Conocido como el cuarto estado de la materia, el plasma en realidad no es sino un gas en el que sus partículas constituyentes (átomos o moléculas) se han ionizado. Por esta razón el plasma presenta propiedades peculiares, tales como la de poder ser confinado en el interior de un campo magnético sin necesidad de un recipiente material que lo contenga.
Tanto en la física como en la astronomía el plasma desempeña un papel fundamental. Las estrellas están constituidas en su mayor parte por cantidades ingentes de plasma, básicamente átomos de hidrógeno y helio ionizados, y para que tengan lugar los procesos de fusión nuclear que transforman el hidrógeno en helio, sea en el interior de una estrella sea en el laboratorio, es preciso someter al primero de estos dos gases a unas condiciones tales de presión y temperatura que éste acaba ionizándose, es decir, convirtiéndose en plasma.