Denominaciones astronáuticas
Titán

Al igual que ocurre con los cuerpos celestes, las denominaciones astronáuticas tienen un origen variado y, en ocasiones, pintoresco. Una buena parte de los objetos lanzados al espacio por los norteamericanos (cohetes impulsores, satélites, sondas y cápsulas tripuladas) adoptaron nombres mitológicos o astronómicos: Thor, Titán, Atlas, Agena, Saturno V, Mercurio, Géminis, Apolo, Ulises. En otros casos, los nombres corresponden a personajes reales tales como Galileo, Cassini, Magallanes e Hiparco, a nombres femeninos (Clementine) o a pueblos históricos como Viking (vikingo) Un segundo grupo de aparatos fueron bautizados no con nombres propios, como los anteriores, sino con adjetivos genéricos alusivos a sus misiones: Pioneer (pionero) Ranger (nombre de una policía rural norteamericana de difícil traducción) Voyager (viajero) Explorer (explorador) Mariner (navegante) Surveyor (vigilante, prospector) Vanguard (vanguardia) Challenger (retador) Discovery (descubrimiento) Endeavour (esfuerzo) Enterprise (empresa, iniciativa) Pathfinder (rastreador) Por último, hay ocasiones en los que los responsables de la NASA no se complicaron demasiado la vida, limitándose a describir el objeto en cuestión: Skylab (laboratorio celeste) Spacelab (laboratorio espacial) Mars Observer (observador de Marte) Mars Global Surveyor (prospector global de Marte) Mars Climate Orbiter (vehículo orbital para el estudio del clima de Marte) Mars Polar Lander (vehículo de aterrizaje en el polo de Marte) sin que falten tampoco los acrónimos como el de Soho (Solar and Heliospheric Observatory, observatorio solar y heliosférico) Y desde luego, el nombre más exótico de toda la historia de la astronáutica es el de la sonda Uhuru, lanzada al espacio en diciembre de1970 desde la costa de Kenia y cuyo nombre, en swahili, significa paz.

En algunas ocasiones los nombres de los aparatos espaciales siguen la tradición marinera de recordar naves anteriores, como es el caso del Enterprise, el prototipo de la lanzadera espacial, llamado así en homenaje a la serie Star Trek, o el del Endeavour, nombre del barco del capitán Cook.

Los vehículos soviéticos, por su parte, ostentaron por lo general nombres mucho más prosaicos. Sputnik significa, simplemente, satélite; Zond, sonda, y los nombres de los cohetes impulsores Protón y Energía no necesitan siquiera ser explicados. Lunajod quiere decir, en traducción bastante libre, vehículo lunar todoterreno. En algunos casos recurrieron también a la astronomía: Lunik (Luna) Venera (Venus) Mars (Marte) o Fobos, sin olvidarnos de la larga serie de satélites Cosmos. Más imaginativo fue el nombre de su frustrada lanzadera espacial, la Buran, que significa tormenta o tempestad de nieve, y dentro del campo de nombres simbólicos encontramos Vostok (Este, por el punto cardinal, quizá en una alegoría de la aurora) Soyuz (unión) Salyut (saludo, homenaje) o Mir (paz, y también mundo)

La historia astronáutica de otros países es mucho más corta, por lo que la relación de nombres es breve. Europeas son las sondas Huygens y Giotto, dedicadas respectivamente al astrónomo que estudió Saturno y al pintor renacentista que reflejó en uno de sus cuadros al cometa Halley, y también europeo es el cohete lanzador Ariane Por último, la frustrada y nonata lanzadera espacial europea hubiera ostentado el nombre de Hermes, en una nueva incursión a la mitología clásica. China, por su parte, desarrolló el cohete Larga Marcha en alusión a esta etapa de su historia moderna que acabó dando el dominio de este inmenso país asiático a Mao Tse Tung y al Partido Comunista Chino.

© José Carlos Canalda,
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