LAMBOS Y TRACTORES AMARILLOS
por Álvaro Carrión de Lezama
Lamborghini Countach 5000 Quattrovalvole
Lamborghini Countach 5000 Quattrovalvole

Su Excelentísima Guapidad Don Pedro Sanchez Castejón nos regaló la semana pasada con algunas declaraciones bastante hilarantes respecto a los impuestos con los que pretende castigar a los malvados ricos que van a hacer la compra (o a ligar, quien sabe) al Mercadona a bordo de sus flamantes Lamborghini Huracán (yo soy más de Countach).

Por un lado eso de que va a brear a los ricos a impuesto no se lo cree ni él, los ricos, los de verdad, los millonarios, invierten en ejércitos de asesores y abogados que saben poner la mayor parte de su patrimonio a salvo, fuera del alcance de las garras del Estado. Al menos los activos financieros, que ya sabemos que los bienes inmuebles son poco portátiles.

Eso significa que los paganinis de esos impuestazos tan solidarios e igualitarios seremos usted y yo, de ahí que la definición de rico está alcanzando límites tan ridículos como ganar más de 50.000 euros al año, lo malo es que ni siquiera hay tanta gente que llegue a esas menguadas cifras y, por tanto, el total de la imposición recaerá en las costillas del grueso de la población.

Hablaba también Su Sanchidad de que hay que potenciar el transporte público en detrimento de esos excesos con ruedas que son los Lamborghini. De no ser trágico sería risible, porque soltar semejante boutade en estos tiempos en los que el transporte público, de manos de RENFE y Adif (empresas públicas, que cosas, ¿eh?) está en pleno descrédito, y además las matriculaciones de Lambos en España alcanzaron la desorbitante cifra de 46 en 2023 y, asómbrense ante el dispendio, 22 en 2022, es para hacérselo mirar.

De hecho, no recuerdo haber visto jamás un Lambo en vivo y en directo, y no porque mi barrio sea más bien tirando a modesto, de cuando en cuando se ve algún que otro Porsche, sobre todo ese engendro que es el Cayene, no pocos Mercedes, bastantes Audis..., así que supongo que es más bien debido a su escasez general, y aún habiendo gente con posibles no les da como para un Lamborghini. Es más, ni siquiera en mis (cada vez más espaciadas) visitas a la noche madrileña recuerdo tales lucimientos, y eso que llegué a frecuentar sitios de cierto relumbrón, donde no era raro ver coches de marcas exóticas y caras.

Donde hay Lamborghini para aburrir es en el campo, en el agro. ¿Qué? ¿Están tan forrados los labriegos como para permitirse tales dispendios? Si y no. Luego lo explico.

El caso es que los Lambos no son coches que a día de hoy impliquen un grado de riqueza extrema, son más bien objetos de exhibición de algún que otro futbolista con fichas astronómicas y ganas de aparentar o nuevos ricos con tendencia a la horterada. Porque los que son ricos, ricos de verdad, se dejan ver poco, y menos aún en Lambos imposibles.

Algo que es una pena y un descrédito para la economía española.

Por lo pronto, si no hay tanto rico como para pasearse de acá para allá en esos caros cachivaches significa que la economía patria no es que sea muy boyante. Si esto fuera así habría más gente con pasta, más ricos y más exhibicionistas de salón. Pero no. Lo que tenemos es una economía asfixiada por decenas de cargas impositivas y regulaciones varias que la mantiene boqueando al borde de la supervivencia.

Consecuencia o causa de esto, hay un poco de todo, es que el tejido industrial español no está en condiciones de fabricar algo análogo a los Lambos, pero es que no da ni para construir tractores, y amigos, un país que fabrica tractores es un país próspero y boyante. Y los Lamborghini son la prueba de ello.

A estas alturas es difícil que nadie lo ignore, pero Lamborghini fue, y es, un fabricante de tractores. En 1948, en plena postguerra, el señor Ferruccio Lamborghini a base de tesón e ingenio empezó a construir tractores para el agro italiano reciclando material militar del que, por entonces, sobraba en aquella Italia necesitada de todo lo demás.

A don Ferruccio la cosa le fue muy bien y con el dinerito que ganaba empezó a coleccionar coches de lujo, sobre todo Ferrari, a los que tenía un especial aprecio. Peeero... por la época los Ferrari eran ya una maravilla de la ingeniería automotriz pero no eran especialmene fiables, y en concreto el de don Ferruccio tenía serios problemas con el embrague. Cuenta la leyenda que lo llevó a su propia fábrica para que se lo revisaran (mecánicos no faltaban) y allí descubrieron que el embrague era el mismo que montaban sus tractores.

Habló del asunto con el señor Enzo Ferrari en términos más bien agrios e Il Commendatore le mandó a tomar por donde amargan los pepinos, lo que enfureció aún más a don Ferruccio que se juró fabricar unos coches deportivos que dejarían en ridículo a los de don Enzo.

Y aquí estamos.

Ahora ya ni Automobili Lamborghini ni Lamborghini Trattori pertenecen a la familia Lamborghini, hace mucho que la una es del grupo Volkswagen y la otra pasó a manos del SDF Group (propietario también de otro clásico tractoril: Deutz).

El problema de un país no es que haya muchos o pocos Lambos circulando por las calles y un élite de superricos que se lo llevan crudo a expensas del proletariado, el problema es que no haya suficientes fábricas de tractores (ni máquinas de coser, ni tornillos, ni...) como para que el proletariado prospere y la economía en general goce de una salud y vitalidad que se extienda por toda la comunidad.

El mantra comunista nos dice que los ricos lo son por robar a los pobres, y que por tanto hay que redistribuir su riqueza entre todas las capas de la sociedad. La experiencia empírica nos enseña que, cuando se ha puesto en práctica semejante artículo de fe, la redistribución se ha complicado por cuanto no es mucho, en términos absolutos, lo que se les puede sacar a los ricos, así que las consecuencias son las conocidas: no es que la riqueza de los pobres crezca a costa de los ricos, es que los pobres crecen, también en términos absolutos, cuando se ahuyenta o se acaba con los ricos, esto es, se acaba con la riqueza.

Por eso, ante su progresiva escasez, la definición de rico en España adquiere día a día tintes esperpénticos, ahora con ganar esos 50.000 euros al año eres rico. En mi juventud ser rico era algo más que ser solo pudiente, ser rico significaba ser millonario, tener varias casas grandes, cochazos de lujo, y poder llevar un tren de vida despreocupado... sin descuidar los negocios, que es el ojo del amo quien engorda el caballo, y no son pocos los imperios financieros que han desaparecido tras dos o tres generaciones descuidadas.

Con 50.000 euros se va desahogado, pero a poco que suba el Euribor al coche se le averíe la junta de la trócola, el cole de los niños se invente una nueva actividad extraescolar y surja una derrama en la comunidad, el desahogo se convierte en nubarrones de inquietud.

En mis tiempos el equivalente a esos 50.000 euros abría las puertas, y solo eso, a pasar por clase media, ahora clase media es lo que antes se consideraban trabajadores acomodados, y la cosa no acabará ahí, como el Estado es cada vez más voraz esa definición de rico verá como los ingresos necesarios se irán contrayendo poco a poco hasta que quien tenga un sueldo un poco por encima del SMI ya será rico, y lleguemos al punto de que los ricos serán aquellos que se ocupen en el sector privado, sin cobrar ni depender de subsidios de lo público.

Así que déjese de demagogias baratas, señor Presidente, necesitamos ver más Lambos por la calle y, sobre todo, más tractores en el campo.


Notas

Ay, ¿dónde quedó aquello de que la tierra para quien la trabaja?

https://es.statista.com/est[...]moviles-lamborghini-espana/

He buscado fábricas de tractores en España y no he encontrado ninguna, lo que no significa que no las haya, solo que son difíciles de encontrar. En todo caso, la última marca 100% española fue Ebro (Motor Ibérica) absorbida por Nissan hace más de cuarenta años, que traspasó la división de tractores a Kubota que a los pocos años cerró la fábrica en España. Ebro-EV Motors se mantuvo como marca de forma bastante modesta hasta ahora, que vuelve con fuerza fabricando SUV eléctricos chinos Chery bajo licencia en la antigua planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona.

Pero es que aún hay más. Como era todo un emprendedor, en 1959 a don Ferruccio también le dio por fabricar calderas y sistemas de climatización, Lamborghini Caloreclima, que acabó en manos de Ferroli S. p. A., https://www.lamborghinicalor.it/, y a punto estuvo de lanzarse a construir helicópteros, aunque esa iniciativa no cuajó.

Fíjense como la izquierda, hábil en la manipulación del lenguaje, nunca, jamás, hablará de prosperidad. Su mantra es el progreso, palabro ambiguo y polisémico que puede significar cualquier cosa entre andar rápido y ascender, mientras que prosperidad está asociada a un incremento patrimonial y de nivel de vida. (Ojo, el DRAE los considera sinónimos, pero fíjense que de forma muy secundaria)

https://www.huffingtonpost.[...]iderado-rico-espana-rp.html

Nota del editor: Recomiendo la lectura de MILENIO NEGRO, de J. G. Ballard, para una mejor comprensión de ese fenómeno.

Existe una estupenda taxonomía de las clases sociales elaborada en 1836 por Ange Guépin y Eugène Bonamy (en un libro de título interminable) que hablaba de ricos y luego iba bajando en términos de posibles en ricos alta burguesía, burguesía próspera, burguesía necesitada burguesía pobre trabajadores acomodados, trabajadores pobres y trabajadores miserables. En el libro PRIMAVERA REVOLUCIONARIA (1848-1849) de Christopher Clark se hace una descripción amplia de cada una de ellas. Es posible leer un extracto en: https://es.everand.com/book[...]or-un-mundo-nuevo-1848-1849, o si prefiere el original en francés https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5471569x/f474

© Álvaro Carrión de Lezama,
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