En más de una ocasión he comentado que Gabriel Bermúdez Castillo no pasará a la historia de la ciencia-ficción española como un fino estilista. Su forma de escribir, suelta y desenfadada, resulta en ocasiones demasiado áspera, necesitada de un último pulido recortando aristas y alisando superficies.
Sin embargo, resulta difícil encontrar una imaginación y fuerza narrativa como la suya. Sus escenarios son siempre sorprendentes y los argumentos de sus historias van de lo sugestivo a lo asombroso. Estos elementos combinados tuvieron su culminación con EL SEÑOR DE LA RUEDA, donde una civilización motorizada, por lo demás de corte medieval y caballeresco, se desarrolla sobre ruedas y a toda velocidad por interminables autopistas entre justas y lances amorosos. Aunque quizá su obra más conocida sea VIAJE A UN PLANETA WU-WEI, un recorrido desaforado por un planeta (el porqué es wu-wei mejor averiguarlo leyendo el libro) tan exótico como peligroso.
Todo esto se deba, con toda seguridad, a que para Gabriel Bermúdez Castillo la escritura sea una actividad ante todo divertida. El dinamismo, el humor y la socarronería que se desprenden de las páginas de sus libros sólo se puede entender si el propio autor está disfrutando con sus palabras tanto como en el futuro lo hará el lector.
Los tres relatos que componen este volumen tienen todas las características descritas: son dinámicos y contundentes, gozan de un gran sentido del humor latente en cada frase y cada escena, y alguno por su precipitación acaba ligeramente desarbolado.
Es el caso de DUERME. QUERIDO MONSTRUO. En un futuro muy lejano (y más superpoblado todavía) se ha inventado la máquina del tiempo capaz de enviar personas y equipo a un pasado más lejano aún, y allí, en pleno carbonífero, se ubican multitud de factorías que se encargan de producir el alimento que cubre parcamente las necesidades del futuro/presente. Iván Martínez trabaja en una de estas factorías, arando campos de cuatrocientos kilómetros de largo. Tras un duro día de trabajo (ha logrado terminar un surco durante la jornada) una espléndida mujer se le aparece en una Máquina de un diseño bastante poco habitual. Iván se enamora de la desconocida, que tal como vino se fue, y corre a la factoría a exigir sus correspondientes vacaciones con la intención de volver al futuro/presente y buscar a la bella desconocida. Allí, como buen paleto que es, le ocurre de todo, hasta llegar a un clímax, tan dinámico y vibrante como desaforado y casi deslavazado. ¿Y el monstruo? También aparece, tranquilos.
UN MUNDO DURA MIL AÑOS es la descripción literal de lo que cuenta el segundo relato. Una civilización refinada hasta el absurdo vive entre el derroche y la sofisticación extrema, todo lo que es posible hacer a distancia, hasta el sexo, se hace así, el contacto personal, sin ser una rareza en un mundo superpoblado como este, se ha ido evitando poco a poco. La moneda son unidades de energía, las castas, basadas en la meritocracia, están muy bien definidas, y sin suponer una separación física, si marcan distancias. En un momento determinado se da la noticia de que se ha descubierto un nuevo planeta, las autoridades hacen un llamamiento a la ciudadanía para colaborar en su colonización y todos, pobres y ricos, ingenieros y obreros, se presentan voluntarios derrochando gran entusiasmo... sin saber que realmente la voluntariedad es sólo un concepto piadoso en el que el autoconvencimiento tiene mucho que ver.
Por último, MUNDO SIN DIOSES cuenta la abnegada
(así, entre comillas) labor de tres misioneros seglares que desembarcan en un planeta, hundido en lo más mísero de la Edad Media, para llevar a sus habitantes hacia cotas más confortables de civilización. Empiezan por enseñarles a perfeccionar sus técnicas de minería, metalurgia y construcción, cuando esto ya está conseguido, a aplicar los procesos industriales en la producción de maquinaria pesada, que a su vez mueve las máquinas que fomentan el transporte, el intercambio fluido de productos, la necesidad de servicios auxiliares y, al fin, las Grandes Superficies, los Centros Comerciales y los Parques Temáticos (vaaale, esto último me lo acabo de inventar, pero se ve venir) Todo, por supuesto, entre grandes dificultades, conspiraciones en contra, y enamoramientos extemporáneos.
Una característica común a los tres relatos es que, independientemente de un desarrollo más que ameno, dependen demasiado de las sorpresas finales que dan sentido completo a todo lo contado hasta entonces, e incluso al título.
Libro recomendable, que depara unos muy buenos momentos de lectura.