Texto de contraportada
4034 de. C: Respaldado por los mercatoria, miembros de una orden religiosa y militar de la que apenas sabe nada, Fassin Taak viaja hasta un gigante gaseoso en la periferia de la galaxia, en busca de un secreto que ha permanecido oculto durante quinientos millones de años. Los habitantes del planeta Nasqueron resultan ser unos seres decadentes que viven sumidos en un estado de barbarie superdesarrollada, acumulando información desordenada, dando caza a sus propios hijos y librando absurdas batallas. Pero ese parece ser el menor de los problemas de Fassin Taak: debe descubrir el secreto en un tiempo limitado, o estallará una guerra que absorverá todo lo que ha conocido y amado alguna vez.
Iain es un escritor al que admiro enormemente. Aún sin gozad del reconocimiento internacional que se merece, sus novelas son siempre de una calidad enorme.
Esta vez nos encontramos con una novela de ciencia-ficción fuera del universo habitual de su producción, que es la serie La Cultura.
Lo curioso de este caso es que la novela tiene una historia que, en global, es limitada, pequeña en ambición que podría resolverse con una novela corta, pero en la que Banks se recrea hasta llegar a las 472 páginas, lo que lastra un poco tanto la historia con un ritmo en general, que a veces languidece. Para mi, el relleno es algo que penalizo porque es injustificable. Hay pocas novelas que justifiquen ingentes cantidades de páginas, y en este caso el camino esta tan marcado ésta se me antoja innecesariamente alargada.
Como siempre, Banks consigue exponer algún elemento que por si sólo permite dar sentido y valor a cualquiera de sus novelas. En este caso, aunque la historia es bastante simple y con poco fondo, me gustó mucho la resolución de un universo poblado de especies inteligentes y como pueden, con sus diferencias culturales, tratar problemas profundamente como el religioso en una vasta heterogeneidad, casi infinita, de especies y culturas.
Banks reflexiona que, partiendo de lo complejo que es entender un mundo como el nuestro, donde ya conviven decenas de religiones, cada una con la inocencia de creerse con la verdad absoluta sobre las demás, al añadir la complejidad de un universo repleto de mundos el problema se multiplicará por miles...
¿Qué visión religiosa podría subsistir y expandirse más allá de las fronteras de un planeta y una especie? Banks expone la problemática que implicaría esta situación que por desgracia es muy compleja. Todas las religiones que surgen en un planeta aislado, antes de entrar en contacto en un entorno de una civilización supra-planetaria, se centran en una teología con la idea primaria de que el mundo y la especie es elegida por alguna causa intrínseca y de naturaleza aislada. Banks llega a la conclusión, novelada, de que la religión que podría subsistir es aquella que plantea modelos teológicos centrados en el hecho de que estamos sujetos a una simulación de la realidad por una entidad superior. Y la verdad es que lo exponen con una retórica sólida, guste o no la conclusión.
También es una novela que escarba sobre lo que implica un universo con especies inteligentes con ritmos diferentes, que separa y categoriza en dos tipo primordialmente los Rápidos y los Lentos. Los Rápidos son especies rabiosamente rápidas en sus procesos de crecimiento, expansión, comprensión y fortalecimiento, pero que también son rápidas en su extinción por la incapacidad de sobrevivir a su propio éxito como especio, o que trascienden la materia a otro estado. Por otro lado expone a los Lentos que son especies que dejan transcurrir los eones dejando que las especies de Rápidos transiten por su entorno unos cuantos cientos de miles años sin darle mayor importancia, en una visión que, aunque pretenden ser eterna, es otra escala de Rápidos. Al final ninguna especie consigue persistir sin llegar a trascender a estados de sublimación física, para convertirse en mentes autocomplacientes y sin ningún interés por nada de lo que les rodea, que en definitiva viene a ser otro tipo de extinción. Conscientes de ello algunas especies penalizan y tratan de tabú los síntomas de la trascendencia.
Elementos también menos filosóficos surcan las páginas de esta novela, otro idea interesante es escenificar como el peor daño que se le puede inflingir a un enemigo derrotado no es precisamente su extinción, sino la manipulación de su ADN o código vital para convertirlos en otra cosa, siendo consciente de su propios cambios y sintiendo pena y a la vez orgullo de ser lo que son en ese momento y lo que fueron. En este caso lo refleja en unas naves con una especie manipulada por un enemigo victorioso que les genera una obsesión por la muerte y la recolección de cadáveres, adorarlos y conservarlos; convirtiéndolos en una caricatura de su propio origen y naturaleza anterior. Escalofriante.
También plantea la problemática que pudiera surgir en un universo de millones de planetas conectados que, en caso de rotura parcial de los puentes
de comunicación, podrían provocar la aparición de lo que Banks llama zonas de Desconexión
que una vez fuera de la comunidad universal podrían degenerar en una barbarie de sociedades enfermizas...lo que resulta ser la parte más superflua de la novela.
Conceptos todos ellos interesantes, cubiertos por la melaza de una historia de búsqueda de un secreto por el cual todo el mundo suspira y que puede abrir el universo completo a nuevas oportunidades.
Puro Banks.