Robocop

Policía ciborg protagonista del largometraje homónimo dirigido por Paul Verhoeven en 1987 y protagonizado por Peter Weller. Al igual que otros ciborgs, Robocop está construido sobre una base robótica en la que se han implantado el cerebro y parte del cuerpo del antiguo policía Alex Murphy que, tras ser víctima de un tiroteo con una banda criminal, quedó demasiado dañado como para poder ser sanado.

El proyecto Robocop contempla la utilización de ciborgs en labores de policía, para lo cual este prototipo ha sido equipado de un conjunto de armamento, sensores y blindajes que le convierten en prácticamente invulnerable. Sin embargo, y puesto que Alex Murphy ha sido dado oficialmente por muerto, los responsables del mismo deciden de forma unilateral bloquearle sus recuerdos de forma que Robocop no sea consciente de su pasado, pero con el tiempo éstos acabarán surgiendo de forma fragmentaria, produciéndose conflictos entre las leyes robóticas implantadas en la parte robótica de su cerebro y las tendencias instintivas de la parte humana del mismo.

La película contó con dos secuelas, una dirigida por Irvin Kershner en 1990 y la otra por Fred Dekker en 1993, esta última con distinto actor protagonista, aunque ninguna de ellas aportó nada de interés a lo ya planteado por la primera. Asimismo, en Estados Unidos dio origen a varias series de televisión, tanto de personajes reales como de animación, cómics, videojuegos, e incluso un cross-over (en cómic) con Terminator.

Esta película, y sus secuelas, son cintas de acción desenfrenada, muy al estilo de Rambo y otras similares. Se trata, básicamente, de un híbrido entre el cine de acción y el de ciencia-ficción, fórmula ésta empleada con mucha frecuencia por el cine americano, baste recordar HIDDEN o PREDATOR, aunque ésta última sería más bien una combinación de ciencia-ficción y cine bélico.

© José Carlos Canalda, Antonio Quintana Carrandi
(301 palabras) Créditos