Con esta novela Antonio Santos retoma su universo narrativo, producto de múltiples influencias y compuesto a la vez de múltiples universos paralelos que se dejan ver los unos a los otros a través de una infinidad de rendijas que los comunican ya sea directamente, ya sea por referencias que van de lo sutil a lo grotesco.
La primera muestra que nos ofreció fue LAS GRAVES PLANICIES, ambientada en el planeta Marsoon, un émulo salvaje y despiadado del ya de por si violento Barsoom burrougsiano. En la implacable superficie del planeta conviven varias razas de criaturas alienígenas dedicadas a masacrarse entre si con pasión, y humanos, traídos por arte de birlibirloque desde decenas de universos paralelos, que han formado una gran entente con el fin de protegerse de los desquiciados intentos de los nativos de Marsoon por destruirlos.
Uno de ellos es Joe Horseman, aunque en realidad habría que hablar de varios Horseman, cada uno en su universo correspondiente, en esta ocasión convertido en el Ogro en el Fin del Mundo, el Ogro de Hierro. Atrincherado tras una formidable panoplia de artefactos destructivos resiste los embates de los Terribles Trasgos, invasores más o menos voluntarios de su Tierra (Tierra paralela, recordémoslo), convirtiéndose a través del tiempo en una leyenda de indestructibilidad. Horseman, rodeado de sus autómatas, solo desea vivir en paz, pero las insistentes incursiones de los Terribles Trasgos le han convertido en un huraño anacoreta, muy poco amigo de viajes y menos aún de visitas.
Al igual que LAS GRAVES PLANICIES, esta novela es también una mezcla de géneros, que van del steampunk de muchos engranajes y mecanismos ocultos
a la fantasía épica desde el punto de vista orco
Por supuesto que hay malos y, probablemente buenos, los malos son muy, muy malos, además de notablemente sádicos y malhablados, y los probables buenos tienden más bien a los delirios de grandeza y un gusto maniático por la etiqueta, la pompa y la circunstancia. A Horseman todo eso le importa más bien poco, ya sufrió bastante en su época, pero acaba involucrado en las peloteras entre malos y buenos, y muy a su pesar tiene que intervenir.
Como toda la narrativa de Antonio Santos, EL OGRO DE HIERRO es excesiva en todos sus aspectos, el lenguaje es denso, insistiendo en una terminología propia que ya es marca de la casa, la violencia pura y descarnada, con gran profusión de sangre y vísceras, marca el tono general de la novela, no obstante, según palabras del propio Antonio, no hay matanzas gratuitas, todas obedecen a un fin, están hiladas en la misma trama del argumento, y aunque habrá a quien desagraden, no podrá decir que no estaba avisado ni que están de más dentro del argumento. No obstante, igual de cuidadas están las personalidades sus personajes, que van del fatalismo vital a la compulsión obsesiva, pasando por amplias gradaciones de la sociopatía y el hieratismo impenetrable, conformando un catálogo de temperamentos rico y perturbador.
La novela tampoco es excesivamente larga, apenas 120 páginas (Amazon dice que 187, aquí cada uno calcula como le da la gana, el caso es que son una 50.000 palabras) y está incluida dentro de una serie, La roca Tarpeya. Tal y como explica en su blog, las razones para esto no pueden ser más mundanas: en vista de la masificación y nulo filtro que hay en Amazon, su apartado de autoedición está lleno de ruido y basura hasta los topes. Por tanto lo más conveniente para empezar a destacar es ser constante en la publicación y procurar que las obras sean relativamente cortas y por supuesto amenas, a lo que el formato del clásico serial se ajusta a la perfección. Esperemos que sea así, desde mi punto de vista la obra de Antonio merece tener tanta visibilidad como sea posible.
Un último punto. La roca Tarpeya, la real, está situada en pleno corazón de Roma, con vistas al Foro. Es un cortado rocoso de unos treinta metros de alto desde donde, en los tiempos de la República, se despeñaba a los condenados a muerte por asesinato o traición. En la ficción de EL OGRO DE HIERRO es una isla situada en el océano de la Desesperación, no muy alejada, hacia al este de San Brandán, el bastión de Horseman. Que siniestro protagonismo acabará teniendo en esta Saga estará por ver en próximas entregas.