Hay dos tipos de escritores de ciencia-ficción: Stanislaw Lem y los demás. Es así de sencillo. Sólo ha habido un Freddy Mercury en el rock y un Tolkien en la fantasía, y sólo habrá un Lem en la ciencia-ficción. Si tienen amistades reticentes a leer novelas del género, no sean canallas y no sucumban al método facilón de intentar reclutarlas dándoles a leer EL INVENCIBLE (NIEZWYCIEZONY, 1964), EDÉN (EDEN, 1959) o LA VOZ DE SU AMO (GLOS PANA, 1968) —por poner sólo algunos ejemplos— porque eso sería como perder la virginidad con Sofía Vergara y no volver a verla ni catarla en toda tu vida.
Se da la circunstancia de que Lem no sólo es el más grande, es que además ha sido relativamente bien tratado por la industria editorial española, que por una vez no ha sido ciega al talento. La mayoría de títulos del autor polaco pueden encontrarse en castellano desde antiguo, bien en la famosa colección Libro de bolsillo de Bruguera o en Alianza Bolsillo. Sólo un puñado de inéditos aguardaban a que un editor se decidiera a arriesgarse con ellos y en los últimos años, hay quien ha aceptado el reto. La editorial Impedimenta publicó en 2008 EL HOSPITAL DE LA TRANSFIGURACIÓN (SZPITAL PRZEMIENIENIA, 1948), y en 2012 GOLEM XIV (GOLEM XIV, 1981). Ahora, la prestigiosa editorial Cátedra, que todos los estudiantes de Letras conocemos muy bien, se suma al reto reeditando PAZ EN LA TIERRA.
La novela retoma al personaje Ijon Tichy, que conocemos de esa delicia que es DIARIOS DE LAS ESTRELLAS (DZIENNIKI GWIAZDOWE, 1971) y que después retomó en CONGRESO DE FUTUROLOGÍA (ZE WSPOMNIEN IJONA TICHEGO; KONGRES FUTUROLOGICZNY, 1971) y REGRESO A ENTIA (WIZJA LOKOLNA, 1982). Aquí Tichy se ve enfrentado a un auténtico problema internacional. Las grandes potencias han decidido trasladar la producción de su arsenal bélico a la Luna, donde continua fabricándose y evolucionando de forma automática y lejos de control humano. Preocupada por la forma en que han podido desarrollarse de forma autónoma los arsenales, la Lunar Agency recluta a Tichy para investigue sobre el terreno.
Sin embargo, un misterioso accidente ocurrido en el transcurso de su misión deja al protagonista callostomizado, esto es, con los dos hemisferios de su cerebro separados e incomunicados entre sí. A su vuelta a la Tierra se verá metido en medio de un rocambolesco complot de tintes realmente montyphytonianos cuyos principales agentes y motivos nunca quedan del todo claros.
Es un tópico —muy cierto, pero tópico— decir que hay dos Lem: uno, hard y serio, el de EDEN, FIASCO y EL INVENCIBLE, y otro, divertido y swiftiano, el de CIBERIADA, CONGRESO DE FUTUROLOGÍA y DIARIOS DE LAS ESTRELLAS. Se trata de una división aceptada por todos y que apenas necesita explicación, así que la damos por buena. El problema, uno de los problemas de PAZ EN LA TIERRA, es que no pertenece del todo a ninguna de las dos corrientes. Como historia de ciencia-ficción clásica resulta demasiado guiñolesca e infantil para ser tomada en serio, pero aún peor resulta como la típica historia de Tichy ácida y divertida. Porque, digámoslo sin complejos: la novela es sencillamente aburrida. No hay nada aquí de ese humor desternillante y malintencionado tan típico del autor. Es decir, hay una serie de escenas de las que uno intuye que tenían en origen esa intención, pero les falta garra. Porque cuando el monstruo que debería darte miedo, te da risa, te queda la risa. Cuando lo que tenía que hacerte reír te deja indiferente, no te queda nada.
La morosidad narrativa con que la novela se inicia tampoco ayuda demasiado. Lem se pierde en disquisiciones misantrópicas muy de su gusto, mal hiladas con la narración y que devienen en conservadurismo ramplón, cuando no en gruñidos de viejo amargado. Algo que le suele ocurrir a Lem cuando está demasiado cerca de la Humanidad. Creo que su genio brilla más en la soledad del espacio exterior. En cualquier caso, esos meandros narrativos no nos dejan entrar de lleno en la historia de Tichy y su viaje a la Luna hasta bien avanzada la novela.
Para ser sinceros, los capítulos dedicados a la exploración solitaria de la Luna militarizada por los robots son buen Lem. El de toda la vida, el que aprendimos a admirar. Por momentos recuerda a los mejores pasajes de EL INVENCIBLE y determinadas ideas y reflexiones de FIASCO. El problema es que, a la vuelta, Lem nos tiene reservados unos cuantos capítulos más de anticlímax perfectamente prescindible, que nos amarga el buen sabor de boca que se nos había quedado.
Se me ocurre, con la vista puesta en REGRESO A ENTIA —novela que muchos no hemos podido terminar— que la corriente swiftiana de Lem se fue agotando con el tiempo, a favor sobre todo de su corriente más filosófica, a la que pertenecerían VACÍO PERFECTO (DOSKONALA PRÓZNIA, 1971), UN VALOR IMAGINARIO (WIELKOSC UROJONA, 1973) y la mencionada GOLEM XIV... pero también a favor de su vertiente de ciencia-ficción hard, ya que FIASCO, escrita un año antes que PAZ EN LA TIERRA, es en mi opinión su mejor novela. Por qué se agotó el Lem divertido y burlesco es algo que no me atrevo a especular.
La novela viene acompañada de un extenso y muy documentado prólogo a cargo de Grzegorz Bak, en el que se hace un repaso a la vida y obra del autor, a la par que nos enteramos de alguna anécdota curiosa, como que Lem y Karol Wojtyla publicaban en la misma revista polaca. Pero si el prólogo está a la altura de los estándares de calidad de Cátedra, la traducción no lo está tanto. No es una mala traducción. Es una traducción rara. Contiene algunas expresiones que violentan el castellano sin ser incorrectas, como si hubiera estado realizada por un polaco nativo que no dominara del todo el castellano. Me ha extrañado muchísimo en esta editorial.
En fin, un Lem menor en el que se encuentran algunos breves destellos de su genio. Imprescindible para los completistas y los incondicionales. Perfectamente prescindibles para los que, como yo, crean que un escritor se hace página a página y novela a novela.