Echando un vistazo por ahí me he enterado de que esta novela forma parte de una serie más larga sobre las aventuras del protagonista, Sir Dominic Flandry, un agente secreto del Imperio Terrano. Es un héroe típico de la space-opera, hijo ilegítimo de un noble, poseedor de una notable inteligencia, especialista en operaciones más o menos oscuras, y por lo visto con su propio archienemigo, un tal Aycharaych, jefe de espionaje del temible imperio Merseiano.
En esta aventura, Flandry está de misión encubierta allá por Betelgeuse, en el planeta Altai, una zona de seguridad en el espacio entre los reinos rivales de Terra y Merseia. Cada imperio está siempre en la búsqueda de puestos adecuados para colocar sus barcos y tropas. Su disfraz no dura mucho tiempo, sin embargo, y debe huír con la ayuda de Bourtai, una esclava a quien ayuda a su vez a escapar de Khan, el tiranuelo que gobierna el planeta. La mayor parte del libro describe como la pareja huye de las tropas de Khan, llegando a quemar una enorme extensión de estepa para ocultar sus huellas
Eso último tampoco le pone muy a favor a los nómadas que la pueblan, al fin y al cabo es su sustento, modo de vida y hogar. Bourtai, que pertenece a los Tumurji, una de las tribus, consigue calmar los ánimos que y que las demás tribus nómadas les ayuden, para al final unirlas a todas en contra de Khan, con el que ya de por si no estaban en buenas relaciones.
La cosa es que Khan está en tratos con los merseianos para proporcionarles una base en Altai a cambio de armas y suministros, este era el motivo principal de la misión de Flandry, averiguar el alcance de estos acuerdos, pero llegado este punto de la novela Flandry, que ha confirmado las sospechas terranas, se encuentra aislado en la estepa y sin poder comunicarlo a la Armada Terrana. ¿Cómo conseguir pues enviar la información fuera del planeta? Anderson hace todo lo que puede para prolongar la solución el mayor tiempo posible, pero tampoco demasiado, la novela tiene algo más de doscientas páginas, y las cosas se desenvuelven a un ritmo trepidante pero manteniendo el suspense, hasta que Flandry, con la ayuda de sus nuevos aliados, acaba por culminar su misión.
No es que Anderson esté inventando nada, se trata, como he dicho al principio, de una space-opera de los años 50, más bien de primeros de los 60, en aquella época todavía no se había puesto de moda el estereotipo de héroe con dudas y torturado, eran tipos competentes, decididos, con la cabeza bien amueblada, y de los que se espera que culminen sus misiones como es debido, esto es, con éxito. Por importar, importa más la aventura que el héroe, eso de los personalismos solo empezó a ponerse de moda con los experimentos que solo unos pocos años después puso en marcha la new wave, por el momento, seguían el guión de las aventuras del Capitán Trueno: el malo siempre palma y la chica se salva.
Lo que si es cierto es que al menos Anderson se trabaja el marco político de esta novela. Por un lado, el Imperio Terrano y el Merseiano corren uno detrás de otro, como el gato y el ratón, por extender su hegemonía por los planetas de la galaxia evitando cuidadosamente un enfrentamiento directo. Da la impresión de ninguno de ellos es lo bastante fuerte como para creerse capaz de derrotar al otro si se enciende la chispa de un conflicto abierto. En Altai las cosas no son menos complicadas, Khan y los clanes aliados gobiernan el planeta, pero el resto de los clanes no están muy de acuerdo con la situación, pero no pueden hacer nada ante el poderío de los aliados externos que se ha buscado, por lo que están dispuestos a cualquier cosa, esto es, ayudar a Flandry, con tal de echarlo del poder.
En resumen, space-opera clásica, que se sale un poco del esquema de viaje espacial para arriba, viaje espacial para abajo, pero que no por ello deja de ser tan disfrutable como cualquiera de las obras de Anderson.