A veces, uno tiene la impresión de que demasiados críticos se dejan llevar por sus simpatías hacia un determinado director. Algo así es lo que parece haber ocurrido con BATMAN BEGINS, una película correcta pero con demasiados fallos como para funcionar, y que se ha elevado a los altares por venir firmada por un director de culto
como Christopher Nolan. ¿Qué habría pasado si, en lugar de firmarla él, exactamente la misma película la hubieran rodado, por poner un ejemplo de directores odiados por los comentaristas cinematográficos, Michael Bay o John Woo? Pues que, de pronto, habrían salido a relucir todos esos defectos que la buena fama del director de MEMENTO tiene la capacidad de esconder.
Sin ir más lejos, uno de los principales fallos achacados a Nolan es su horrible forma de concebir las escenas de acción, que resultan confusas y tremendamente mal montadas, resultando prácticamente imposible ver nada en ellas más que sombras moviéndose y gruñidos de gente siendo golpeada. ¿Cómo puede ser eso considerado algo secundario, cuando se trata precisamente de una de las bases del cine de superhéroes? Un filme de aventuras sin escenas de acción es como un bistec sin carne, no tiene sentido, y la impericia del director para rodar la acción de forma clara y atractiva, a la manera de un Sam Raimi o un Bryan Singer, se convierte en uno de los principales males que afectan a BATMAN BEGINS. Sobre todo en lo concerniente a los enfrentamientos con los supervillanos del filme, totalmente anticlimáticos y mal resueltos, sin la emoción ni la descarga adrenalínica que deberían llevar consigo.
Y eso ocurre por culpa de un defecto aún más grave que impregna todo el filme y que le impide funcionar como debería, a pesar de que está suavizado por el buen hacer de todos los actores (menos Katie Holmes, que demuestra ser una de las actrices más mediocres de su generación): la frialdad con la que Nolan rueda toda la película. Igual que en MEMENTO y en Insomnio, el director mira a sus personajes con distancia, de forma desapasionada, algo que funciona bien en el thriller psicológico pero, cuando se trata con personajes tan al borde de la locura como Batman y su entorno, provoca un alejamiento con respecto al espectador que perjudica al dibujo de los protagonistas. Por eso el conflicto interno del Señor de la Noche, en lugar de sernos mostrado de forma visual, se nos tiene que recordar constantemente a través de los diálogos, uno de los peores defectos que arrastraba BATMAN FOREVER (criticable en esta ocasión, claro, por venir el filme firmado por el habitualmente temible Joel Schumacher) Si, además, en lugar de reiterar constantemente dicho conflicto durante dos horas y media se hubiera visualizado de forma más inteligente y se hubiera recortado, al menos, media horita de película, estaríamos ante un filme mucho más digerible y menos lento a nivel narrativo.
Aun así, el principal defecto del filme viene dado por un guión, a todas luces, defectuoso. Los fans del personaje han celebrado la fidelidad al origen del superhéroe, pero el problema es que David S. Goyer ha querido conservar tantos personajes y tramas que la película sufre una sobreabundancia de ambas, estando algunos actores desaprovechados y algunas líneas argumentales, contadas de forma precipitada o, al menos insuficiente. Sorprende que Nolan, un guionista bastante capaz, no supiera pulir tanta excrecencia y dar a luz a algo más concreto, pero también más efectivo. Tampoco ayuda la tendencia de Goyer al one-liner, intentando a cada momento incluir diálogos lapidarios y profundos que los actores defienden con bastante eficacia pero que, sin embargo, esconden una filosofía de baratillo. El guionista también abusa excesivamente de las reiteraciones en el diálogo, un recurso fantástico para dar consistencia a un libreto cuando se utiliza bien, pero que en este caso da lugar a una cansina repetición de frases ya escuchadas que, al final, acaba cansando.
¿Es, pues, BATMAN BEGINS una mala película? En absoluto: es un filme de superhéroes correcto, entretenido y más profundo que los dos últimos intentos de Joel Schumacher. Pero, desgraciadamente, está por debajo de películas mucho más satisfactorias como los dos Spider-Man o los dos X-Men, por no hablar de los maravillosos BATMAN de Tim Burton, quizá infieles al cómic original pero tras los que se adivina a un director apasionado por sus personajes y sus conflictos, dándoles una fuerza visual y narrativa que le falta al desapasionado Nolan. Cruzaremos los dedos para que, en la secuela que ya está preparando, sepa ser crítico consigo mismo y corregir sus propios defectos.