Sinopsis
La guerra con los taurinos se arrastra desde hace siglos. Pasando de un mundo a otro a velocidades superiores a la de la luz, las tropas de la guerra interminable envejecen sólo unos pocos días mientras en la Tierra pasan los años, una Tierra más y más irreconocible en cada nueva visita.
Lamentablemente, la guerra está de moda. Está en las bocas y los ojos de todos, con el peligro de banalización y trivialización que ello comporta. Sin ir más lejos, la perogrullada de que toda guerra es un fenómeno totalmente censurable y execrable, en sí una derrota de la raza humana, sin dejar de ser una gran verdad, empieza ya a sonar a cantinela barata a fuerza de escucharla una y otra vez en todos los foros y medios de comunicación.
Yo, reticente a ser políticamente correcto en los días que corren, prefiero decir que la guerra apesta, sin más... pero al mismo tiempo no puedo dejar de reconocer que hay algo en ella que me atrae profundamente aunque no acertaría a decir exactamente por qué. Así, por ejemplo, disfruto con fervor el buen cine bélico y, sin ir más lejos, reconozco lecturas como UN PUENTE LEJANO de Cornelius Ryan, STALINGRADO de Antony Beevor o LOS DESNUDOS Y LOS MUERTOS de Norman Mailer entre las más absorbentes que he hecho en los últimos tiempos.
Habrá quien seguramente califique esta actitud (en la que seguramente no me encuentro solo) de demagógica, quien argumente que no se puede estar a un tiempo en los dos límites de una problemática como esta, y ciertamente puede que no le falte algo (o mucho) de razón. Por mi parte solo puedo responder que supongo que mi fascinación proviene en gran parte de un intento desesperado por comprender cómo el hecho de matarse unos a los otros, tan y tan terrible, pueda ser al tiempo algo tan íntimamente ligado al alma humana, tan adherido a nuestra esencia que la contamina de arriba abajo hasta hacerla insoportable.
Y todo esto viene a cuenta de que, víctima de esa fascinación y esa desgraciada moda a la que más arriba aludía, leí LA GUERRA INTERMINABLE de Joe Haldeman.
Aunque la guerra ha estado presente en la ciencia-ficción desde sus inicios, acompañando a la space opera más añeja, los escritores del género que han querido acercarse al tema de la guerra desde una perspectiva más seria y trascendente, aquellos que han abordado de una forma más profunda las miserias y las tragedias de los combatientes así como la esencia misma del fenómeno bélico, no han sido sino tardíos y más bien escasos. De entre las mejores obras de este reducido grupo podríamos destacar EL JUEGO DE ENDER de Orson Scott Card, TROPAS DEL ESPACIO de Heinlein (a pesar de lo que se pueda opinar o no de su ideología) y, ya en clave de sátira, BILL, HÉROE GALÁCTICO de Harry Harrison, aunque LA GUERRA INTERMINABLE de Haldeman se me antoja superior, no sólo por sus aportaciones en el terreno de la ciencia-ficción, sino también por la visión que de la guerra y sus implicaciones nos aporta.
Efectivamente, de un lado Haldeman sorprende con una trama original y con altos componentes científicos y de anticipación sin que en ningún momento éstos acaben por desequilibrar el ritmo de la narración, que mantiene durante toda la novela un estilo vivo, homogéneo y sin lagunas. La humanidad descubre el salto colapsar, una forma de viaje espacial que permite salvar enormes distancias astronómicas en un tiempo muy corto para el viajero aunque para el resto del Universo transcurren centenares de años. Al mismo tiempo y producto de dicho descubrimiento la propia humanidad entra en guerra con los taurinos, una forma de vida extraterrestre de carácter insectiloide y gregaria capaz de una tecnología pareja a la humana. Haldeman narra hábilmente la evolución de la guerra a través de la propia experiencia del personaje principal, el soldado Mandella, y sus sucesivos saltos colapsares de planeta en planeta, buscando el choque con los taurinos. Se las arregla siempre para sobrevivir, y entre misión y misión, en tanto para él y sus compañeros sólo transcurren unos años, la Tierra y la humanidad envejecen cientos. Es especialmente brillante la forma en que Haldeman retrata los sucesivos avances tecnológicos y cambios socio-culturales que sufre la humanidad, sin duda condicionados por la eterna guerra que mantiene durante siglos, hasta desembocar en un universo en el que la antigua civilización humana ha dejado de tener al hombre como medida, reproduciéndose artificialmente en forma de clones de un único modelo que dista ya mucho de la escala humana a la que antaño perteneció. Llegados a este punto la guerra termina y los soldados supervivientes se retiran a acabar su existencia en planetas paradisíacos viviendo según las costumbres y valores humanos que no son ya sino reliquias evolutivas.
Pero si el argumento resulta a todas luces brillante, tanto más acertada acaba presentándose la traslación que el autor acaba por hacer al texto de las ideologías, los modos y las maneras militares, erigiéndose aquél al tiempo en denuncia de éstos. Haldeman fue veterano de la guerra del Vietnam y la novela, publicada en 1974, no puede verse sino como la vía que el autor escogió para exorcizar sus demonios en este aspecto. La voz del soldado Mandella es la del propio Haldeman y tras su guerra interminable se escondían los fantasmas de la guerra del Vietnam.
A diferencia de la actitud del Heinlein de TROPAS DEL ESPACIO Haldeman no tiene una buena opinión del Ejército y sus modelos de vida, contempla el fenómeno mismo de la guerra de forma negativa y el hecho de matar, de quitar la vida (aunque sea la de un insecto alienígena) supone siempre un gran trauma. Asimismo, Haldeman ataca duramente a los mandos militares y la forma de vida castrense deshumanizándolos y despersonalizándolos. De hecho, como antiguo soldado, Haldeman sólo parece tener palabras amables, sentimientos felices, cuando habla de sus propios camaradas, compañeros de fatigas, amores y sinsabores, unidos todos por vínculos muy fuertes forjados bajo el fuego salvaje y la sangre derramada.
Haldeman se muestra además muy cínico y corrosivo, amén de poco indulgente con la raza humana, seguramente porque como ex-veterano que es, sabe de las atrocidades de las que el hombre es capaz. Completamente desengañado, parece hablarnos del hombre como una especia malvada por naturaleza y de la guerra como su instrumento predilecto para mostrarse contumaz en el error y la bestialidad. En este sentido no es casual que la guerra la empiecen los hombres sin mediar excusa alguna, simplemente por su sorpresa ante el factor de extrañamiento que suponen los taurinos, y que sólo cuando la humanidad deja de ser humana la guerra termine al caer en la cuenta de la intrínseca estupidez del fenómeno bélico... siempre habrá guerra mientras haya humanos parece ser la sentencia... y seguramente no le falta razón.
Nos encontramos pues, ante una novela que no es sólo una gran novela de ciencia-ficción, sino que es también un texto que, siendo producto de un tiempo y una problemática concretas (la guerra del Vietnam) sabe reflejar con acierto las inquietudes y ansiedades del hombre ante un fenómeno tan traumático como la guerra y la muerte que la acompañan. Sus verdades estaban vigentes entonces, siguen desgraciadamente vigentes hoy y probablemente sigan siéndolo en el futuro, cuando, tal vez, los hombres debamos viajar en el tiempo y en el espacio para continuar asesinando en nombre de una falsa bandera.
Me ha defraudado un poco.
Es una buena novela, más completa que TROPAS DEL ESPACIO, pero carece de la garra de ésta. Quizás leerla después de éste clásico me reste objetividad pero esperaba al menos un 9 y debo puntuarla con un 7. Tampoco es mala nota. Desde luego no me parece de Hugo y Nebula y calificarla como la mejor novela del 74 no hace sino menospreciar la cosecha de ese año.
En general lo que menos me gusta es la sensación por momentos de estar leyendo una novela barata de space opera, divertida pero sin pretensiones (descripción de aliens: taurinos y ositos tripiernas empáticos; escenas de batalla...). Lo que más aprecio es cuando Haldeman trasciende a la acción y los personajes y describe sensaciones más profundas de veterano de guerra (sensación de aislamiento, escasas perspectivas de supervivencia, acciones de guerra: ante la duda matar y luego verificar, etc).
Un difícil equilibrio que el argumento lo salva bien, sin genialidades. Sin embargo falta mayor profundidad en los planteamientos de la novela: las razones por las que los soldados licenciados se ven obligados a reengancharse se esbozan pobremente, la causa esgrimida para el final de la guerra no es más que un subterfugio y la sociedad idílica resultante es cuanto menos tonta. El ambiente castrense tampoco me resulta creíble: pseudo-órdenes escasamente autoritarias, relajación sexual e incluso promiscuidad, homosexualidad promovida por el gobierno como técnica de control de natalidad, etc.
No obstante, a pesar de la ambientación bélica y de space opera se aprecia una intencionalidad decididamente hard en la narrativa: descripciones de nuevos conceptos físicos (efectos de la gravedad y relatividad...), artefactos y armas. Un curioso ejemplo resulta el planeta transplutónico Charon que resulta ser Caronte, viejo conocido predicho por la astronomía pero recientemente descubierto. Lo que no me creo es que su temperatura superficial sea de 8 grados (Kelvin quizás, pero Celsius...)
El humor siempre está presente, y no es algo muy habitual que el humor americano sea apreciado por el lector europeo. Lo contrario resulta imposible.
La traducción juega extrañas pasadas con ideas tan sugerntes como: carenar en el horizonte, por sobre encima del líquido ó tractor presiorizado. Claro que llamar taurinos a los naturales de Tauro tampoco ayuda mucho. El saludo militar Jódase Sr. supongo que en el original será Fook you ¿No podría haberse traducido mejor? Que les jodan o algo así...
Si alguien leyó TROPAS DEL ESPACIO observará algunas ideas comunes además del evidente estado de guerra contra un enemigo alienígena:
- Trajes de batalla (principal arma y protección del soldado)
- Soldados de Infanteria transportados en naves de guerra. Las verdaderas batallas se libran en tierra.
- Uso de técnicas de hipnosis y drogas para estimular al soldado.
- Ataques por grupos, usando material pesado trasportado por los propios soldados
- Cápsulas: en un caso de descenso y en otro de aceleración
Y así un ciento de equivalencias
LA GUERRA INTERMINABLE es una magnífica novela de space opera con fundamento. Haldeman, como un Arguiñano literario, mezcla ingredientes fácilmente digeribles con otros de más consistencia, para conseguir una obra de lectura absorbente (cuidado; es de esas que no puedes despegarte de los dedos) y a la vez dar la visión de un futuro perfectamente coherente, ni mejor ni peor que otros muchos que han parido los diversos colegas de Haldeman.
Lo mejor de la novela es que aún siendo básicamene space opera, las bases hard y soft en las que se asienta son lo bastante sólidas como para evitar el eterno problema de ciertas novelas y ciertos autores; la inconsistencia que hace que el lector sufra de la desagradable sensación de que le están tomando el pelo y le lleva a decirse; me lo cuentan, pero no me lo creo o peor aún, a preguntarse; ¿a cuento de que me mete este tío esta parrafada acerca de la imposibilidad de dejar al dente unos tallarines en el horizonte de sucesos de un bujero negro
? Haldeman es lo suficientemente hábil como para explicar todo lo que cree conveniente dentro de la novela, integrando en la narración efectos y causas, sin que la novela parezca un tratado de física o sociología, sólo space opera.
¿Qué me estoy poniendo pesadito con lo de la space opera? Pues si, pero resulta que LA GUERRA INTERMINABLE habla de eso, de guerras interestelares, de batallas terribles, de aventuras alucinantes, recios soldados, terribles sargentos, viajes espaciales a través de singularidades indescriptibles, alienígenas repugnantes y bellas mujeres.... Vamos, de space opera ¿no?
Si, pero con reservas, los viajes no son mágicos e instantáneos. Haldeman respeta escrupulosamente los efectos relativistas y sus personajes, pese a permanecer apenas unos meses encerrados en los cascarones de sus naves, sufren los efectos de la contracción del tiempo, y lo que para ellos son campañas de apenas seis meses, para la Tierra supone el paso de décadas enteras. Los soldados, de vuelta a casa, son tratados como héroes, pero poco más. Están desorientados, sin más amigos que sus compañeros de armas, sin familia, sin nada que los ate ni los atraiga hacia el planeta madre. Los usos y costumbre sociales se trasforman de tal modo que ellos mismos se convierten en rarezas, en recuerdos del pasado. Desarraigados, se ven prácticamente obligados a reengancharse una y otra vez, y ven pasar los siglos, los milenios, embarcados en una guerra que de puro absurda, resulta cómica.
Porque lo más curioso es que la humanidad se ha embarcado en la guerra contra los taurinos sin previa declaración de la misma. Un incidente aislado, una total y preocupante falta de voluntad de comunicación y durante más de mil años la humanidad y los taurinos se dedican a exterminarse allá donde se encuentren.
Las batallas realmente importantes las libra, pie a tierra, la infantería de Haldeman, achicharrando taurinos con complejos láser, reventando las posiciones enemigas con microbombas atómicas, protegiéndose con armaduras cada vez más sofisticadas. La gran paradoja es que las últimas batallas se libran en planetillas perdidos con palos y piedras, literalmente. Pero como es posible que la cosa acabe así es mejor descubrirlo durante la lectura.
LA GUERRA INTERMINABLE es una novela que no decepcionará a nadie, entretenida, ágil y de lectura muy recomendable, es ideal para reconciliarse por enésima vez con el género. Y no es un tocho insufrible de seiscientas páginas en el que se cuentan sucesos que transcurren en apenas un par de horas. Son trescientas páginas largas, abarca más de mil años, y a los personajes no les da tiempo a aburrirse... y mucho menos aburrir al lector.
Haciendo caso de los consejos que se me dieron en su día y ante mis desencuentros anteriores con Joe Haldeman decidí leer, darle una nueva oportunidad, más bien, con su GUERRA INTERMINABLE. Y así a pesar de haberme divertido mucho con él, una vez más seré crítico.
He de reconocer que me pareció superentretenido, que apenas me duro unas horas, que seguí con gran interés la contienda terro-taurina. Pero también que apenas si me ha dejado nada donde haber hincado el diente.
Una desventaja de haberlo leído después de COMPRADORES DE TIEMPO, era reconocer puntos en común, la historia de amor de Mandella? es casi clavada que la de Dallas (por supuesto en COMPRADORES DE TIEMPO ya hay algo más pero poco) Los dos son más que longevos envueltos en más de una batalla, con una novia a la que han de cambiar el cuerpo, pero quizá en todo esto me muestre demasiado puntilloso.
En cuanto a su mensaje antibelicista, pues poco efectivo, lo divertido esta en las batallas, en la conquista, además tenemos un héroe que se encarga de ir superando todas las dificultades, como para no evitar pensar que las guerras son fuente de heroicidades, me gusta mucha más el relato de Remarque SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, o la reciente película, excelente, LA DELGADA LINEA ROJA, donde el héroe no es tal, y el miedo esta bien presente, y el grupo diluye a cualquier protagonista heroico. así el libro me aparece como una especie de metáfora del ejercito yanki en Vietnam, con sus matanzas de inocentes campesinos, con la desconexión de los soldados que volvían a sus casas, etc...
Ah, y los solados, repugantes, pero quien los puede ver como una elite de científicos, con un C. I. de más de 150 si solo saben matar y joder y levantar puentes, para que diablos quiere el ejercito las mentes más lucidas de la Tierra (¿para cargarse las voces mas cualificadas y potencialmente contestarias?). Habría que decirle a Haldeman de que condición social surge el soldado de a pie de los ultimos 20 siglos (salvo excepciones claro).
Respecto a su concepto de antiutópia me reservo otro e-mail, pero me repugnaba-divertia descubrir que dentro de muy poquito todos íbamos a ser homosexules, en respuesta al crecimiento demográfico. Todos menos el prota por supuesto, a ver en que cabeza entra eso sin que le parezca ridículo.
Nada que me gusto bastante más TROPAS DEL ESPACIO, y ya sabéis, si queréis ver cine bélico, y con categoría de arte, superando la trampa de los géneros, ir a ver LA DELGADA LINEA ROJA...
A esta novelita le doy un 5
P.D.: En cuanto a la homosexualidad en el ejercito, Haldeman no inventa nada, los guerreros más famosos y respetados de la Grecia Clásica, eran los pertenecientes a La banda Sagrada Tebana, eran solo 150 hombres, 75 parejas de homosexuales, que representaban no solo la supremacía tebana, sino una depedencia moral increíble de estos formidables guerreros, para el resto del ejercito.