Este falso documental nos presenta la vida obra y milagros de un superhéroe británico despistado, apocado pero bocazas, bastante cretino, con serios problemas para relacionarse socialmente y una vida sentimental desastrosa. No es de extrañar, al fin y al cabo Bob no deja de ser un funcionario con una vida gris y mediocre de la que no da la impresión de querer salir. Ni siquiera el hecho de adquirir sus superpoderes, de pura chiripa, le hace cambiar. Sigue siendo el mismo pero con superfuerza, supervelocidad y capacidad de volar. Ni siquiera sus vecinos le respetan. Al contrario de los superhéroes al uso Bob no se esconde, sigue su vida, más o menos normal, en la que solo ha cambiado de ministerio, (de hecho sigue siendo funcionario) vive en su casa de siempre, aunque ahora custodiada por Barry, un peculiar guarda de seguridad, que sigue limpiando un par de veces por semana Dorris, una inmigrante colombiana que solo quiere ganar el dinero suficiente para volver a Colombia para montar una guardería.
La película es divertida y se ve con una sonrisa en la boca, no provocará grandes carcajadas, pero tampoco aburre, a lo que contribuye que su duración no llega a la hora y media. En la línea del falso documental, se intercalan escenas de la vida cotidiana de Bob y sus intentos de ligue con entrevistas a diversos personajes que le conocen o han conocido, entre ellos destaca Theresa, su jefa en el ministerio, encargada de arreglar de cara al público los daños colaterales
que dejan a su paso la actividad de Bob, y lidiar con las exigencias a nivel internacional de distintas potencias que quieren que Superbob les haga de cuando en cuando alguna chapucilla.
En realidad Brett Goldstein (que además de interpretar a Bob coguioniza la película) y Jon Drever (el otro guionista, además del director) no nos cuentan nada que no supiéramos aquí, en España, de la mano de Superlópez, que como bien le definía Luisa Lanas, era una medianía en todos los sentidos. Sin embargo, hay que reconocer que la única similitud que hay ambos casos es se parodia al superhéroe por excelencia: Superman, aunque en general las puyas de ambos antihéroes aplican a cualquier empijamado con ínfulas. Así, por un lado Superbob era cartero, Superlópez sigue siendo oficinista anónimo, Bob no se come una rosca, mientras que a Juan López no le va mal con Luisa, Superbob es un personaje público, mientras que Superlópez procura no hacerse notar... en la medida de lo posible, Superbob trabaja para el gobierno, de hecho es funcionario (libra los martes) Superlópez va de por libre...
Curiosamente, la película tiene un tenue aroma a doctor Who
. No es una historia del doctor, ni se le parece remotamente, pero la cantidad de localizaciones que ya se han podido ver en los episodios de esta serie y la presencia de principio a fin de Catherine Tate como Theresa (recordemos que interpretó a Donna Noble, la inolvidable novia a la fuga de la tercera temporada) dan la impresión que cualquiera de los doctores puede aparecer en cualquier momento. Algo parecido ocurre con Natalia Tena, como Dorris, la muy sensata asistenta de Bob, de la que se espera que cambie el mocho por la varita mágica de Nymphadora Tonks en cualquier momento.
En resumen, peliculilla ligera y entretenida sobre las desgracias amorosas de un superhéroe bastante atípico. Ideal para rellenar ese hueco de la tarde de los sábados entre la siesta y la hora de preparase para salir.