El la primera obra que leo de este autor y no me ha gustado nada pese a su final un tanto rocambolesco.
Nos encontramos unos pocos años en el futuro, y cierto país sudamericano ha sido capaz de levantar una democracia y de alzar una modernísima ciudad de la nada. Pero la ciudad comienza a padecer una serie de problemas más o menos serios, por lo que contratan a un famoso urbanista norteamericano para que los resuelva.
Ya en el vuelo nuestro personaje tiene algún que otro contratiempo, pero cuando llega a la ciudad y comienza a analizarla se ve envuelto en temas políticos un tanto extraños. De hecho, todo en la capital es raro, hasta las propias personas.
Poco a poco se va implicando más y más en la trama, hasta que comienza a haber una serie de muertes bastante difíciles de entender.
Y aquí me paro, porque no quiero desvelar la sorpresa final que, en cierta medida, ya viene predicha en el título de la obra.
* * *
Si queréis llegar sanos y salvos al final de la novela, debéis prestar exquisita atención a todos los hechos que ocurren en la misma, conversaciones, actos y desarrollos hasta el punto de que si no queréis perdeos, id anotando en una libreta.
O mejor, haced como yo, que la leí de un tirón sin prestar mucha atención, porque más que de ciencia-ficción la obra no es más que un batiburrillo de hechos sin más interés que llevar al lector a la sorpresa final que... bueno... tampoco es que sea ninguna maravilla.
Según el autor, si sigues todo lo que ocurre con detalle, puedes ver exactamente que todo ocurre conforme a lo que se nos cuenta al final. Personalmente creo que no vale la pena, y si quieres conocer el final, que es lo único de interés, ya te lo cuento yo.
Cada capítulo, cada hecho, forman parte de una partida de ajedrez que tiene como tablero a la propia ciudad y como fichas a algunos personajes, partida que es jugada por el Presidente del país y su antagonista. Todo lo demás, deleznable aunque no fuera esa la intención del autor.