TRON: EL LEGADO
TRON: EL LEGADO EE. UU., 2010
Título original: TRON: Legacy
Dirección: Joseph Kosinski
Guión: Edward Kitsis y Adam Horowitz
Producción: Sean Bailey, Steven Lisberger, Jeffrey Silver
Música: Daft Punk
Fotografía: Claudio Miranda
Duración: 105 min.
IMDb:
Reparto: Jeff Bridges (Kevin Flynn / Clu); Garrett Hedlund (Sam Flynn); Olivia Wilde (Quorra); Bruce Boxleitner (Alan Bradley / Tron); James Frain (Jarvis); Beau Garrett (Gem / Sirena); Michael Sheen (Castor / Zuse); Anis Cheurfa (Rinzler); Serinda Swan (Gem)

Sería una canallada negarle a la tardía secuela de TRON su apabullante y electrizante factura visual, barroca y morbosa puesta en escena que difiere bastante de los brillantes colores de la primera cinta. También sería una canallada decir que el curso del argumento realza tan impresionante despliegue de imaginería de efectos especiales, pues crea momentos plúmbeos que se amalgaman con la falta de garra de las actuaciones.

Joseph Kosinski, el director, les ha inducido tal chute de pasiva filosofía Jedi a los personajes que casi caen en coma. Para compensarlo, los reviste en un neopreno pecaminoso que realza las curvas de las féminas con relevancia en la cinta y por ahí salva TRON LEGACY también. Sin embargo, esto apenas ayuda a soportar al campeón de la abulia, Jeff Bridges, un canoso Kevin Flynn extenuante con su rollo zen, inmerso en la paciencia interminable con la que espera recuperar el asombroso mundo digital que fue creando a ratos por las noches. Mientras otros padres hacen maquetas de barcos o aviones, él creaba un Universo de sombríos matices verdes donde los neones fulguran realzando las líneas de las inmensas e imaginativas arcologías en diversos momentos de la película mostradas.

Y para que el muermo siga bien, gracias, Kosinski abusa hasta el límite de la cámara lenta, destinada a suplir deficiencias del relato, no a exaltar tanto las acciones heroicas de Sam Flynn (léase Garret Hedlund) en el colosal y abarrotado circo del ciberespacio donde se atreve a darle sopas con honda a su padre, venciendo en duelos espectaculares (muy de THE MATRIX, con más piruetas y desafíos a la gravedad que una película de Jackie Chan) a una saga de programas oscuros obligados a combatir para deleite del clon digital de Flynn padre, el despótico CLU, que ha extremado la misión para la que originalmente fue concebido, metabolizando de mala manera algunos de sus comandos.

Hedlund, aún en este momento de tensión y desgarro emocional, permanece impávido, fingiendo sólo (sin convencer) que le afecta cuanto pasa; no transmite sentimiento, se entrega a las acrobacias y los neones asesinos de su frisbee. Olivia Wilde (alias Quorra) sí se esfuerza por reflejar sinceras penas o alegrías, intenta transmitir la fascinación que una creación sentiría al estar ante su creador (el amuermado Flynn - Bridges), negándose, sin embargo, a admitir que aquél al que tanto debe-en quien deposita su fe, es decepcionante en casi todo sentido. No, es que el hombre tiene un mal día, que dura desde... Bueno, hace mucho. Flynn Sr. una vez fue una llama intensa y fulgurante que vibraba lleno de ilusión y entusiasmo, pero ahora está arrinconado en la pesadilla de sus sueños frustrados, que se elevan como cimas astilladas a su alrededor, en una ‘tierra lejana’ y que parece lo que deja un ataque nuclear.

CLU sí es sincero exponiendo toda su indignación al descubrir que su creador es decepcionante y se le ha rebelado, primero exterminando a los milagrosos Isos y luego reconfigurando el optimista mundo digital-con intenciones de interactuar con el nuestro físico, siguiendo con el comando original de crear un mecanismo virtual de perfección. No obstante, su furia está muy trillada; todos los malos como él prorrumpen su discurso y siguen sus rutinas, distintas esta vez por mor del esmerado y desarrollado ambiente donde transcurre la acción.

TRON LEGACY es un filme que habla de huidas. Flynn Sr. escapa al mundo virtual que fue construyendo porque la vida le dio un golpe malo y de verdad, y pensó que quizás en ese sitio especial encontraría el amor perdido, pero luego, arrepentido del curso que tomaron los sucesos, eludió su responsabilidad roído de remordimientos; Flynn Jr. se evade de su responsabilidad al frente del poderoso emporio informático que su padre le legó; es una versión en Ducati del rebelde que está en boga y vemos en los anuncios de colonias masculinas: soy rico pero me apunto a las movidas ecologistas y de transmisión libre y gratuita de software; salvo ballenas, soy vegano, y passo de tó, tío, pero no de mis millones. CLU escapa de su compromiso con su creador reformando su fantasía. Quorra huye de un nefasto sino, pero su fuga está muy justificada: si se queda, muere. Los otros secundarios, como el traicionero programa dueño del garito, trasunto de los mórbidos andurriales por donde Neo se movía buscando al Conejo Blanco de Trinity, también escapan de algo. El propio Cosmos computarizado está a punto de huir al nuestro.

Y mientras que el primer TRON procuraba tener un contexto religioso, de fe profunda (como un argumento accesorio que reforzase la principal intención: contar una historia con recursos extraordinarios —para la época—), aquí todo eso se ha transformado hacia la exploración, con titubeante acierto, de la desolación que produce al creado ver al creador omnipotente en paños menores, y del creador contemplando su obra fallida (¡hum! FRANKENSTEIN), supeditando la energía del filme original a los escenarios impresionantes, los combates y los vehículos de diseño increíble.

También es desconcertante que, titulándose TRON LEGACY, el combativo y obstinado programa no aparezca más que como un cameo (prácticamente) y encima, corrompido por CLU, que le ha transformado en su asesina mano derecha, una especie de Darth Vader de estos arrabales de THE MATRIX, cuando se suponía que sería quien, fiel a su carácter, procuraría resistirse a las maquinaciones de la IA traicionera. Tópico, quizás, pero lo esperado.

No sé hasta qué punto los guionistas y productores de la cinta (Steven Lisberger, el cocreador de TRON, es uno) han acertado al sacar de línea el concepto original y recrearlo haciendo los oportunos guiños a la primera película (o a MAD MAX 2 y STAR WARS). Expresa un ambicioso (y agradable) deseo de crecer y explorar, de expandirse (¡todo sea por vender muñequitos y videojuegos!), pero ¡es que la película se llama TRON LEGACY, en honor al personaje, pero quien se la echa a las espaldas es Sam Flynn! En la primera, el protagonismo está repartido entre TRON y Flynn, con el matiz de color que supone la novia de TRON (muy distinta a Quorra, que, por virtud de que los nuevos tiempos, de mayor protagonismo femenino, no obstante tampoco deja de ser un adorno situado ahí porque las leyes del relato de aventuras así lo especifican), pero en ésta TRON se ha convertido en una imagen mítica, como de adoración remota, un dios menor (mucho) con un culto que asoma o se oculta según ondulen los momentos de acción.

A TRON LEGACY le sobran al menos diez minutos así como que a los protagonistas les hubieran inyectado cafeína en vena, a ver si así espabilaban y de verdad sentían que estaban en un atolladero para hacerla tan vibrante, alocada, pero imaginativa, como la primera. Esta vez se lo han tomado con muuucha caaalma, no corramos que rompemos a sudar y desluce el neopreno que nos enfunda, y a ver si alguien puede explicarme por qué Flynn Sr. ha envejecido cuando en ese entorno puede permanecer forever young, como manifiesta CLU. Nuestras leyes no afectan a su Universo, ¿verdad?

© Antonio Santos, (1.178 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Una historia de la frontera el 1 de junio de 2011

¿De qué se trata?

Año 1989. Un papi le cuenta una historia acerca del maravilloso y fantástico mundo de Oz... er... perdón, de Tron, que no está emplazado en algún país de nunca jamás ni está poblado por brujos ni elfos, sino que está en el corazón de algún computador y está poblado por programas y subrutinas. Y cuando el papi está a punto de contarle el secreto chachi a su hijo... ¡sorpresa...! desaparece, y ya tenemos tensión dramática liada (¿cuál es el secreto, dónde está papi, quién se comió mi queso...?) Veinte años después, en una reunión de una chupi megacorporación que, por cierto, está presidida por un tipejo desagradable y tiene al hijo del villano de la anterior peli en el directorio (dato frik que nadie pescó... ni yo, si no me documentara) sucede una desagradable sorpresa. Porque un crío irrumpe en la central de la chupimpresa y se las arregla para distribuir el código del último ultimísimo sistema operativo por todo Internet. ¿Vándalos de Internet, piratas, enemigos de Ángeles González-Sinde, tecnoanarquistas...? Sí, pero también... ¡el hijo del tipo desaparecido veinte años antes y dueño de la empresa! Con bromitas como ésa, vamos a ver cómo diablos se las arregla ENCOM para seguir financieramente en pie y ser la más sólida de las sólidas. En fin, una vez que ha quedado establecido que el jovencito es partidario del free software y desprecia su propio dinero (¿cómo no quererlo así, ah? ¿AH?) un antiguo amiguete que es una especie de pater putativo (el mejor amigo del prota de la entrega anterior, por más señas) va y le dice que ha recibido un mensaje, y por lo tanto es hora de ir movilizando el guión. El chico va entonces y se mete en la antigua galería arcade de papi. En donde todavía tienen la antiquísima máquina TRON. De pronto, por un poco de esto y un poco de aquello, el jovencito va y se mete en la trastienda de la tienda, y descubre un computador tan viejo, que ni para Windows 3.11 le da, imagínenselo, metiendo comandos a puro DOS. Y por meter datos un poco a la bruta nuestro jovencito, que se sentía tan seguro, de pronto se ve desmaterializado y se encuentra en la misma galería arcade, pero de noche, con imaginaría DarkKnight style... Y aparece una máquina vigilante como las del videojuego. Al chico entonces le cae la chaucha de que... ¡UPS! ha pasado al otro lado del espejo, y ahora se encuentra en el universo virtual. Y la pesadilla de su padre acaba de empezar otra vez, como que se titula legado la cosa ésta.

El espíritu de los tiempos

En 1982, la rompió TRON, una peli que... er... buenoooooo... rompió quizás es exagerado. Rompedora desde el punto de vista visual y todo, sí. La peli que inventó la realidad virtual antes de que la realidad virtual se consagrara en la novela NEUROMANTE de William Gibson. Pero que por demasiado adelantada a su tiempo, se llevó un batacazo padre. Pero luego, andando el tiempo, un poco de lo de siempre, que la peli es de culto, que se vende bien en DVD, que el mundo ahora está preparado para el frikismo TO THE EXTREME!!!! HELL YEAH!!!! (¿notan los cuatro signos de exclamación alineados al final de cada oración? YOU GOT IT!!!!) De manera que, ni cortos ni perezosos, o más bien un poco cortos y un poco perezosos, que no en balde pasaron 28 años y entremedio se cayó el Berliner Mauer, los estudios Disney­ se dedicaron a la tarea de desempolvar su antiguo éxito y traerlo al siglo XXI. Después de todo, los Wachowski se habían forrado lo suyo con MATRIX, peli que se robaba más de algún concepto de TRON. Y cuando se supo que venía la secuela, bueno... deberían ustedes haber visto la mirada de perplejidad de vuestro seguro servidor el General Gato quien esto escribe. ¿¿¿UNA SECUELA DE TRON??? Pero... ¿Qué demonios pretenden contar? Porque el elenco original ya no está para esos trotes, que 20 años no son nada pero 28 sí, y en el intertanto lo que era novedoso en TRON (realidad virtual, imaginería que te c****) ya no lo es, etcétera. Que la peli original está más que bien, vamos, pero agua ha pasado bajo el puente. Y después dijeron que la cosa venía en 3-D, lo que traducido al buen romance significa que la cosa va a ser un churrete de efectos, y van a abaratar costos recortando por cosillas insignificantes tales como el guión, conceptos atrevidos, elenco solvente... Bastet mía... Pero como el dinero manda, siguieron adelante. Y se salieron con la suya. O algo así. Porque TRON: EL LEGADO ha tenido éxito, con 170 millones de costo se había cobrado 245 a un mes de su estreno... lo que se llama y huele a rotundo fracaso en los estándares de Hollywood, que si la cosa recauda menos de 400 ya puede ir la LAPD buscando cadáveres de ejecutivos suicidas por ahí.

¿Por qué verla?

:: ¿Cómo te las arreglas para hacer una secuela de una peli sobre un tema de avanzada, 28 años después cuando la avanzada ya no es tan avanzada? Fácil. Haces más de lo mismo, un poco upgradeado, y te amparas en que el grueso del público no ha visto la TRON original para que no se hagan demasiadas expectativas y salgan contentos con poco del cine. Dicho así, podría suponerse que TRON: EL LEGADO es una peli mediocre-tirando-a-mala. Y vieras que no. Porque consigue la cuadratura del círculo de sostenerse por sí sola sin necesidad de haber visto la TRON original, y además de ser una digna secuela que logra pararse al nivel de la anterior (aunque sus méritos haya que buscarlos en otra parte, todo sea dicho) Aunque una advertencia es preciso aquí: esta peli no es tan interesante por su historia como por el riquísimo sustrato detrás de la misma. El guión, de hecho, es un tanto decepcionante, y no pasa de ser la clásica aventura good-vs-evil de toda la vida, con las consabidas y predecibles vueltas de tuerca impredecibles, empujones a la trama dados por algún personaje que sabe más que el resto de los personajes, y el viejo esquema del tirano opresor y el grupito de libertadores listo a luchar por la libertad, que nunca falla a la hora de rodar una peli (por cierto, el famoso TRON que le da nombre a la peli, aparece casi para decir hola, o poco menos, o como dijo más bastamente el tipo que estaba sentado en la butaca delantera a la mía cuando acabó el chollo: encima que ni aparece y cuando aparece vale callampa) Pero al menos los guionistas tratan de tomarse el trabajo en serio y no se lo agarran a cachondeo mortal (algo que lastimó seriamente a GREMLINS 2 hasta el punto que impidió otra secuela, por poner un ejemplo... er... posmo´erno) Hay algunas referencias, cuando no plagios directos, a otras pelis (desde soluciones narrativas extensamente robadas de MATRIX RECARGADO y MÁTRIX: REVOLUTIONS en un curioso efecto de retroalimentación considerando lo que Matrix robó de TRON, escenarios kubrickianos tomados de 2001: ODISEA DEL ESPACIO y LA NARANJA MECÁNICA, ideas y conceptos reminiscentes de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS así como la TRON original también lo era por una cuestión de época, incluso un diálogo robado a ¡CASABLANCA!) pero no tratan de pasarse refregándolo por la cara, sino que lo insertan armónicamente dentro de la historia, y en verdad no se nota la gran cosa. La tan cacareada banda sonora de Daft Punk acompaña bien, aunque tampoco es tan superlativa como la han puesto por las alturas (a ratos es una gozada, pero no alcanza el nivel de frikismo atonal hardCasio del soundtrack de Wendy Carlos para la TRON original) y las actuaciones están más que bien, robándose la peli Jeff Bridges en un brillante doble rol. Y por supuesto, toda la puesta en escena, un upgrade 2010 de los conceptos narrativos visuales de la TRON original, o cómo hacer los escenarios de la TRON original inyectándoles hormonas de crecimiento como a los pollos. Hasta ahí, la cosa podría pasar como una peli de aventuras más, un clon de MATRIX de una década después. Y sin embargo.

:: Acá empieza lo bueno. En primer lugar, TRON: EL LEGADO puede ser visto como un enorme comentario acerca de cómo el mundo ha evolucionado en los 28 años desde la entrega original. Hagamos memoria. En el año 1982, la informática estaba aún en pañales, y la idea de un universo virtual que pudiera ser percibido directamente por los sentidos en una realidad aumentada por el usuario, en vez de ser simplemente ofrecida a través de la interfaz de un ordenador, era algo que sonaba a abracadabra horus-pocus. Pero desde ese entonces, la virtualidad ha ido ganando terreno progresivamente. Un ejemplo: hace diez años atrás, este blog Cine 9009 hubiera sido una webpage arduamente programada en código HTML, alojada en un servidor de mala muerte (existía Yahoo! Geocities, pero estaba terriblemente saturado) y casi sin retroalimentación con sus usuarios porque los correos electrónicos era mucho si te ofrecían 5 Mb (ojo, no escribí GIGABYTES sino MEGABYTES) de alojamiento. En esas condiciones, la virtualidad era todavía algo extraño, externo al usuario. Ahora en la actualidad, con la apabullante cantidad de blogs, yutubes, redes sociales, etcétera, que existen en Internet, en cierta medida todos somos cyborgs, ya que parte de nuestra vida, incluso parte de las funciones de nuestro sistema nervioso central están online. En este escenario, y salvando ciertos problemillas físicos pasables en una peli de los 80s (el tema de la desmaterialización, por ejemplo, que debido a la dichosa E=mc2 debería generar una explosión nuclear que barriera a media América... incluyendo el hardware-server en que se aloja la información digitalizada) lo que se ve en TRON: EL LEGADO no es el futuro sino el presente: el usuario ya está inmerso en la virtualidad quiéraslo o no. De hecho, parte importante de la trama gira en torno a una premisa bastante tecnofóbica, pero no por ello menos real: la invasión de lo real por lo virtual. El plan del villano en ese sentido es bastante descabellado, pero eso no quita su carácter metafórico: la amenaza última es que toda nuestra realidad desaparezca y se convierta en algo virtual, en una especie de... (¿será coincidencia con TRON?) Tlön (o mejor dicho, siguiendo el razonamiento borgiano, en el Orbis Tertius) En última instancia, TRON: EL LEGADO se trata acerca de un mundo en el cual tu perfil de Facebook pasa a ser más real que tú mismo (porque más gente te conoce a través de Facebook que face-to-face) y tu cuenta de Twitter tiene más autoridad para hablar por ti que tu propia boca (porque más y más dispersa gente te lee por Twitter que escuchándote en torno a un café) La peli no quiere casarse con la crítica ni con la aceptación frente a esto, y lo constata como un hecho... salvo por el final. (¡¡¡SPOILER DEL FINAL, LEÑE, SI NO QUIERES SABER CÓMO TERMINA, SÁLTATE AL SIGUIENTE PÁRRAFO!!!) Porque después de haber visto máquinas chupis, motos que dejan luces como el caracol una estela de baba (pero a hiperspeed) aviones, y un escenario tan molón como el de MATRIX, resulta que lo más maravilloso de la vida es contemplar un p*** amanecer. ¡Y en dos-dí! Ya saben a dónde los voy a enviar a tomar por... (FIN DEL SPOILER, OF COURSE))

:: Una nota que estaba más que bien en la TRON original, y que por suerte mantienen acá, es la perspectiva filosófico-religiosa. Mientras que al final todo ese baturrillo dizquentelectualoide de MATRIX al final era puro bluff (¡si el condenado Arquitecto de MATRIX RECARGADO al final no decía nada!) en TRON teníamos un discurso filosófico y religioso coherente. Otra cosa es que te guste, claro, pero de que es coherente, lo es. TRON: EL LEGADO tiene la gracia de que tiene su propio discurso filosófico y religioso, y además de eso, prosigue de manera un tanto venenosa el discurso de la TRON original. Repasemos. Resulta que en TRON, los programas estaban encerrados en un mundo que consideraban real (pero que, muy a lo caverna de Platón, no lo era porque era virtual, las sombras de los electrones, etcétera) pero esperaban a esa mítica figura más allá del país de Aslan que es el usuario. Acá, el usuario se ha manifestado plenamente y los bichos dentro de la máquina saben que su realidad es sólo una realidad, y no demasiado real que digamos. El Creador se ha manifestado dentro del mundo, y empieza a manejarlo a su antojo para hacerlo perfecto. ¿Y qué sucede? Pues que crea un programa llamado Clu (sigla de Codified Likeness Utility o Utilidad de Agrado Codificado, pero que también puede leerse como clue o pista en inglés) cuyo trabajo es precisamente ése, buscar la perfección. Y pasa lo que cualquiera que haya leído sobre utopías y totalitarismos y HAL-9000 sabe: que Clu se pasa de la raya y en la persecución maniática del objetivo para el cual fue creado, decide que todo lo imperfecto debe ser aniquilado y destruido. El resultado final es la paralización social y la esterilidad, y peor aún, el afán de conquistarlo todo porque, bueno, si no conquistas TODO entonces no podrás controlarlo para hacerlo perfecto. Lo que aprende el Creador muy a su pesar es que él no es Dios y que la omnipotencia es un negocio difícil, y que a veces debes ser pacífico y tolerante. En toda doctrina creacionista hay un matiz de fascismo inherente a ella porque la idea es que todo ha sido creado para la perfección de sus fines (como se burlaba Voltaire en CÁNDIDO, que la nariz había sido creada para sostener los lentes) De ahí a la quema de cátaros o la destrucción de programas y formas de vida informáticas novedosas hay sólo un paso. La peli resulta así una gigantesca tragedia griega, en que los protas no pueden ganar porque no existe el bien ideal, al revés de muchas pelis de Hollywood en donde al final se restablece el statu quo y todos felices porque eso es la perfección. Y peor aún, resulta un comentario bastante pesado sobre la premisa de TRON, que era una peli absolutamente mesiánica de principio a fin (Tron es el mesías y el usuario es el dios que creó al mesías... ya me entienden el punto) y que al final terminaba con todo establecido como tenía que estar... sólo para que volvamos al punto de partida otra vez. O de como TRON: EL LEGADO opera como una profunda desmitificación del fenómeno religioso y del misticismo en general. Aunque no se crea tanto porque es una Disney a fin de cuentas: al final sí existe una salvación. Porque en definitiva, Clu resulta ser Satán (el programa más bello de todos que se rebela contra su Creador, además de que no puede crear, sólo modificar lo que ya existe...) pero es a la vez una parte del Creador... y todo puede resolverse con sacrificio, por supuesto, si a fin de cuentas en Disney piensan en cristiano. Y si a eso le sumamos el final de estampita evangélica, tenemos una peli que se la juega por conceptos filosóficos llevados al extremo, pero tampoco tan al extremo que la gente salga atea del cine, supongo que nos entendemos, ¿no?

:: Por una vez en la vida, el subtítulo de la peli (legado) no es (sólo) una frase molona para venderla, sino que de verdad dice algo sobre un punto importante de la peli. El concepto del legado es muy fuerte acá: no es sólo que el prota deba aprender algunas cosas para madurar, hacerse hombre, acostarse con la chica, etcétera, sino que además debe aprender a evitar los errores de su padre y a reconciliarse con el pasado. Su padre cometió errores, pero está ahí para enmendarlos, y su hijo debe darle la oportunidad de corregirse para rechazar lo malo y aceptar lo bueno que viene con ese legado. De esta manera, la peli evita el esquema simplista y maniqueo de ¡soy rebelde, a quemar el pasado! o el otro de al final mi viejo tiene razón en todo y yo estaba equivocado de principio a fin (el síndrome TOP GUN) No es la peli que mejor lo ha tratado (no alcanza el nivel de EL IMPERIO CONTRAATACA, por ejemplo, que también va a lo mismo) pero sí que lo hace de manera digna y eso se agradece.

:: Otra cosa que se agradece, tratándose de lo que en principio es un blockbuster comercial, son las implicancias psicológicas de la trama, más densas que lo habitual en un thriller descerebrado al uso. El prota (bueno, el chico, porque mediando la trama el padre se lo come vivo, y es que Jeff Bridges es mucho Jeff Bridges) vive con el trauma de que su padre lo ha abandonado y por eso se cría joven, rebelde, está en contra del software protegido, etcétera. Cuando llega hasta el mundo informático de Tron, descubre que su padre está vivo. Pero antes que eso debe enfrentarse al villano... que en cierta medida también es su padre, o la faceta oscura de su padre: su empecinamiento en buscar la perfección, su frialdad, sus delirios mesiánicos. En buena medida puede afirmarse, y de hecho la peli lo remarca, que el villano y el padre del prota son en realidad dos facetas de la misma persona: uno se ha quedado con los defectos y el egoísmo que lo han llevado a abandonar a su hijo en primer lugar (inconscientemente, sí, pero aún así) y el otro a través del sufrimiento de la separación y el exilio se ha purificado de esas taras y ha evolucionado hasta un nivel superior. Que ambos personajes (Clu por un lado, el padre por el otro) sean en realidad dos caras de la misma moneda, hace mucho más compleja para el prota la labor de ajustar cuentas con ambos: no se trata de librar una guerra contra un enemigo externo, sino contra las raíces de lo que es la propia personalidad del héroe, lo que lo ha convertido en héroe en primer lugar. La batalla del prota por borrar a Clu adquiere entonces también una connotación psicológica: la de cerrar una brecha en su propia historia personal, la de adquirir control sobre su propio destino por encima de las taras subconscientes que arrastra desde la infancia. También para el padre, luchar contra Clu para defender a su hijo implica recuperar el tiempo perdido provocado por la brecha que él mismo creó, y parte importante de la tragedia es que destruir a Clu significa también en buena medida destruirse a sí mismo: o de cómo expiar los pecados hacia el hijo con un sacrificio personal. Nuevamente, no es algo que el cine blockbuster no haya tratado antes, ni deja de ser vertido en una trama a ratos algo banal, pero siempre se agradece que si me van a vestir la misma historia de siempre con ropa nueva-pero-igual, que esas ropas a lo menos estén bien cosidas y hechas de buena tela.

Ideal para: Ver una muy digna secuela de la peli original, con más ideas de lo que en primer minuto podría parecer.

© Félix Capitán, (3.229 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Cine 9009 el 9 de enero de 2011
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