LA MÁQUINA DEL TIEMPO / EL TIEMPO EN SUS MANOS
LA MÁQUINA DEL TIEMPO EE.UU., 1960
Título original: The Time Machine
Dirección: George Pal
Guión: David Duncan, H.G. Wells
Producción: George Pal
Música: Russell Garcia
Fotografía: Paul Vogel
Duración: 103 min.
IMDb:
Reparto: Rod Taylor (H. George Wells); Alan Young (David Filby / James Filby); Yvette Mimieux (Weena); Sebastian Cabot (Dr. Philip Hillyer); Tom Helmore (Anthony Bridewell); Whit Bissell (Walter Kemp); Doris Lloyd (Mrs. Watchett)

El tema del viaje en el tiempo ha dado grandes obras en la literatura y alguna que otra en el cine. George Pal, director que se adentró en muchos de sus films en el fantástico (LA GUERRA DE LOS MUNDOS o LA CONQUISTA DEL ESPACIO de 1955), produjo y dirigió en 1960 EL TIEMPO EN SUS MANOS, adaptando la novela homónima de Wells. Anteriormente la BBC en el año 1949 había producido una serie para la televisión.

Nos encontramos en el año 1900, concretamente en el 5 de enero. Unos amigos esperan a George, que los ha citado para cenar. George aparece en un lamentable estado físico y a petición de sus contertulio pasa a explicar lo que le ha ocurrido. En una cita previa del 31 de diciembre de 1899, ya les había mostrado su invento: una máquina capaz de viajar por el tiempo. Pese a la incredulidad de sus amigos, George les afirma que ha conseguido realizar un viaje al futuro, donde ha conocido la decadencia de la humanidad en ese remoto siglo.

La narración, pues, transcurre en flash-back en todo su metraje, a excepción de las dos breves escenas del tiempo actual.

En el remoto futuro del año ¡802.701! encuentra un pueblo llamado Eloi, una especie de hippys sin interés por nada a excepción de comer y pasar el tiempo. El protagonista no entiende absolutamente nada, de los Eloi. no tienen leyes ni gobierno, no trabajan, en definitiva un paraíso para la molicie y la dejadez. Incluso ha de salvar a una chica Weena, que es arrastrada por las aguas de un río. Sus compañeros ni se inmutan. Como es natural se enamora de la chica y esta de él. Weena le explica que existen otros seres que viven bajo la tierra, los Morlocks. Descubre también que su máquina del tiempo ha sido robada e introducida dentro de una esfinge cuya entrada esta protegida por grandes puertas metálicas. Decido a recuperar su máquina baja por unas chimeneas al subsuelo. Allí encontrará una raza de mutantes cuyo alimento consiste en comerse a los Eloi, aunque esto no se deja claro en la película.

George participa de lo que Spinrad denomina el Síndrome del Emperador de Todas Las Cosas, es decir el protagonista es inteligente, con un invento que no posee nadie, una chica a la que salvar y unos malos horrorosos a los que hay que vencer, matándolos claro está. Por supuesto ha de convertirse en salvador del mundo y casarse con la chica. Todo esto le ocurre en la película, concretamente en la parte que trascurre en el remoto futuro. Coincido con Luis Gasca en que la película desciende en interés en este segmento. Unos espantosos Morlocks, con trajes de carnaval, que pese a que se supone que ostentan la tecnología de la época, van medio en pelotas y sólo emiten unos gruñidos como forma de comunicarse. La filosofía del libro original, básicamente la lucha de clases, se pierde en esta adaptación

Sin embargo tenemos una muy destacable porción del film que resulta muy interesante. La época victoriana del principio y todo el viaje en el tiempo desde el siglo XIX hasta el XX deteniéndose en las tres guerras mundiales, las dos que conocemos y una tercera en el año 1966, son de lo mas remarcable. La forma de visualizar el viaje en el tiempo, a través de la moda femenina que el viajero observa en una tienda de ropa por medio de los atuendos de la maniquí, es una de las cosas que se recuerdan con mas agrado del film. Otro de los logros es la propia máquina del tiempo: hay que tener imaginación para coger un trineo, forrar el asiento de terciopelo rojo y ponerle una sombrilla abierta detrás y que nadie se ría al ver la máquina. Pero es que dentro del contexto Victoriano es totalmente creíble. Y la magistral secuencia de los títulos de crédito con los relojes apareciendo y desapareciendo, que nos da una primera aproximación de la obsesión del protagonista por el tiempo. La escena final es la que resume el film en una frase antológica pronunciada por Fisby. A la pregunta: ¿Cree que volveremos a verlo? él responde: No me extrañaría. Tiene todo el tiempo en sus manos, esta frase pierde mucho de su significado en España ya que el título de la película es precisamente esta frase y no La Máquina del Tiempo, como en el original.

Los efectos especiales están muy bien realizados para la época a base de transparencias muy bien realizadas. Las escenas del viaje utilizando la pixelización, para ralentizar o acelerar los cambios en el maniquí y el sol, son de inmejorable calidad y por ejemplo la esfinge Morlock se diría que es un decorado y sin embargo es una maqueta miniatura y transparencias o Mattes. Estos efectos especiales ganaron el Oscar de ese año, con todo merecimiento por cierto.

Rod Taylor cumple bien con su papel de inventor y viajero aventurero, con pretensiones de Mesías salvador. El peso de la película esta en él ya que incluso actúa de narrador en voz en off de sus aventuras. La debutante Yvette Mimieux, actriz que posteriormente protagonizaría varios films de género como ODISEA BAJO EL MAR (1974) o EL ABISMO NEGRO (1979) y también en la serie Los invencibles de Némesis (The Champions, 1968-69), está bastante encorsetada y envarada, no cambia la cara de boba en todo el metraje, pese a que se tuvo que rodar de nuevo varias escenas, ya que había mejorado en su interpretación. No quiero ni imaginar como serían estas escenas.

Secuelas

Aunque no se trata de una secuela propiamente dicha en 1979 se realizó la película LOS PASAJEROS DEL TIEMPO (TIME AFTER TIME) dirigida por Nicholas Meyer y protagonizada por Roddy McDowall en el rol de H. G. Wells y David Warner en el papel de Jack el Destripador. En este caso y gracias a la máquina del tiempo Jack huye de la policía inglesa a nuestro siglo. Wells le sigue para intentar detenerlo. Una película que se deja ver con gran agrado. Los choques culturales del pobre Herbert son bastante divertidos y dan a la película tientes de comedia, que me suenan copiados en STAR TREK IV: MISION SALVAR LA TIERRA en la que se dan algunas situaciones parecidas, lo cual no es de extrañar porque uno de los guionistas es el propio Meyer. Jack, sin embargo, se encuentra muy a gusto en un mundo tan violento como el nuestro en el que por la televisión podemos asistir a la mascacre en directo de cientos de personas en directo. Como dice él nací demasiado pronto. Este es mi tiempo.

Anecdotario

La película costó 827.000 dólares

El actor With Bissel participó asimismo en la serie El tunel del tiempo (The Time Tunnel) producida en 1966 por Irwin Allen, en el papel del teniente general Heywood Kirk, responsable militar del proyecto túnel del tiempo. Al parecer le gustaban los viajes en el tiempo.

Los ojos rojos de los Morlocks eran dos bombillas que se activaban con un interruptor colocado en el cinturón.

En la máquina del tiempo hay un cartel en el que se puede leer: Manufactured by H. G. Wells. Aunque en la película no se menciona expresamente, ya que sólo se le llama George, es de suponer que el protagonista es el propio Wells.

Bibliografía

  • ¿DONDE ESTAN LOS VIAJEROS DEL TIEMPO?: artículo de Jordi José y Manuel Moreno en CIBERP@IS 6-01-2000
  • SERIES DE CULTO DE TV DE CIENCIA FICCIÓN, TERROR Y FANTASÍA. Eusebio R. Arias Nuer ediciones
  • RUMBO AL INFINITO. Pablo Herranz. Middons
  • CINE Y CIENCIA FICCIÓN. Luis Gasca. Planeta
© Alfonso Merelo,
(1.274 palabras) Créditos

¿De qué se trata?

Comienzos de 1900, una época que ya en tiempos de la peli en comento era añeja. Un grupo de amiguetes muy estiradotes y eduardianos llegan de visita. El anfitrión, eso sí, no está. Los invitados protestan por la enorme descortesía, y lo hacen como buenos hijos de la Rubia Albión, pero cuando la anciana ama de llaves anuncia que puede empezar la comilona sin que llegue el anfitrión, por expresas instrucciones de éste, el grupete no se hace de rogar. Y de repente... ¡¡CHAS...! se abre la puerta y aparece el anfitrión, con la camisa descosida como un indy jones de rebajas, y muy alterado. Uno de los amigos le pide que cuente su historia con calma, porque tiene todo el tiempo del mundo. Y el otro, con esos ojos medidativos y perdidos en el horizonte que vienen muy bien en el cine cuando alguien va a empezar a contar un relato, dice es verdad, tengo todo el tiempo en el mundo... Refiere entonces como cinco días antes, el último de 1899, ha convocado a esos mismos amiguetes, y les ha hablado sobre una máquina del tiempo. Después de una prolija explicación pseudoeinsteniana, sólo obtiene risotadas, consejos de buena crianza (no se enfebrezca tanto, mi amigo, que se va a enfermar, y cosas así) y preguntas sobre el potencial del invento para ser aplicado en la guerra imperialista británica (ni que fueran industriales yankis) Fastidiado de que el siglo XIX/XX sea tan estrecho de miras como para entenderle, decide entonces usar su máquina para viajar al futuro. Después de descubrir que el mundo se irá progresivamente al demonio durante el siglo XX, arriba nada menos que a 800 mil años en el futuro, y descubre... ¿El Paraíso Terrenal...? ¿El infierno de Dante...? Un poco de ambas cosas, porque en el futuro hay una sociedad de lindos arios rubios y de ojos azules, y otra que...

El espíritu de los tiempos

En 1895, un inglés de finales del imperio victoriano, de clase media, y convicciones políticas cercanas al fabianismo (o sea, lo que hoy en día sería un socialista de asados de fin de semana en el barrio alto) publicó su opera prima, cual era LA MÁQUINA DEL TIEMPO. Esta obra, del posteriormente prolífico Herbert George Wells, estaba destinada a transformarse en uno de los libros más importantes de todos los tiempos, ya que era el primer relato en el cual el viaje temporal se hacía mediante máquinas y no por magia o extraños pactos con criaturas sobrenaturales, sentando así uno de los temas capitales de lo que después llegaría a llamarse ciencia-ficción; esto, sumado a su exquisito estilo literario, y a una trama llena de aventuras, y con un trasfondo social y filosófico sumamente hondo. No es casualidad entonces que desde siempre hayan querido llevarla al cine, de una manera o de otra. Quien se llevó el palo al agua fue George Pal, hombre con un zutantrástico currículum que en la dirección incluía incontables cortos para Bugs Bunny, y en la producción algunos de los grandes clásicos de la ciencia-ficción de los 50, incluyendo MUNDOS EN COLISIÓN, DESTINO: LA LUNA y LA GUERRA DE LOS MUNDOS. Perteneciente a una generación de cineastas que, aunque preocupados por ganar dinero en la taquilla, mostraban algo de preocupación por no corromper (demasiado) el material literario original, la adaptación de Pal resultó ser enormemente respetuosa al texto de Wells, aunque un tanto menos sobre su espíritu. Y es que Wells ha sido siempre un escritor complicado para el cine: atrae por una parte el que sus obras sean canónicas (la primera invasión extraterrestre en LA GUERRA DE LOS MUNDOS, el primer experimento científico de invisibilidad en EL HOMBRE INVISIBLE) pero su vena corrosiva e izquierdoide hace difícil de pasar el trasfondo metafísico. Y George Pal, estadounidense ortodoxo a fin de cuentas, se ve obligado a introducir algunos sutiles cambios en la trama, para evitar al Wells más crítico social, algo que siempre ha herido la sensibilidad pequeñoburguesa de los yankis. La película está más ajustada en realidad a los miedos propios de los 60 (la aniquilación de la raza humana por cortesía de un bombazo nuclear) que a la sensibilidad críticobritánica wellsiana, pero aún así mantiene un carácter contestatario que es muy propio del autor de la novela original.

¿Por qué verla?

:: La novela original tiene un argumento buenísimo y muy original, dentro del género viajero del tiempo perdido en el siglo chorropetecientos, y la película es enormemente fiel al argumento buenísimo y muy original. ¿Más comentarios...?

:: Consecuencia de lo anterior. Esta película es una crítica feroz a cierto dogma liberal (bien mantenido por las grandes corporaciones petroleras actuales) de que el progreso es eterno y hasta el infinito. Otras civilizaciones tan buenas como la nuestra han caído antes, ¿por qué no iba a hacerlo aquella en la que vivimos? Y no se necesita ningún empujón externo para ello, basta que nosotros metamos el dedo en el botón nuclear, en vez del botón del expendedor de snacks, y estamos listos. Aún sin el discurso social de Wells, sigue siendo una premisa aterradora. TERMINATOR no inventó nada (y los robots de TERMINATOR tienen más que un simple aire de familia a los morlocks, en más de un sentido, para que vean que James Cameron no inventó nada)

:: El diseño visual. LA MÁQUINA DEL TIEMPO es todo lo vistosa que se puede. Los efectos de aceleración del tiempo cuando se produce el viaje son notablemente buenos, a pesar de su simplicidad casi rústica (cámara acelerada y nada más) Y el mundo futuro luce realmente como un mundo casi alienígena para nuestro entendimiento normal, incluyendo una ominosa esfinge que... no, no contemos más, para mantener el suspenso arriba.

:: El vigoroso ritmo narrativo. A diferencia de las peripecias de películas contemporáneas, que mantuvieron al público en su día sentado al borde de la butaca, pero que hoy en día produciría algunos bucólicos bostezos, los eventos del filme aún consiguen emocionar. Tanto, que se comen con zapatos al remake de 2002, y eso que para éste le metieron una serie de elementos nuevos para hacerla aún más espectacular, con resultados en definitiva mediocres.

Ideal para: Ver una adaptación fílmica hecha con la altura de miras necesaria para respetar la obra original, en vez de rejuvenecerla y modernizarla para el ignaro público actual.

© Félix Capitán, (1.048 palabras) Créditos Créditos
Publicado originalmente en Cine 9009 el 19 de agosto de 2006