Sinopsis
Frank Bigelow decide tomarse unos días de descanso en San Francisco, confiando en poder resolver las dudas que alberga sobre su relación con Paula Gibson. En el hotel donde se aloja se celebra una convención en la que todos acaban bailando y bebiendo, y Bigelow, invitado a compartir la juerga, se une a ese grupo de personas. La diversión continúa en un club de jazz, donde un misterioso individuo cambia el vaso de Bigelow por otro envenenado. Poco después, sintiéndose ligeramente indispuesto, Frank acude a un médico, que le diagnóstica un gravísimo envenenamiento que acabará en breve con su vida. No queriendo creer al galeno, Bigelow acude a otro médico, que no sólo ratifica el diagnóstico de su colega, sino que le revela que ha sido envenenado con radio. Angustiado, y sabiendo que no le queda mucho antes de morir, Frank Bigelow emprende una desesperada carrera contra el tiempo, tratando de averiguar quién le ha hecho eso y, lo más importante, por qué.
Rudolph Mate ha sido definido por muchos críticos, injustamente a mi parecer, como un artesano capaz de afrontar con solvencia, pero sin espíritu creador, los géneros más diversos. Una vez más me veo en la obligación moral de reivindicar a un magnífico cineasta, relegado a un plano secundario por esa crítica elitista y casi sectaria, emperrada en encumbrar sólo a aquellos directores cuyas obras colman sus exquisitos paladares cinéfilos. Es cierto que Mate mantuvo siempre un perfil medio, sin brillar a la altura de los maestros para los que trabajó en su etapa de jefe de fotografía. Pero también lo es que destacó muy por encima de esos otros directores considerados universalmente como artesanos del celuloide, pues, en contra de muchas opiniones sobrevaloradas, sí que poseía espíritu creador, aunque algo menos desarrollado que el de los grandes directores. Como director de fotografía realizó un espléndido trabajo en cintas como STELLA DALLAS (Ídem, King Vidor, 1937), BLOQUEO (BLOCKADE, William Dieterle, 1938), TÚ Y YO (LOVE AFFAIR, Leo McCarey, 1939), LA JUNGLA EN ARMAS (THE REAL GLORY, Henry Hathaway, 1939), ENVIADO ESPECIAL (FOREIGN CORRESPONDENT, Alfred Hitchcock, 1940), SER O NO SER (TO BE OR NOT TO BE, Ernst Lubitsch, 1942), ME CASÉ CON UNA BRUJA (I MARRIED A WITCH, René Clair, 1942) y GILDA (ídem, Charles Vidor, 1946), por citar sólo algunos de los títulos más destacados. Con su tercera película como realizador, la cinta que nos ocupa, demostró que dominaba a la perfección los resortes de la realización. Además, Mate se reveló como un cineasta especialmente dotado para el cine negro. Suyas son, por ejemplo, obras tan logradas como CERCO DE ODIO (THE DARK PAST, 1948) o UNION STATION (Ídem, 1950), esta última ya reseñada por mí en el Sitio. Pero su mejor film noir fue posiblemente CON LAS HORAS CONTADAS, una de las obras negras más interesantes que ha dado el cine.
Aunque se inscribe en la denominada Serie B, CON LAS HORAS CONTADAS se distancia muchísimo de la mayoría de las cintas realmente baratas gracias, en buena medida, al talento de Mate, a la buena interpretación del gran Edmond O´Brien y al buen hacer del equipo técnico, en el que destaca Ernest Laszlo, cuya contrastada iluminación dota a la película de un innegable atractivo estético, aunque sin alcanzar cotas realmente impresionistas.
El éxito de la película se cimentó en su original argumento. En su momento, el espectador medio mostró una mezcla de sorpresa y desasosiego, ante un film que comenzaba con un hombre que acudía a la policía para denunciar su propio asesinato. Lo que sigue es un flash back en el que Bigelow relata a la policía los sorprendentes hechos de los que ha sido protagonista involuntario. A partir del momento en que le diagnostican el envenenamiento, no se concede ni un segundo de respiro al espectador, que, gracias al buen hacer de Mate, vive la tragedia de Bigelow y comparte la angustia que domina al protagonista, embarcado en una carrera contra reloj para descubrir por quién y por qué ha sido asesinado. Dadas sus características, la cinta es pródiga en carreras y persecuciones, que en algunos momentos muy concretos recuerdan el estilo del gran Sam Fuller a la hora de rodar escenas de acción.
El atractivo de la historia se acrecienta gracias a la genial creación que de Bigelow hace O´Brien, componiendo a la perfección el rol de hombre corriente enfrentado a una situación límite. Abogado que ejerce en una tranquila población de provincias, Bigelow se ve obligado por las circunstancias a ejercer de hábil detective, e incluso muestra una gran determinación al enfrentarse a tiros contra un individuo que dispara contra él en un almacén abandonado. Lo más seguro es que nunca antes haya empuñado un arma, pero al tratarse de un hombre sentenciado irremediablemente, que no tiene nada que perder, su reacción resulta lógica, y en esa dirección se encamina la sobria pero muy efectiva puesta en escena de Mate.
Aparte de O´Brien, el reparto lo completa un plantel de actores de segunda fila, entre los que destaca Neville Brand en su debut en el cine. En esta su primera película, Brand encarna a Chester, un pistolero psicópata de inquietante presencia. Con este memorable rol el actor pasaría a engrosar las filas de los malos malísimos
del cine clásico, trabajando como tal a las órdenes de algunos de los mejores directores de la industria. Dado su físico y su habilidad para componer villanos de una pieza, no es extraño que fuese elegido para dar vida al mismísimo Al Capone en la serie televisiva Los intocables.
Las siglas D. O. A., utilizadas como título del film, corresponden en ingles a muerto al llegar
. En 1988 se rodó un remake titulado precisamente así, MUERTO AL LLEGAR (D. O. A., Annabel Jankel / Rocky Morton), anodino film que sólo sirvió para resaltar aún más la calidad de la película de Mate.