DETOUR
DETOUR EE. UU., 1945
Título original: DETOUR
Dirección: Edgard G. Ulmer
Guión: Martin Goldsmith y Martin Mooney, basado en la novela de M. Goldsmith
Producción: Leon Fromkess/P. R. C. Pictures
Música: Leo Erdody
Fotografía: Benjamin Kline
Duración: 68 min.
IMDb:
Reparto: Tom Neal (Al Roberts); Ann Savage (Vera); Claudia Drake (Sue Harvey); Edmund MacDonald (Charles Haskell Jr.); Tim Ryan (dueño del restaurante); Esther Howard (Holly); Pat Gleason (Joe); Eddie Hall (Tony); Roger Clark (policía); Don Brodie (vendedor de coches)

Sinopsis

En una cafetería de carretera, el huraño y desaliñado Al Roberts evoca los recientes acontecimientos que le han conducido hasta un callejón sin salida. Pianista en un garito de mala muerte, enamorado de la cantante del local, Sue, desea casarse con ella. Pero la muchacha decide probar suerte en Los Ángeles, pues aspira a convertirse en actriz y cantante en el mundo del cine. Roberts sigue tocando el piano en aquel local de mala muerte, pero tiempo después, asqueado de la vida que lleva, y deseando reunirse con Sue, la telefonea, avisándola de su pronta llegada para contraer matrimonio. La chica expresa su contento y Al inicia el largo viaje entre New York y Los Ángeles. Como apenas tiene dinero, decide hacer auto-stop, siendo recogido por Charles Haskell, que se ofrece a llevarle hasta la mismísima Los Ángeles e incluso le invita a cenar. Esa noche, mientras Haskell duerme y Roberts conduce, estalla una tormenta, y Al para en la cuneta para echar la capota del coche. Haskell parece seguir dormido, y cuando Al abre la portezuela de su lado, cae del coche con tan mala fortuna que se golpea en la cabeza y muere. El desesperado Al concluye que, a efectos legales, él es sospechoso de asesinar a Haskell. Movido por un impulso, Roberts esconde el cadáver, se apropia de sus pertenencias y sigue viaje en el coche, asumiendo, de momento, la identidad del muerto. Poco después, Al decide recoger en la carretera a una mujer, Vera, la cual, por una increíble casualidad, resulta ser una cómplice de Haskell, que, como Roberts ha descubierto al examinar sus efectos personales, era un estafador. Vera amenaza con denunciar a Al a la policía, si no se aviene a seguir sus órdenes. Consciente de que nadie, y menos las autoridades, van a creer que todo lo ocurrido fue un accidente, Al se resigna a aguantar a la muchacha durante algún tiempo. Pero ella demuestra carecer por completo de escrúpulos, y Al, harto, decide abandonarla. Vera, completamente borracha, se dispone a llamar a la policía para denunciarle. Desesperado, Al la mata involuntariamente.

Siempre he sentido fascinación por el cine de Edgard G. Ulmer, un hombre cuya vida y carrera estuvieron marcadas por ciertos acontecimientos, a los que hago referencia en mi reseña de su película EL SER DEL PLANETA X. Maestro del cine de presupuesto ínfimo, se decía de él que era capaz de componer una cinta de éxito con lo desechado por otros realizadores. Director que se crecía ante las dificultades, consiguió que algunas de sus modestísimas películas brillasen a la altura de producciones de más empaque. Considerado por algunos críticos como un competente artesano, fue en realidad un cineasta de raza, que se vio empujado por las vicisitudes de su vida a trabajar en el cine de Serie B, con unas limitaciones presupuestarias y artísticas que, paradójicamente, acicateaban su creatividad.

Hasta hace unos años, su cinta más valorada era SATANÁS (THE BLACK CAT, 1935), una historia fantástica caracterizada por su tremenda sofisticación visual, realizada en el seno de la Universal. No obstante, el paso del tiempo ha revelado que su mejor film, aquel que ejemplifica su forma de trabajar y de entender el cine, es DETOUR, clásico indiscutible tanto del cine negro como de la Serie B.

Con un metraje de apenas 69 minutos, rodada en tan sólo seis días y con un coste de 40.000 dólares, escaso incluso para una producción de segunda fila, DETOUR ha alcanzado un prestigio sólo comparable al de títulos míticos del mejor cine negro, realizados con muchos más medios. De hecho, esta fue la primera cinta B seleccionada, en 1993, para ser preservada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Con esto está todo dicho.

Es evidente que DETOUR carece de la brillantez formal de SATANÁS; pero es, quizás, la muestra más pura, seca y desnuda del cine de Ulmer, además de ser una de las cintas más fatalistas que ha dado la cinematografía americana. Corta en términos de duración, pero densa en contenido y pródiga en sugerencias fílmicas, puede definirse sin ambages como una obra de autor. Su argumento puede antojársenos un tanto rocambolesco, pero su puesta en escena sorprende tanto por su sequedad y concisión, como por la extraordinaria naturalidad con que está filmado. Lo mejor de DETOUR es aquello que no se explicita, lo que queda en el aire. Lo más destacado de esta genial muestra del talento de Ulmer es, con mucho, la notable ambigüedad que planea sobre todo el conjunto. El espectador vive la angustia y desesperación del protagonista, pero en todo momento parece subyacer la sensación de que las cosas podrían haber sido de otra manera, de que Al podría haber querido matar a Haskell, podría haberse enamorado de Vera y podría haber querido estrangularla. Ulmer juega con la ambigüedad que mencionaba antes, sugiriéndonos que tal vez Roberts no sea el inocente golpeado por la desgracia que parece ser, ni Vera una mujer totalmente despiadada. Es esa sensación de no poder situar a Roberts como un héroe o antihéroe al uso cinematográfico lo que otorga a DETOUR esa impronta especial que hace de ella una película única.

Narrada en primera persona por su protagonista, DETOUR es la quintaesencia de la fatalidad en el cine negro, el relato de la mala suerte de un desgraciado que se convierte en un asesino sin pretenderlo. Basada en una novela malísima de Martin Goldsmith, escritor del montón sin ninguna obra destacable, al menos que yo sepa, Ulmer utilizó su extraño argumento para desarrollar un film tan escueto como desasosegante. Según parece, el mismísimo John Garfield mostró interés por el asunto, logrando convencer a la Warner para que tratará de adquirir los derechos de la historia. Leon Frankess, propietario de la modestísima P. R. C., se negó en redondo a venderla, optando por ofrecérsela a Ulmer. Con Garfield y la Warner, DETOUR sin duda hubiese contado con un buen presupuesto y una buena distribución, pero la dirección no habría recaído en Ulmer, y creo firmemente que eso habría jugado en contra de la película. Porque DETOUR es, ante todo, creación personalísima de uno de los realizadores más notables e inclasificables de la historia del cine.

Cinco años después de su estreno, en 1950, saltó a las páginas de la prensa la noticia de que Tom Neal había sido hallado culpable del homicidio involuntario de su esposa. Fue como si el personaje que había interpretado en DETOUR le hubiera contagiado su mala suerte al actor. Este hecho fortuito contribuyó a aumentar el magnetismo de una película que, a día de hoy, muchos críticos no dudan en calificar como la mejor del cine negro de Serie B. En todo caso, es la cinta con la que Edgard G. Ulmer logró entrar en el Olimpo de los maestros del cine por la puerta grande.

© Antonio Quintana Carrandi, (1.141 palabras) Créditos