UBIK
UBIK Philip K. Dick
Título original: UBIK
Año de publicación: 1969
Editorial: La factoría de ideas
Colección: Solaris Ficción, nº 3
Traducción: Manuel Espín
Edición: 2000
Páginas: 222
ISBN:
Precio: 6 EUR
Comentarios de: Luisfer Romero Calero

Vivo o muerto, ¿cuál es la diferencia?

UBIK es mi novela favorita de Philip K. Dick. Considero que en ella, el autor pudo volcar todas sus obsesiones, y crear una atmósfera nunca antes vista, hipnótica, envolvente y extraordinaria. Puede verse UBIK como un remake de su novela OJO EN EL CIELO, en la que también se encontraban realidades y mundos particulares, universos oníricos, y tambaleaba el concepto de realidad.

En 1992, en una sociedad futura, es posible mantener a los fallecidos en un estado de semi-vida, criogenizados, pero capaces de comunicarse con los vivos. En este estado está la mujer de Glen Runciter, el presidente de una compañía de prevención contra el espionaje. Este espionaje se desarrolla por medio de personas con virtudes telepáticas, y tiene como mayor enemigo al maníaco Ray Hollis. Para solventar esto, recluta a una serie de personas con dones especiales, y confía a su empleado más leal, Joe Chip, a que se encargue de todo. En una emboscada que Hollis había hecho a Runciter en la Luna, se produce una explosión y Runciter muere. Joe Chip ordena a los demás a volver a la Tierra para criogenizarle rápidamente, antes de que sea demasiado tarde. Y es que la desaparición de Runciter conllevaría un ascenso de Chip, que tendría que ocuparse de la empresa, labor para la que no se siente preparado.

Mientras tanto, empiezan a suceder, uno tras otro, acontecimientos a cual más extraño, como la caducidad de algunos productos, regresión, y progresivos ataques contra los miembros del grupo. La pregunta que cabe hacerse es: ¿está muerto Runciter o lo están todos los demás?

El ambiente de incertidumbre que crea Dick, logra que el lector alcance una asombrosa empatía con los personajes principales, y esto es mayormente debido al increíble giro argumental propuesto: en las primeras páginas encontramos un convencional relato sobre guerras entre telépatas; tras la explosión en la que se hallan inmersos los personajes, aparece el concepto de realidad, se aborda la vida tras la muerte, la reencarnación, un triángulo amoroso, tensión a raudales, viajes en el tiempo, sucesivas muertes de los personajes al puro estilo DIEZ NEGRITOS de Agatha Christie... y se tocan tantos temas que la novela resulta demasiado corta. Un argumento tan repleto de imaginación y originalidad no pasa de 250 páginas en la mayoría de las ediciones en español. Y se nota.

El final es lo más conseguido, sin duda, porque es tan abierto que puede haber tantas interpretaciones como lectores, y contribuye a la incertidumbre que propone Dick como principal motivo de su novela. Ni siquiera pienso exponer aquí mi visión particular del capítulo final, en el que Ubik hace su presencia como algo omnipotente y eterno, y Runciter termina participando de la misma experiencia que todos los demás.

¿Qué es Ubik? A lo largo de cada capítulo se dan consejos publicitarios que insinúan qué puede ser Ubik. En la novela no se aclara con explicitud, sin embargo, es un elemento trascendental en las últimas páginas, de modo que uno puede controlar su destino con lo que parece ser un aerosol lleno de energía, de amor y de vida.

Repasemos los conceptos que esta novela en concreto transmite al lector.

Para empezar, tenemos un ciclo vida-muerte totalmente alterado. Al morir, el ser humano es criogenizado y durante un tiempo limitado, es posible la comunicación entre vivos y semi-vivos, gracias a unas organizaciones que parecen ser religiosas. Cuando el tiempo se agota, Dick deja bastante claro que morir totalmente es lo mismo que nacer. Una reencarnación puramente budista: cuando Ella Runciter, esposa del protagonista, siente cómo su expiración está próxima, cree ver una matriz, como si de repente ella no fuera más que un feto a punto de salir a una nueva vida.

¿Es que la muerte no se da en ningún momento en este universo de Ubik? Cuando Joe Chip y sus compañeros (en especial Al Hammond) van dándose cuenta de que viven en un mundo irreal, finalmente averiguan que todo es una creación de un niño llamado Jory, un crío mentalmente fuerte que succiona la escasa vida de los que tiene a su alrededor (físicamente se entiende, proximidad entre los cuerpos semi-vivos criogenizados) Jory se alimenta de las almas de los demás, se los come, literalmente, hasta dejarlos en un estado calcinado dentro de su mundo. Parece ser que esto es la muerte absoluta. Nada queda, por ejemplo, de Wendy Wright cuando Joe Chip se la encuentra en esa situación.

Otro aspecto importante: Pat Conley. El personaje de Pat es uno de los más oscuros y ambiguos que pueden localizarse en toda la obra de Dick. Es una femme fatale en estado puro. Es la última de los llamados inerciales con los que cuenta Runciter en su viaje hacia la Luna. Y posee un don insuperable: es capaz de cambiar el pasado a su antojo, de forma que con sólo pensar en algo que tendría que haber cambiado anteriormente, la alteración se produce con todos sus consecuentes cambios en el presente. Por ejemplo, para conseguir que Joe Chip la contrate, piensa en haber aceptado tener relaciones sexuales y casarse con él. Es por ello que, cuando no se esfuerza en cambiar el pasado para evitar la muerte de Runciter, todas las sospechas sobre la extrañeza de los acontecimientos recaen sobre ella. Los celos que Pat siente hacia la mencionada Wendy Wright, por la que Joe Chip tiene especial afecto, se ven correspondidos con la prematura muerte de ésta. Razón de más para que Pat sea considerada por parte del resto de personajes como la villana de la novela. Gran perfilamiento el de este personaje, que provoca que Pat sea cuanto menos fascinante.

La señal más clara de que algo extraño ocurre, y no sólo en el fatídico viaje a la Luna, es que todos los productos parecen ir retrocediendo en el tiempo, sin prisa pero sin pausa, como suele decirse.

Cuando Chip percibe que, con toda seguridad, se encuentra en una especie de sueño, Glen Runciter empieza a mostrarse con una omnipresencia apabullante. Está en la televisión, su efigie en las monedas y billetes, le lanza mensajes últimamente, hasta asimilar la verdad: De comer y cagar yo no me privo: vosotros estáis muertos, yo estoy vivo. El aire paternalista de Runciter, unido a la extraña comunicación entre ambos resulta cómica y divertida. Paulatinamente Runciter representa el único apoyo de Chip: es su único lazo con los vivos. El lector rápidamente entiende que Runciter se comunica calmadamente con un Chip criogenizado, mientras que el pobre empleado está viviendo un tour de force frenético y paranoico.

Hay algo que no termina de encajar en UBIK, bien sea porque represente un fallo monumental de Dick en lo que cinematográficamente se entiende como raccord, o porque sea rizar más el rizo en ese estudio de la realidad como algo esquivo y borroso. Se supone que Jory lleva sesenta años congelado. Es decir, que está semi-vivo desde los 30. Sin embargo, ¿existía en los 30 el sistema de criogenización? Podríamos pensar que los años 30 de los que se habla en UBIK son diferentes a los nuestros. Pero Joe Chip habla con un taxista de la II Guerra Mundial, luego todo parece indicar que es de nuestros años 30 de los que se trata. ¿Una vuelta de tuerca, o un defecto argumental de Dick?

UBIK hay que leerla. Hablar del universo que envuelve a la novela puede ser una tarea ardua si no se experimenta su lectura. Da la sensación de que si Dick se hubiera tomado esta novela más en serio, podría estar hablándose de una de las mejores obras de la historia de la literatura universal. No en vano, y con sus carencias, la revista Time la eligió como una de las 100 novelas indispensables del siglo XX.

© Luisfer Romero Calero,
(1.296 palabras) Créditos Créditos
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