Desde finales de la segunda guerra mundial y hasta bien entrada la década de los setenta, las revistas de cómics destinadas a niños y jóvenes tuvieron gran aceptación en Bélgica y Francia. Este fue el motivo por el que la censura pusiera especial énfasis en la vigilancia de este tipo de revistas. Eric Losfeld para evitarla se decidió editar Barbarella en forma de un libro lujoso para adultos. El éxito fue tal que pronto surgieron imitadores. Dibujantes noveles y otros ya consagrados intentaron seguir el mismo camino. Algunos consiguieron publicar solo una única obra sin continuidad, sin embargo otros iniciaron una fructífera carrera.
Paul Cuvulier que había trabajado con dibujantes de la escuela Hergé y creado la serie Corentin, se hizo cargo en 1962 de proseguir Line, una serie creada en 1956 por el guionista Nicolas Goujon y dibujada por Françoise Bertier, en la que introdujo discretamente una encubierta dosis de sutil erotismo que no tuvo dificultad alguna en burlar los censores. Losfeld le dio la oportunidad de expresarse abiertamente con Epoxy una narración de ciencia-ficción, con guions de Van Hamme, que mezcla el erotismo con la mitología de la Grecia clásica.
La protagonista, una moderna y atractiva joven, se ve involucrada, accidentalmente, en una serie da aventuras que comparte con amazonas, centauros, dioses y guerreros de la antigüedad. Epoxy, que reúne un grafismo espléndido con una historia muy bien construida, se adelantó bastante a lo que, mucho después se conocería como el moderno cómic para adultos. La obra completa, de un solo volumen, no ha sido editada en España.