EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR
EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR EE.UU., 1958
Título original: It! The Terror From Beyond The Space
Dirección: Edward L. Cahn
Guión: Jerome Bixby
Producción: Robert E. Kent para Vogue Pictures/United Artists
Música: Paul Swatell y Bert Shefter
Fotografía: Kenneth Peach
Duración: 69 min.
IMDb:
Reparto: Marshall Thompson (coronel Carruthers); King Spaulding (coronel Van Heusen); Shawn Smith (Ann Anderson); Ann Doran (Mary Royce); Dabbs Greer (Eric Royce); Paul Langton (Calder); Robert Bice (Purdue); Richard Benedict (Bob Finelli), Richard Harvey (Gino Finelli); Thom Carney (Kienholz)

Sinopsis

La nave de rescate Challenge 142 llega a Marte para averiguar qué ha ocurrido con una expedición anterior, la Challenge 141, con la que se ha perdido todo contacto. En el planeta rojo encuentran a un único superviviente, el coronel Carruthers, comandante del Challenge 141, que relata una increíble historia sobre un monstruo que exterminó a sus compañeros. El coronel Van Heusen, oficial al mando de la nave de socorro, no le cree y le arresta como sospechoso de haber dado muerte a su tripulación. El Challenge 142 emprende el regreso a la Tierra, pero una extraña criatura marciana se introduce en la bodega de la nave y comienza a eliminar a los tripulantes.

Siempre he admirado profundamente a Edward L. Cahn (1899-1963), uno de los autores imprescindibles del cine fantástico de serie B de los años cincuenta, y tal vez el mejor de ellos después de Jack Arnold y Phil Karlson. Vista hoy día, la filmografía de Cahn sorprende por su variedad temática, la originalidad de algunos de sus planteamientos, la efectiva sobriedad de su puesta en escena, el excelente partido sacado a unos recursos técnicos y financieros mínimos, o casi inexistentes, y el notable éxito que alcanzaron la mayoría de las películas que la integran. Este maestro indiscutible del cine de evasión dirigió ciento dieciocho films a lo largo de su carrera, de los cuales sesenta y ocho fueron largometrajes y el resto, cortos y mediometrajes producidos en su mayor parte entre 1935 y 1949. La etapa más interesante de su carrera fue la década de los cincuenta, durante la cual rodaría nada menos que cincuenta largometrajes, es decir, una media de cinco por año, un récord difícilmente superable. EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR es su cinta más conocida, un film modélico donde los haya, que incluso creó escuela. Su influencia puede rastrearse en numerosas obras posteriores, entre ellas la hoy mítica ALIEN, EL 8º PASAJERO (ALIEN, Ridley Scott, 1979), que, de hecho, podría considerarse como un lujoso remake de la modestísima pero efectiva película de Cahn. No sólo el planteamiento argumental es prácticamente el mismo, sino que además hay escenas en ALIEN que semejan un calco casi exacto de otras que aparecen en el film que nos ocupa. Así, por ejemplo, en la cinta de Cahn el monstruo marciano ataca a uno de los tripulantes del Challenge 142 en un conducto de ventilación, exactamente igual que le ocurría al personaje de Dallas (Tom Skerrit) en la de Scott. Otro tanto ocurre con las tomas de los astronautas comiendo y conversando durante el viaje de regreso a bordo del Nostromo, claramente inspiradas por una escena muy similar de EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR.

Con un argumento sencillo y sin complicaciones estilísticas, un diseño de producción reducido a su mínima expresión y grandes dosis de talento cinematográfico, Cahn construye un relato absorbente, inquietante, claustrofóbico, terrorífico por momentos, que envuelve al espectador y le sumerge en la terrible odisea de un grupo de personas acosadas por una criatura diabólica en el reducido interior de una nave espacial. Uno de los mayores logros de esta cinta magistral es sin duda el monstruo, un claro precedente del repugnante bicho de ALIEN. La bestia marciana de Cahn tiene características antropomórficas, pero es tan letal como el engendro del film de Scott. Este ser se alimenta de los fluidos corporales de los humanos, absorbiéndoles la sangre, el agua contenida en los tejidos, las secreciones glandulares y hasta el tuétano de los huesos, causando en sus desdichadas víctimas un colapso celular y una completa deshidratación que les provoca la muerte. La resistencia física de esta horripilante criatura es asombrosa, ya que ni las balas del 45, ni los gases venenosos, ni las descargas eléctricas, ni siquiera la radiación atómica causan mella en su organismo. Al final, los protagonistas conseguirán acabar con ella recurriendo a una medida desesperada... que no mencionaré aquí, para no fastidiar a quienes todavía no hayan visto esta estupenda película.

Curiosamente, todos los planos exteriores del cohete lo muestran cruzando el espacio en trayectoria ascendente, es decir, hacia arriba, y no en horizontal como parecería lo más lógico. Este detalle, que en principio pudiera ser considerado un defecto, obedece más bien a la intención de Cahn de construir su historia con un estilo vertical, por así decirlo. La dirección del movimiento de la nave se correspondería así con la del amenazador ente alienígena. Este va subiendo a los pisos superiores del cohete desde la bodega, mientras los desesperados astronautas intentan sellar las escotillas correspondientes, para tratar de aislarlo en un nivel mientras piensan en un modo de eliminarlo. Este sencillísimo recurso estilístico, muy de serie B, funciona a las mil maravillas y contribuye a acentuar el dramatismo de la acción del relato.

Los efectos especiales son muy pobres, casi precarios. El decorado que representa el interior del cohete parece haber sido construido con elementos de un mecano gigantesco, piezas de fontanería y cosas así. La maqueta de la nave está bastante bien, pero el fondo de papel pintado que simula el espacio apenas consigue dar el pego. En cuanto a la criatura, en algunas tomas se aprecian claramente unos sospechosos costurones en su epidermis, correspondientes sin duda a las aberturas por las que se enfundaba el disfraz el actor que encarnaba al monstruo marciano.

El elenco protagonista lo conforman un puñado de actores de segunda que, no obstante, y a pesar de sobreactuar en algunas escenas, haciendo gala de una gesticulación más que exagerada, están bastante bien en sus respectivos roles. De todos ellos, sólo Marshall Thompson alcanzaría cierta popularidad gracias a la televisión, medio en el que protagonizaría la serie de aventuras Daktari, en la que compartiría cartel con... un león bizco.

El film concluye con la lectura, por parte de un portavoz de la NASA, de un comunicado de prensa en el que, aparte de exculpar a Carruthers de las muertes de sus compañeros del Challenge 141, se asegura que Marte es un planeta demasiado hostil, por lo que la agencia espacial americana renuncia a enviar más misiones tripuladas al mismo. Por suerte, en Hollywood no hicieron caso de la advertencia, y gracias a ello podemos disfrutar hoy de un buen puñado de films ambientados en el Planeta Rojo.

Obra de imprescindible visionado para todo buen amante del cine clásico de ciencia-ficción, EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR es una pequeña gran pieza maestra del género, que a nivel técnico puede haber envejecido bastante, pero que en términos de calidad artística supera incluso a muchos films posteriores de similar temática, realizados con generosas inversiones y costosos trucajes.

© Antonio Quintana Carrandi, (1.098 palabras) Créditos