Capacidad de camuflaje que tienen algunos seres vivos para pasar desapercibidos, por medio de la coloración o del aspecto de su cuerpo, imitando el aspecto de algún objeto inanimado del entorno que le rodea o bien a algún otro ser vivo.
Pueden distinguirse varias clases de mimetismo. El mimetismo protector es el camuflaje usado por animales incapaces de defenderse de otra manera. Éste es el caso de los insectos palo, algunas polillas, las perdices, las ranitas de las piedras, los lenguados y muchas lagartijas. El mimetismo agresivo, contrariamente al anterior, sirve a otros organismos para poder sorprender y atacar a sus presas. Se da por ejemplo en felinos silvestres (gatos monteses, ocelotes, linces...), que aprovechan el color de la piel y sus dibujos en el pelo para pasar desapercibidos en su ecosistema. Otros animales cazadores como los camaleones o los pulpos son capaces de cambiar de color con el mismo fin. Existe un tercer tipo de mimetismo llamado mimetismo batesiano que se da cuando una posible presa, por lo general inofensiva, adopta el aspecto de otra especie venenosa o peligrosa para su depredador. Así, por ejemplo, algunas mariposas y polillones al ser atacados abren las alas mostrando un dibujo que se parece a los ojos de una lechuza. De forma parecida existen serpientes inofensivas que imitan a otras venenosas, moscas que se camuflan de avispas y orugas que imitan serpientes.
La ciencia-ficción cuenta con notables y conocidos ejemplos de seres miméticos. Dentro de las obras literarias cabe citar el relato clásico de John W. Campbell Jr. ¿QUIÉN ANDA AHÍ? donde se describe a un alienígena capaz de imitar a la perfección a cualquier ser vivo, incluidos los hombres, al tiempo que provoca la desaparición de los originales. Este relato cuenta con dos adaptaciones cinematográficas, EL ENIGMA DE OTRO MUNDO (1951) y LA COSA (1982), pero solamente la segunda de ellas recoge el carácter mimético del alienígena y la paranoia que de ahí se deriva.
Otro ejemplo es el relato MIMETISMO, de Donald A. Wollheim, donde insectos gigantes viven entre los humanos imitándolos, por lo que ocupan un nicho ecológico similar al de los insectos palo, o las polillas que imitan a las avispas. La película MIMIC está basada en este relato, aunque en ella el mimetismo se reduce a un efecto secundario de la aplicación de la ingeniería genética para solucionar un problema de salud pública.
Otros ejemplos literarios notables de mimetismo son FORMA, de Robert Sheckley, y COLONIA, de Philip K. Dick. El primero de estos relatos describe en clave irónica la llegada a la Tierra, con ánimo de invadirla, de unos alienígenas capaces de mimetizarse en cualquier ser vivo. El segundo narra la historia de un planeta aparentemente libre de depredadores, hasta que se descubre la existencia de amebas gigantes capaces de mimetizar fielmente cualquier objeto inorgánico. El relato de Dick, como no podía ser menos en su caso, incide agudamente en la sensación de paranoia que produce en los seres humanos la existencia de seres miméticos capaces de ocultar perfectamente su naturaleza. James E. Gunn y Jack Williamson, por su parte, introducen como personaje secundario en su novela PUENTE ENTRE ESTRELLAS a un seudomorfo, un ser cuyo metabolismo cristalino está basado en el diamante (aunque es capaz de asimilar cualquier tipo de material en cuya composición entre el carbono) que posee la propiedad de poder mimetizarse en cualquier objeto o ser vivo.
Al afamado escritor español Eduardo Mendoza debemos, en una de sus esporádicas incursiones en el género, el ejemplo de seres miméticos más irreverentes, chapuzas, divertidos y originales de toda la ciencia-ficción, los descritos en la hilarante SIN NOTICIAS DE GURB.
La ciencia-ficción cinematográfica es pródiga en ejemplos de mimetismo. En una línea parecida al citado relato de Dick se mueve uno de las películas más conocidas del género, LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS (1956), de la que años después se realizaría una segunda versión titulada LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS (1978). En ella se describe la llegada a la Tierra, procedentes del espacio, de unas extrañas vainas vegetales capaces de realizar copias perfectas de los seres humanos existentes en sus cercanías, tras lo cual los hacen desaparecer suplantándolos con estas imitaciones.
El mimetismo puede no ser una característica natural. La serie de películas sobre PREDATOR muestran a un cazador alienígena dotado de una tecnología capaz de mimetizarlo de forma prácticamente perfecta con su entorno. Otro caso similar de mimetismo tecnológico sería el de las naves klingon y romulanas de Star Trek, provistas de un sistema de camuflaje tan eficaz que las convierte en invisibles.