Por el contenido de la primera parte de esta pre-secuela: DUNE: LA CASA ATREIDES, este humilde lector debería estar avisado del previsible contenido de la segunda parte (de la parte contratante).
Si la primera parte es un mero ejemplo de marketing de alargamiento de producto la segunda parte (de la parte contratante) transporta a este humilde sufridor al nacimiento de un nuevo subproducto: La Ciencia Ficción del Corazón.
Y es que este culebrón novelado debe de tomarse como una revista del género rosa. Sólo faltan las fotos a todo color de la familia imperial y el horóscopo semanal de las bene-gesserit.
El terrible Barón Vladimir Harkoonen sale del armario para encontrarse con que ya no es el efebo de su juventud, sino un gordo seboso. Y eso por acostarse, en un desliz heterosexual, con una bene-gesserit vengativa que le ha pegado una enfermedad degenerativa.
El abúlico emperador Shadam IV se convierte en un marido maltratador psíquico. Y todo porque su mujer, curiosamente bene-gesserit, solo le produce hijas.
El maquiavélico Conde Fenring no puede tener descendencia. Vive en el exilio de Arrakis y desea fervorosamente volver a la corte imperial. Para ello monta toda una serie de fiestas de alto copete, pero todo le sale mal y sus nobles invitados terminan matándose entre sí. Es muy desgraciado. Pero no importa, su esposa bene-gesserit le secará los lagrimones.
El Duque Leto Atreides es bueno y considerado. Vive en Caladán con una princesa que le da un hijo y que es hermana de un amigo noble gorrón porque el padre (también noble) ha caído en desgracia y los Tleilaxu le han escamoteado su planeta de origen. Pero la princesa concubina quiere ser estrella y acceder al matrimonio con Leto. Este se niega alegando razones de estado. Y para más inri, se busca concubina sustituta que no puede ser sino otra bene-gesserit. La venganza de la despechada princesa está servida (y muy justificada). ¿Quién se llevará el corazón de Leto, el bueno? No hay que ser un lince para adivinarlo.
Duncan Idaho hace el servicio militar en un planeta de islas donde el entrenamiento es muy duro. Aquí no hay bene-gesserit (por fortuna), pero si mucho sufrimiento hasta la jura de bandera del muchacho.
También está el hermano de Vladimir Harkonnen, que es muy bueno pero al que le sale un hijo muy malo. Este sí que sufre lo suyo (junto a su esposa, que no es bene-gesserit, pero como si lo fuera).
Y luego aparece el planetólogo Pardot Keynes que también tiene un hijo que quiere fugarse al extranjero y abandonar Arrakis por un desengaño amoroso pre-adolescente (no se preocupen, no se trata de una bene-gesserit).
Ah, casi se me olvida. El doctor Yueh intenta curar infructuosamente al Barón Harkonnen de su gordura, pero decide que está mejor pagado por la casa Atreides, así que se desplaza a la corte de Caladan con su esposa... bene-gesserit.
En definitiva, una revista de chismorreos y tragedias familiares aderezada con frases famosas de gente famosa en el futuro ideado por el auténtico Herbert que, o bien se puede hojear por distracción o bien por curiosidad malsana. O arrojar a la papelera más cercana.
Sugerencias: A pesar de que la primera parte es puro telemarketing y la segunda parte es un folletín barato, me hago la siguiente pregunta: ¿porqué voy a leerme con toda seguridad, como las anteriores y de un tirón, la tercera parte (de la parte contratante)? Les aseguro que, a veces, ni yo mismo me entiendo.
En mi tabla mágica de los cinco elementos: Inteligencia (I), Curiosidad (C), Lenguaje (L), Imaginación (II) y trato de lo desconocido (D), la puntuación es:
DUNE: LA CASA HARKONNEN: I (2), C (1), L (4), II (2), D(1).
Me lo compré porque me apetecía algo de space-opera colorista y como de opereta, y tengo que decir que, en ese sentido, el libro cumplió con mis expectativas. Frank Herbert no me parece un gran escritor, pero el universo que creó en DUNE es rico, y queda demostrado con este descerebrado novelón: realmente no importa lo mala que sea la historia, basta con que abunden los detalles del tipo de vibroarpones para cazar ballenas peludas y detalles, detalles y más detallitos de lo más pijorrín, para que uno se lo pase bien a ratos.
A la altura de la página 200 (y todavía queda mucho libro) ya no hay quién aguante a Leto Atreides de lo bueno, noble y chachi que es. Vladimir Harkonnen promete maldad al principio, pero acaba convertido hacia la segunda mitad del libro en alguien ridículamente desafortunado en sus intrigas. Por cierto, ¿cuándo se va a escribir un libro de Dune visto desde la perspectiva de los Harkonnen? Uno que eche por tierra toda esta propaganda pro-Atreides?
Y además, ¿por qué hay que meterles tantas páginas a los libros? En este sobran casi todos los capítulos dedicados al entrenamiento como maestro de armas de Duncan Idaho, y casi todos los dedicados al hijo del ecologista imperial (de los más flojitos del libro), y algunos otros. ¿Qué sentido tiene hacer estos tochos? Y sobre todo, esas portadas con caracteres en relieve pintados de dorado que se van con el roce de las manos?