Area 52 es básicamente un entretenido y poco denso tebeo de ciencia-ficción que conjuga varios elementos familiares al aficionado: un grupo de personajes dispares encerrados a su pesar en una base militar secreta, un alien masacrador y abundantes referencias a motivos propios del género; todo ello servido con desparpajo y rapidez. El guionista, Brian Haberlin, parece tener muy claro qué tipo de producto tiene entre manos; acorde con los postulados actuales (la obra está realizada en el año 2000) los protagonistas son jóvenes, bocazas y despreocupados —todo con olor muy yankee, me temo— militares y científicos sanos y elocuentes que parecen sacados de una producción hollywoodiense patrocinadora del consumo (ir) responsable de pop corn. A tenor de esto, es de recordar que este tebeo está en el punto de mira de las adaptaciones al celuloide desde hace unos años, sin que parezca haberse materializado por ahora. Un telefilme del año 2001, titulado igualmente Area 52, parece no ser más que una extraña u oportuna coincidencia.
Volviendo a las viñetas, la parte gráfica de esta serie limitada de cuatro números está en manos de Clayton Henry, dibujante no especialmente exquisito, pero cuyo estilo cercano al llamado amerimanga, casa estupendamente con el resto del producto. Toda la historia se desarrolla en el interior de la base y en corto lapso de tiempo. Henry tiene ocasión de dibujar unos cuantos cachivaches bélicos en la onda de los que la hipertrofiada Image Comics —editora de esta obra y de otras con bastante menos gracia — solía sacar a relucir; así como otras armas en forma de anillos, lazos y martillos que otras editoriales de materia superheroica cuentan entre sus activos. Mas no se apela aquí, solamente, a este atrezzo. Los diálogos son generosos en cantidad, aunque algo menos en calidad, y forman parte sustancial del conjunto.
Esta obra fue publicada por Planeta en 2002, en un solo tomo en rústica a un precio muy asequible. No dudamos que, si algún día el proyecto cinematográfico prospera, alguien la traerá de vuelta a nuestras estanterías.