Está bastante claro, para mí, que la colección Espiral, que edita Juanjo Aroz, sigue en una línea de calidad media bastante aceptable. Y todo esto con autores españoles. La verdad es que cuando se trabaja bien, los resultados suelen ser siempre óptimos. Y Espiral lo va consiguiendo. La pena es que sigamos hablando de fanedición y no de una editorial comercial consagrada. Ojo: fanedición sólo en sus tiradas, porque en el resto, impresión, presentación o calidad no desmerece e incluso supera a alguna de las editoriales profesionales.
Este último libro aparece en un momento en el que la temática de la que trata es de plena actualidad, dado que se está celebrando ahora mismo, agosto de 2002, la cumbre de la Tierra en Johanesburgo. El libro está narrado como si de una crónica del futuro se tratara. En el año 2300, mas o menos, alguien consulta una enciclopedia informática, que narra los sucesos acaecidos más de 150 años atrás, en el dos mil ciento y treinta y ocho.
Se van desgranando las consecuencias de un proceso de degradación del planeta, que lleva a la constitución de un gobierno mundial que intenta salvar lo poco salvable. En la época que se nos cuenta, la Tierra ha sufrido el colapso definitivo y los recursos naturales están prácticamente agotados. La solución cero se impone; se deja de producir bienes de consumo, todos, y la población no pude aumentar. La ONU, o una derivación de ella, es la encargada de salvaguardar lo poco que queda de civilización. Como es normal, unos viven estupendamente, los dirigentes, y otros fatal, el pueblo llano, exactamente igual que ahora, en definitiva. La diferencia está en que el autor es optimista y los dirigentes, aunque viven mejor, intentan realmente mejorar la vida de todos sus conciudadanos, pensando realmente en el futuro de la humanidad. Para ello tendrán que adoptar la solución Cortafuegos, que, pese a su eficacia, dista mucho de ser benévola.
Dividida la novela en cuatro partes, la guerrillera, la gobernadora, el soldado y la ministra, cada una de ellas da una visión parcial del problema de fondo. Cada uno de los personajes tiene sus puntos de vista que, como es previsible, son antagónicos.
La situación planteada es relativamente creíble, aunque algunas de las premisas se me hacen muy cuesta arriba, aunque da lo mismo, tampoco me creo el impulso Warp y el transportador, y las disfruto igualmente. Dentro de su contexto es coherente con la historia inventada y sus personajes, sobre todo los de la gobernadora y la ministra, están bastante desarrollados. Sus acciones están bien encuadradas dentro de sus respectivas personalidades. Pese a que el autor es novato, en estas lides, no he percibido fallos de relieve, lo que produce un resultado final francamente alentador.