Biografía

Carlos Fernández Castrosín puede presumir de ser, junto con Javier Negrete, uno de los poquísimos autores españoles de CF que jamás han recibido una mala crítica, ni por la escasa calidad de sus trabajos ni por el habitual fuego cruzado entre camarillas. Ello se debe fundamentalmente a su buen hacer literario, qué duda cabe, pero también a su carácter abierto y dialogante, que le mantiene al margen de fandomeos innecesarios. Pero, dado que no estamos aquí para hablar de la persona sino del autor, no digamos más de él, excepto que es un treintañero madrileño afincado en Coslada, padre de familia, empleado como informático en Caja Madrid, lector compulsivo de literatura suramericana, antiguo colaborador en radios independientes (¡ah, la Movida...!) y simpático como muy poquitas personas en el fandom. Y dicho esto, procedamos a hablar de su obra.
Los primeros relatos que leí de Carlos Fernández Castrosín, cerca de una docena, casi todos ellos publicados ya, nos llegaron al consejo de lectura de Cyber Fantasy a primeros de 1994. Uno de ellos, EL HOMBRE DE AZÚCAR, si mal no recuerdo, fue aceptado para el número 7 que, como sabéis, no llegó a aparecer. De modo que la primera publicación de Castrosín en el mundo de la CF fue un volumen de relatos recompensado con el I Premio El Escribidor, ZOOROPA, primer título de una colección efímera pero interesantísima: La Espada y el Reloj, de La Calle de la Costa. Supuso una sorpresa más que agradable, y el inicio de una trayectoria imparable. En efecto, en sólo dos años, 1994 y 1995, Castrosín consiguió publicar nada menos que dieciséis relatos, para, a continuación, ralentizar su producción hasta uno o dos relatos al año, como mucho. Pasado el frenesí de aquellos años, nuestro autor, con otras prioridades, se toma con más calma la escritura, templa sus armas como articulista en la sección LA VERDAD ESTÁ AHÍ AFUERA para el fanzine Ad Astra y, en suma, abandona un tanto el mundillo. Este año reaparecerá con un título en una conocida colección del género, aunque ignoro si puedo dar más detalles...
Zooropa es, más que una antología de relatos, un estado de ánimo. Se trata de cinco relatos ambientados en un marco referencial común: un futuro próximo convulso, una Europa postmoderna y multirracial, en la que conviven inmigrantes extraterrestres con emigrantes in pectore, una amalgama de sensaciones y sentimientos encontrados, en que lo importante, lo que confiere credibilidad al conjunto, es la sensación de intrahistoria, ese sentirnos únicos testigos de aventuras nimias, irrelevantes, fragmentos de una vida cualquiera. Es, asimismo, un futuro violento, como casi todos los relatos posteriores de Castrosín, no tanto por la profusión de efectos especiales y salpicaduras de cuajarones (algo que, como veremos más adelante, no es inhabitual en este autor) como por el sentimiento omnipresente de crimen sin castigo, de venganza. Los cinco relatos de ZOOROPA abordan, más o menos abiertamente, el crimen sugerido y la venganza. Y nunca lo hacen de un modo ortodoxo. Castrosín es un lector aventajado de Julio Cortázar y sabe jugar como pocos autores del género (como ninguno, más bien, puesto que ningún otro lo ha intentado, excepto tal vez Félix Palma y Elia Barceló) con las trampas de la simetría. Tanto BELVEDERE como ENTRE DOS LÍNEAS QUE SE CRUZAN nos presentan sendos crímenes en que el narrador, el espectador, se entromete, lo cual le acarrea pasar a ser parte interesada. Ese observar para luego descubrir que te observan es un gran logro. No menos logrado es el uso tramposo de la primera persona, particularmente en el ya citado BELVEDERE y en CAMINO CON UN ASESINO, por motivos cuya explicación reventaría toda la gracia de los relatos.
Así y todo, el gran logro de ZOOROPA no es el acertado experimentar con el punto de vista ni la original utilización de la herencia cortazariana ni el uso de una imposible primera persona en algunos relatos (detalles todos ellos suficientes para considerarla uno de los hitos indiscutibles de 1994), sino la sensación de vida, de sociedad dinámica y auténtica que despiden sus páginas. Los biotrajes de LA CUARTA PLUMA tal vez sean un gadget facilón, pero el abigarramiento y vértigo de LOS QUE ESPERAN convierten a este relato en uno de los clásicos de la CF española de los 90. Se trata de una historia singular y obsesiva en la que hallamos todas las constantes de la obra de Castrosín: emigrantes arturianos, crímenes inexplicados, seres cambiaformas, graduación de las pausas narrativas mediante la proliferación de puntos suspensivos y esa sensación de cámara lenta pekimpahiana que acompaña al momento en que se consuma la tragedia o ésta se adivina al final del relato pero no se nos llega a explicitar.
ZOOROPA, por lo que nos contaba Castrosín en aquella época, iba a tener continuidad en un proyecto titulado PANAMÉRICA, una versión americanizada del marco en que se desarrollaban los relatos de la primera antología. Este proyecto no llegó a consumarse, pero podemos encontrar indicios del mismo en una miniserie, a la que él mismo denominó relatos de especialistas, de la que podemos destacar dos de mis cuentos favoritos del autor: TU PELO y muy especialmente LOS VIEJOS DÍAS DE LA CONTRACULTURA.
Del primer relato podemos comentar que se desarrolla en un ambiente muy cool ¿deliberadamente? sesentero y que tiene un desarrollo similar al de gran parte de los experimentos de Castrosín: comienza narrándonos una historia (en este caso, una competición de peluqueros) para progresivamente dar un giro argumental y descubrir, acongojados, que nos hallamos ante otra cosa bien distinta (una historia de terror con unos gritos inquietantes y una especie de Gorgona con intenciones más bien intranquilizadoras para el protagonista, con quien por cierto mantiene un juego de miradas digno de los ya citados BELVEDERE y ENTRE DOS LÍNEAS QUE SE CRUZAN), con un final a cámara lenta no explicitado y más bien confuso, al cual no son ajenas las alucinaciones del prota (algo, por otro lado, bastante habitual en los cuentos de Castrosín).
En cuanto al segundo, mi favorito de entre toda la producción de Castrosín, y tal vez el mejor relato publicado en 1995 en el fandom (con el permiso de OTRO DÍA SIN NOTICIAS TUYAS de Planells, LA CASQUERÍA de Adolfina García, LOS ABOMINABLES SUCESOS DE LA CASA FIGUEROA de Julián Díez y no muchos más), decir que su acción transcurre en una catedral gótica en América. El protagonista tiene que restaurarla a toda prisa, por motivos culturales-políticos, pero debe hacer frente a un sabotaje que no se sabe si viene de los inevitables alienígenas o de quién narices. La acción se narra con un perfectamente graduado crescendo que conduce a un final impecable. Lo dicho: su mejor cuento, aunque no sé si alguien más estará de acuerdo conmigo.
Tenemos que hablar también de una tercera veta en esta mina inagotable: los homenajes literarios. Ya se ha explicado que Castrosín es un muy aventajado lector de Cortázar y que devora con avidez la literatura suramericana. Ello es particularmente visible en OFICIO, narrado en segunda persona, como homenaje a Carlos Fuentes (al cual se menciona en el relato), aunque también tienen cabida en sus páginas Cortázar, Bioy Casares y el propio Castrosín. Se trata de un relato condenadamente extraño, una ucronía si se quiere. No menos extraño es EL NÚMERO EN LA COMPETICIÓN, homenaje esta vez del MOBY DICK de Melville.
Castrosín se ha prodigado en el género del terror, en mi opinión con excelentes resultados. La propia estructura azarosa de sus relatos, sin relación causa-efecto, favoreciendo y casi siempre virando bruscamente hacia lo inexplicable, favorece sobremanera la inclusión de elementos terroríficos. Y crueles. El terror en Castrosín es muy cruel, y esa crueldad se hace patente en la forma: DESDE EL SOL HASTA EL CORAZÓN DE LA TIERRA es un relato de gore puro, sumamente desagradable, pero deslumbrante por su concepción en forma de inmenso plano-secuencia de quince páginas, con el acierto añadido de presentarnos un Madrid, un barrio de Chamberí espectral y dotado de una dimensión pagano-mítica hasta ahora nunca abordada, como si Anne Rice (o Neil Jordan) se hubiera tomado en serio sus CONFESIONES DE UN VAMPIRO y las hubiera trasplantado a la época actual, desprovistas del encanto kitsch de lo finisecular. Pero también en el fondo. DROSERA H es alucinación pura, la historia de un individuo que deja plantada a la novia en el altar y lo paga con una esperpéntica y no se sabe hasta qué punto auténtica venganza; un puro delirio, tal vez con algunos toques de humor soterrado. Más serio es EL HOMBRE DE AZÚCAR, inquietante historia con alienígenas cambiaformas y mitos casi lovecraftianos (otro punto fuerte de Castrosín: esboza, más que inventa, una imaginería terrorífica de pesadilla, tal vez con Lovecraft como referente, pero suficientemente novedosa como para pensar que se trata de algo puramente personal), todo ello ambientado en un pantano a medio camino entre los deltas del Mississippi y el Ebro.
Por último, nos referiremos a la exploración espacial. Más que de space-opera, creo que debemos hablar de uno de sus subgéneros, el de exploraciones espaciales. Nos hallamos ante unos alienígenas irreconocibles, incognoscibles, inexplicables, tan ajenos a nosotros como puedan serlo los de Stanislaw Lem. Los insectos-herbívoros de REMOTAS PLAYAS DE ORO o los kloog de LA NAVE EN MITAD DEL ESPACIO nos descolocan, puesto que no siguen ningún patrón de conducta comprensible por nosotros; de ahí al terror, primero, y a la tragedia, más tarde, sólo hay dos pasitos...
Empero, donde mejor se reflejan los fantasmas de la era espacial es en BRUMOSE, su último trabajo publicado, y primero en el que se arriesga con extensiones respetables. Esta novela corta dividida en cuatro relatos más o menos interrelacionados (sobre todo el segundo y el cuarto) nos presenta la exploración de un planeta afectado por un invierno nuclear. La civilización, decadente, intenta defenderse; el propio planeta, agonizante, intenta defenderse, y aquí me tengo que referir nuevamente al recuerdo de Stanislaw Lem. En NORTE, el protagonista, Balyster (el mismo, por cierto, de LA NAVE EN MITAD DEL ESPACIO) es inducido por el planeta a asesinar a sus compañeros de tripulación. En OESTE y NOROESTE, los humanos adoptan un papel más pasivo, asisten perplejos a una serie de situaciones que no entienden, que no pueden controlar y que siempre se vuelven en su contra. El mensaje implícito: BRUMOSE no es para los humanos. No puede serlo. Nunca podría serlo, de ningún modo.
Existen otras líneas argumentales en la obra de Carlos F. Castrosín, pero no tan evidentes. En estos cuentos de su padre y de su madre se halla lo menos destacable de su obra. Ni UN AÑO, UN MES Y UN DÍA ni LA SANGRE DE JESÚS TODAVÍA NO ME HA ABANDONADO poseen elementos de especial interés, aunque algunos de sus relatos inéditos (caso de los dos finalistas del Pablo Rido del 96, L.Q.S.A.S.C.N.E. e IMPERIO) merecen una rápida publicación. Caso aparte es GENTE COMO NOSOTROS, una extrañísima narración ambientada en la Alta Edad Media con elementos históricos y míticos. Es todo cuanto puedo decir. El resto, ya lo iréis descubriendo por vuestra cuenta.
Pues la obra de Carlos F. Castrosín, al fin y al cabo, es precisamente eso: algo que el lector tiene que ir descubriendo por su cuenta y que incluso, como sucede con algunos de sus personajes, va cambiando de forma en sucesivas lecturas.