Una película de la que ya se conoce el argumento y el final con años de antelación no se puede contar con desgana y de forma casi mecánica, hay que buscar giros inesperados, retorcer las situaciones, llegar al inevitable punto de destino por otro camino, sorprendiendo, emocionando al espectador.
George Lucas no lo consigue ni de lejos con ésta ¿sexta? ¿tercera? entrega de su saga galáctica. Todo es desesperadamente previsible y casi se pueden cantar las escenas como si ya se hubieran visto una y otra vez. Ni siquiera el arranque, en el que Anakin y Obi Wan deben rescatar al Canciller (todavía) Palpatine aporta nada nuevo, no deja de ser un refrito de la escena de arranque de LA AMENAZA FANTASMA protagonizada por el propio Obi Wan y Quin Cuon Can (ya revisaré la ortografía más tarde) En toda la película hay algo que sorprenda o haga pegar un respingo en la butaca, no hay un Luke, yo soy tu padre
, ni un Leia y tu sois hermanos
ni nada de nada. Todo está tan milimetrado y con tan poco margen para la emoción y la sorpresa que ni los asesinatos a sangre fría conmueven.
El trabajo de los actores tampoco es de los que se vaya a recordar; todos, a excepción quizá de Ian McDiarmid y Natalie Portman, y sólo en unas pocas escenas, parecen tener la actitud de estar hartos de tanto disfraz, y sólo esperan a que aquello se acabe y les paguen de una vez.
Por otra parte, la obsesión de Lucas por encajar el final de ésta primera (o segunda, yo que se) trilogía con la de la segunda (o primera) le hace perder demasiados minutos en dar explicaciones que no son en absoluto necesarias. Si es capaz de arrancar la película con una nota que resume todo el tiempo transcurrido desde el final de EL ATAQUE DE LOS CLONES (presentación de personajes incluida) no veo la necesidad de atar tantos cabos, y más cuando ese empeño en redondear las aristas lo único que consigue es restarle valor a la primera (o segunda) trilogía. Vale que sepamos que Anakin y Padme van a tener descendencia, pero no hace falta ser un asiduo a los talleres literarios para comprender que en éste episodio NO hay que decir quien va a ser esa descendencia, de acuerdo que Yoda y Obi Wan tengan que partir al exilio, pero no es cuestión de vida o muerte decir DONDE van a ocultarse. Lo elegante hubieran sido dar pistas apenas sugeridas, notas sin aparente importancia, no éste resumen telegrafiado de lo que serán los acontecimientos futuros.
Por supuesto, los efectos especiales están a la altura de la tecnología moderna, dotan a la película de unos escenarios apabullantes, son especialmente sobrecogedoras, por ejemplo, las escenas entre la lava. Sin embargo, todo ese despliegue de efectos, más que dirigidos a dar realce a la película, parecen especialmente concebidos para construir sobre ellos un juego de ordenador fastuoso; persecuciones entre corredores de piedra, luchas a muerte sobre ríos de lava candente, rescates entre decenas de droides, no dejan de ser misiones del futuro juego.
Hace ya dos años comenté que Lucas tenía en sus manos un argumento como para hacer la mejor película de ciencia-ficción de todos los tiempos, tras ver EL ATAQUE DE LOS CLONES tenía una cierta esperanza en que fuera capaz de elaborar una gran obra, pero ha demostrado que no deja de ser un cineasta mediocre con una gran ambición (y mucho dinero) más preocupado de elaborar un producto con el que vender camiseta y juegos para la plastation
que en hacer buen cine.
Y no se crean que esto se ha acabado ¿dijo Lucas cuando estrenó LA GUERRA DE LAS GALAXIAS que aquello era una trilogía? No, lo dijo cuando aquello se convirtió en una máquina de dar dinero y resultaba financieramente recomendable explotar la gallina de los huevos de oro. Ahora ha dicho que se acabaron las películas de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, pero no lo duden; veremos a un Lucas octogenario rodar esa tercera trilogía.
Al tiempo.
P.D. Por cierto, si, como sospecho, en todos los cines van a hacer lo mismo, no hay que preocuparse por llegar tarde a la proyección. En la sala en la que vi la película, en los cines Xanadú de la carretera de Extremadura, a medio camino entre Móstoles y Navalcarnero (Madrid) nos regalaron con media hora de publicidad. Lo malo de ésta publicidad es que, muy al contrario de lo que ocurría hace años en la que se anunciaban pequeños comercios locales o se trataba de lujosísimos cortos publicitarios, ahora es la misma que la que se puede ver en televisión. Repugnante.