zona del accidente es evacuada y aislada, poniéndola a cargo del coronel Lebedev, éste tiene una hija adolescente y rebeldona, Yulya, que se junta con los macarras del barrio, y un poco por cabezonería y un poco por curiosidad, les acompaña a la zona de exclusión de la que sacan a) Los macarras una pieza de tecnología alienígena; b) Yulya un alienígena de muy buen ver.

A partir de ahí todo son carreras, disimulos, peleas y engaños para que Artyom, el alienígena, recupere su pieza de tecnología, Yulya se deshaga del pelma de su novio macarra y el coronel consiga mantener la situación controlada (triple trabajo, en su propia casa, en la zona de exclusión y en el gobierno) Si a esto se le suma una turba turbulenta que pide venganza por las muertes de familiares, amigos y vecinos que ha provocado el accidente, tenemos el cóctel completo.

La película está firmada por Fedor Bondarchuk, y escrita por Oleg Malovichko y Andrey Zolotarev, los principales papeles están interpretados por Irina Starshenbaum, como Yulya Lebedeva; Alexander Petrov como Artyom; Rinal Mukhametov como Hijken (el novio macarra) y Oleg Menshikov como el coronel Lebedev (padre de Yulya). ¿Todos rusos? Sip, del primero al último, no hay más que echar un ojo al IMDb para comprobar que los rusos se han guisado y se han comido ellos solitos esta producción. O casi, porque la música está interpretada por la Orquesta Metropolitana de Praga y el director de casting es un tal Todd Resnick. En resumen, todos unos perfectos desconocidos por esta parte de occidente. Puede que Bondarchuk suene algo más porque en 2013 ya dirigió la igualmente espectacular STALINGRADO, pero poco más.

Por lo pronto esto implica que las actuaciones se hagan raras, el lenguaje corporal es distinto al que estamos acostumbrados, por supuesto todo el mundo corre, anda y come como viene a ser habitual en la raza humana, pero de esas poses chulescas que tan de moda han ido imponiendo los macarras nigga, ni rastro. Es difícil de explicar, pero hay mayor fluidez en los movimientos, no están tan dirigidos como en las producciones yankis, donde todo parece estar milimétricamente planificado para ir del Punto A al Punto B con un número exacto de pasos, aquí los actores van desde su marca hasta la columna aquella del fondo sin apresurarse.

Por supuesto, las cuestiones culturales también difieren mucho, si bien los protagonistas, supuestamente adolescentes, se comportan como tales, es decir, como gilipollas descerebrados, hay otros detalles curiosos, las viviendas son... viviendas, no casoplones con jardines de doscientos metros cuadrados, las abuelas-suegras se ofrecen a echar una mano sin hacerse las protagonistas chisposas, y una cuestión que me ha sorprendido, los militares son fríos, duros y directos, pero a la vez demuestran un sentido común y una inteligencia generalmenta ausente en sus homólogos yankis, más dados a la grandilocuencia y los grandes gestos, por no hablar de que son ridiculizados constantemente, ya sea por los guionistas (el personaje de Forest Whitaker en LA LLEGADA es caricaturesco) ya sea por los de abajo, que siempre saben más que sus mandos.

La clase política rusa también es retratada de forma muy distinta a la yanki. Fría, grave, distante, no es vista como los televisivos, campechanos y siempre sospechosos políticos americanos. Sin embargo, en la línea de los militares, son retratados con una notable inteligencia, con las excepciones correspondientes, y abiertos a las sugerencias de los expertos, sobre todo el coronel Lebedev que pide prudencia antes de atacar a lo loco a los invasores, una forma sagaz de evitar poner en peligro a sus hombres y a si mismo en una lucha contra unas fuerzas desconocidas.

Sin embargo, el guión no está bien pulido, aparte de ciertos problemas con el ritmo, el plomizo mensaje de que los humanos somos simios primitivos malos-malos, en contraposición a los evolucionados alienígenas buerrolleros new-age se cuela imparable en la segunda parte de la película, pese a las buenas premisas del planteamiento del accidente de la nave de Artyom en Moscú, hay unas cuantas cuestiones bastante vergonzosas (que comparte con las producciones yanketas) como una buena carga de acientifismo, pseudo poderes-psi, facilidad extrema para deambular por recintos llenos de militares paranoicos y como guinda, el absurdo de la rebelión de las masas moscovitas, hiperventiladas por el caos y las muertes de sus allegados, que atacan con palos y piedras al artefacto alienígena.

ATTRACTION se deja ver, es un espectáculo bastante competente, que aporta una nueva visión a las visitas alienígenas a la Tierra y que pese sus fallos, no ofende al espectador.

Por lo que se, costó bastante poco, apenas seis millones de dólares, y no se ha llegado a estrenar en salas en España, ni siquiera en OVA o VOD (lo que los redichos dicen para referirse al DVD para videoclub y el vídeo bajo demanda), y se emitió por primera vez en abierto en Cuatro en septiembre de 2017.

© Francisco José Súñer Iglesias, (941 palabras) Créditos