Predator
ALIEN VS. PREDATOR

Alienígena protagonista de tres películas: DEPREDADOR (John McTiernan, 1987, protagonizada por Arnold Schwarzenegger), su secuela DEPREDADOR 2 (Stephen Hopkins, 1990) y el cross-over ALIEN VS. PREDATOR (Paul W.S. Anderson, 2004), a las que hay que sumar la habitual parafernalia de relatos apócrifos, cómics y videojuegos. Actualmente se está rodando una segunda entrega del cross-over dirigida por Colin Strause y Greg Strause, estando previsto su estreno, con el título en inglés de ALIEN VS. PREDATOR: SURVIVAL OF THE FITTEST, para la segunda mitad de 2007.

A pesar de su avanzada tecnología, siguen conservando intactos sus atávicos instintos depredadores. Su cultura se orienta fundamentalmente a la caza entendida como deporte de riesgo, rechazando por ello a los seres indefensos y pacíficos cuya captura no acarrearía el menor aliciente. Por este motivo, sus presas han de ser potencialmente peligrosas, agresivas y belicosas, razón por la que los humanos y los aliens están entre sus favoritos. Como trofeo, tan sólo conservan el cráneo y la espina dorsal de la víctima.

Aunque son antropomorfos, su fisiología es notablemente distinta a la humana: la piel es escamosa, la configuración facial es más parecida a la de ciertos artrópodos, su sangre es de un verde fosforescente y su visión abarca la zona infrarroja del espectro electromagnético. Son extremadamente robustos y resistentes, a lo que se une una elevada capacidad regenerativa, por lo que son capaces de soportar graves lesiones sin demasiadas molestias.

Su tecnología es notable, lo que redunda en un sofisticado equipo de caza: además de una máscara facial que potencia sus sentidos, poseen una amplia gama de eficaces dispositivos de camuflaje que los hacen casi invisibles para sus potenciales víctimas, y aunque disponen de un potente armamento de plasma, prefieren las armas blancas para dar caza a sus presas, tales como garras retráctiles, cuchillas arrojadizas en forma de disco, una especie de alabarda telescópica y diversos modelos de redes constrictoras, todo lo cual les convierte en unos rivales extremadamente peligrosos.

© José Carlos Canalda, Francisco José Súñer Iglesias
(328 palabras) Créditos